¿DRAGÓN?

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Andrew se acercó a las ruinas muy lentamente, ya era casi de noche y él no tenía visión nocturna, así que debía ir con mucho cuidado para no tropezar y caer de la montaña abajo, ya que no se atrevía a encender un fuego para no llamar la atención sobre sí mismo, seguramente las criaturas de las cuevas tenían visión nocturna y lo verían con mucha facilidad mientras que él estaría más ciego que una piedra.

Mientras ascendía, el aventurero pensó en Maira, le hubiera encantado tenerla allí ya que era una guerrera muy peligrosa al menos en el juego normal y estaba seguro que en Elerianna aún sería mejor, aunque seguramente se hubiera distraído mirando su cuerpo y recordando todo lo que habían pasado juntos.

Le extrañaba mucho que no hubiera entrado en Elerianna junto con él y estaba más que convencido de que hubiera entrado como humana ya que la había conocido en la vida real y solo había una palabra que la definía "perfecta", solo tenía un pequeño defecto para ser perfecta: sus medidas eran 90-65-100, pero como a él le habían enseñado, cuando más azucar más dulce, era una mujer pelirroja y peligrosa, con unos enormes ojos verdes y ligeramente pecosa.

Ella también era escritora como él, pero de aventuras y la protagonista principal de sus libros era una mujer salvaje del estilo de Lara Croft y sus escenas de sexo eran algo más que torridas y calientes y de vez en cuando quedaba con él cuando tenía que escribir una escena muy subida de tono y ella siempre ponía la excusa de que no tenía tanta imaginación como él y debía documentarse muy a fondo para poder escribir algo así.

Y más de una vez, cuando dijeron que iban a hacer el juego en MMORPG, habían estado hablando de entrar juntos y saber que sería luchar codo con codo como ya lo habían hecho con anterioridad, pero ella estaba mucho mejor preparado que él para algo así, ya que tiraba con arco como un elfo y había aprendido Artes Marciales Mixtas de auténticos campeones de este estilo de lucha y en un mundo como éste, ella habría la auténtica diosa de la guerra.

Y del sexo, si pudiera encontrarla a ella y a la elfa, la noche iba a durar más de un día.

Estaba pensando en desconectarse y llamarla para saber la causa de su retrasó, pero una notificación del sistema le dijo que debido a la misión en la que se encontraba era imposible desconectarse de momento.

De repente se detuvo y por lo bajini se llamó imbécil, se había olvidado completamente del libro que el niño le había regalado el niño y hubiera podido absorver al dragoniano dentro de él, pero ahora que ya se acordaba no iba a perder la oportunidad de guardar a cualquier criatura que derrotara en las cuevas en el grimorio.

Al subir el último recodo antes de las ruinas vió sorprendido que éstas estaban completamente iluminadas como si fuera de día, cosa que agradeció enormemente, pero no podía entender como tal cosa era posible, hasta que se acercó más y descubrió que toda la fortaleza estaba llena de antorchas, además al acercarse más descubrió que en lo alto del enorme portón, de más de diez metros de altura y unos cinco de ancho, habían unas palabras que, aunque no entendió que significaba, sabía que eran idioma enano e hizo una mueca sardonica, como no, un dragón se había hecho dueño de una fortaleza enana matando a todos sus antiguos habitantes, pero que cosa más cliché, era lo más normal del mundo, pero luego sonrío como un perro al que ofrecen un hueso al imaginar los tesoros que podrían haber esparcidos y que un dragón no se habría llevado por considerar basura, pero la basura de un hombre es el tesoro de otro, seguro que habría algo interesante.

Andrew entró cuidadosamente a través del hueco en el que debería haber estado la puerta de la cual solo quedaban los goznes, los cuales eran del tamaño de su antebrazo, pero lo que más le llamó la atención era que los restos de la puerta estaban en el exterior, fuera lo que fuera lo que había destruido la puerta había atacado desde dentro y había sido tan potente que los restos estaban repartidos en un cono de más de veinte metros de longitud y cuando cogió uno de los restos ennegrecidos de la puerta, este tenía más de medio metro de grosor.

El corredor por el que se estaba adentrando en la fortaleza enana tenía diez metros de ancho y cerca de quince de alto, salpicado de vez en cuando por columnas de poco más de medio metro dónde, en un principio habrían habido armaduras, pero la mayoría habían desaparecido, solo quedaban las piernas de metal de una y unas cuantas piezas en el suelo en otras, pero cuando Andrew las MIRÓ, se dió cuenta de que eran de acero normal y corriente.

