Mentiras y Dragones

275 30 13
                                    

De repente el enorme dragón abrió la boca y lanzó un torrente de fuego inmenso a través de ella, mientras que la caravana se había convertido en un pandemonium, todo el mundo corriendo huyendo del dragón intentando salvar su vida, pero el dragón solo había venido a por el carruaje.

El caballo de Andrew, más por suerte que por otra cosa, se colocó detrás del carruaje  mientras huía y el aventurero observó asombrado que mientras todo ardía en fuego y llamas a su alrededor, el carruaje permanecía completamente incolume después de eso, con un rugido atronador, el dragón cogió el carruaje con sus inmensas garras afiladas y, levantando el vuelo sin ninguna dificultad, se alejó mientras se oía una risa diabólica en el cielo.

Todo había pasado en apenas unos instantes, tan rápido que aunque Andrew había estado pensando en utilizar la invocación de Uadyet, unos segundos de duda habían sido más que suficientes para que el dragón se fuera volando con su presa sin que él pudiera evitarlo.

Estaba dudando sobre qué hacer, si salir corriendo o intentar una locura, cuando unos gemidos lastimosos surgieron del lugar donde se encontraba el carruaje, al lado de los cuerpos incinerados de los caballeros y entre los caballos sobre los que cabalgaban y que tiraban del carruaje, el resto de la caravana había salido ilesa ya que el dragón se había centrado única y exclusivamente en el carruaje.

Al acercarse vió el cuerpo medio quemado del sacerdote que levantaba una mano implorando en su dirección, le faltaban las dos piernas y la tunica la tenía ennegrecida y llena de sangre.

-Ayuda -murmuraba con gesto lastimero mientras intentaba arrastrarse en su dirección-, por favor necesito tu ayuda.

-¿Qué necesitas de mí? no tengo ningún hechizo de ninguna poción que pueda curar tus heridas ni librarte del dolor.

-No, mi cuerpo está más allá de toda curación, incluso mis hechizos solo han podido cerrar las heridas para no sangrar más y he conseguido que el dolor se vaya, pero solo durante poco tiempo, cuando todo pase moriré.

El sacerdote sacó un medallón de su túnica ennegrecida y se la pasó despacio.

-Necesito tu ayuda, en ese carruaje viaja la última alma pura de Elerianna, por eso atrae a las almas más oscuras, como un mosquito es atraída por esa luz con la intención de apagarla, si ella muere este mundo está perdido, debes rescatarla y llevarla a La Iglesia de la Promesa Eterna para que la paz llegué a Elerianna, ella lleva un medallón como este, pero con este se puede saber dónde está el otro, salvala antes de que sea tarde.

Andrew estaba dudando, el dragón era enorme, no había ni visto su nivel, pero mínimo era cincuenta teniendo en cuenta su tamaño y la verdad, no las tenía todas consigo si me enfrentaba contra él.

-Por favor -suplico el sacerdote al borde de sus fuerzas-, ella es la única esperanza que le queda a este mundo.

Después de eso el hombre expiró con un suspiro mientras que Andrew mantenía el medallón sin saber aún que hacer.

Andrew se quedó en pie sin saber que hacer y decidió que por lo menos le diría una sepultura este hombre ya que el resto apenas habian quedado resto solo ceniza.

Mientras estaba cavando las tumbas llego el resto de la caravana, pero aunque él les pidió y les rogo ayuda, no había ninguno que se atreviera a  acompañarlo, pero le dieron agua y comida para el camino y le explicaron que seguramente ese dragón viviría en una de las cavernas al norte del paso ya que habían habido algunos  avistamientos de esa criatura por esa zona, pero nunca había llegado tan al sur.

Los saludo levantando un brazo y se dirigió a a galope en la dirección en la que ellos le habían indicado, ninguno de los aventureros se había atrevido a decirle los rumores que circulaban acerca de ese Iglesia solo esperaban que Andrew pudiera rescatar a quién fuera que iba dentro del carruaje, pero la mayoría de viajeros no daba una sola moneda de cobre por el, el dragón no era la única criatura que moraba en las Montañas de la Luna.

Andrew llevaba todo el día cabalgando y se estaba acercando peligrosamente a las montañas de la Luna en más de una ocasión había tenido que bajarse del caballo y tirar de él ya es que el noble animal se negaba a seguir cabalgando en algunas ocasiones pensaba que el caballo no era tan valiente como el creía o lo más seguro es que fuera el único con sentido común de los dos, ya que cuanto más se acercaban las montañas más quemada y desolada estaba la tierra alrededor estaba cuarteada agrietada y sin signos de vida a km a la redonda aunque tenía la extraña sensación de que algo o alguien lo estaba vigilando aunque cada vez que miraba no veía a nadie.

Aunque había algo que no le cuadraba de todo eso, en el reverso del medallón había visto una extraña estrella de ocho puntas aunque no estaba seguro que fuera eso ya que el medallón estaba medio quemado, las las puntas en un principio le han aparecido tentáculos, pero lo desechó después de unos instantes, ya que una Iglesia jamás utilizaría ese símbolo, luego en el centro del medallón había un símbolo extraño que no sabía bien bien que era, le pareció que era una especie de boca con dientes afilados o un ojo y todo eso le recordaba algo, pero no recordaba que, había intentado desconectarse y mirar por internet ese símbolo, pero el sistema se la había impedido ya que decía que como estaba en una