En el mismo corredor, más o menos en la mitad de éste, habían dos líneas paralelas de metal de diez centímetros de anchura, a un metro de distancia entre ellas que se adentraba en la profundidad del corredor, seguramente, pensó Andrew, serían los vagones que sacarían el material de la mina y seguramente en dragón estará allí.

También descubrió que todas las antorchas tenían una pequeña y minúscula runa y aunque no entendió nada, decidió coger una por sí podía darle alguna utilidad.

De repente escuchó un ruido que venía de un corredor lateral y, aunque buscó una rincón en el que esconderse, no lo halló y solo se le ocurrió ponerse en la columna vacía que con anterioridad había ocupado una armadura, ya que había visto sus restos en el suelo, llenos de polvo y telarañas y allí se quedó, quieto y con una mano en la empuñadura de la espada y la otra con el escudo preparado para cualquier cosa: la antorcha la había arrojado lo más lejos posible por el corredor por el que había venido, intentando crear una distracción que hiciera que fuera lo que fuera que se acercaba por el otro lado, se olvidara de él.

Mientras Andrew se quedaba, literalmente, parado como una estatua, una naga pasó lentamente por su lado, tenía una cola de serpiente de cascabel de unos tres metros de largo con el torso humano y la cabeza de una cobra, una coraza metálica cubría su pecho e iba armado con una lanza corta y un escudo redondo.

La naga se acercó lentamente hacia la antorcha mirando alrededor extrañada al verla en el suelo y sin que faltara ninguna en ninguno de los soportes.

Antes de que la naga pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando, Andrew se abalanzó sobre su espalda saltando y esquivando su cola y de un golpe seco le cortó la cabeza.

El aventurero lo había MIRADO y su nivel era de nivel 23, no parecía muy alto aunque era más fuerte que el, pero tenía golpes muy poderosos, tanto con la cola como con las lanza y podía inyectar veneno con sus mordiscos.

Lo absorvio rápidamente en el libro, pero se dió cuenta de que había ocupado la segunda página, al parecer la primera estaba reservada para su invocación del alma, había aparecido una imagen de la nada con todo su equipo e incluso con su nivel y sus características, así como unas anotaciones extrañas que no entendía muy bien, pero tampoco tenía tiempo para mirarlas, ya lo haría más adelante cuando no estuviera a punto de ser devorado por un dragón que, seguramente, triplicaria su nivel, así que recogió la antorcha y siguió su camino siguiendo los rieles de las vagonetas.

Lo bueno de absorverlas es que no quedaba vuelo alguna de su infiltración, no sabía que más iba a encontrar, pero sabía hacia donde debía ir.

No encontró ninguna naga más, pero de vez en cuando escuchaba el cascabel de las nagas que caminaban por la fortaleza y sabía que solo era cuestión de tiempo encontrarse con otra.

De repente, otra naga apareció de repente por un corredor lateral encontrándose frente a frente.

La naga abrió la boca para gritar, pero antes de que pudiera hacerlo, Andrew le metió la antorcha en la boca quemándosela y haciendo que la naga se revolcarse de dolor, pero el aventurero le cortó la cabeza con un golpe seco y la absorvio de nuevo, sorprendiendose de que se colocara en la misma página de la otra naga, nunca había escuchado algo así de un grimorio, los que él conocía solo permitían una criatura por hoja aunque fueran de la misma especie, cuando llegara a la capital necesitaba más que nunca respuestas por parte del maestro de Beast-master.

Mientras se acercaba a la zona de la mina la pendiente era cada vez más empinada y se tenía que coger a la pared para no caer, cuando escuchó un rugido aterrador y una luz muy brillante lo deslumbró y desde más de cien metros de distancia sintió el calor del aliento de fuego del dragón.

-¡Maldición -rugió el dragón mientras lanzaba zarpazos contra el carro sin causarle daño alguno-, alguna vez tendrás que salir, no puedes estar dentro eternamente y cuando salgas, tu esencia será mía.

Andrew estaba asustado, el aura de poder de las palabras del dragón casi había hecho que se orinara encima, pero había una cosa extraña: ¿si se llamaba Scandental el Grandioso, por qué la voz tenía un tono ineludiblemente femenino?

ELERIANNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora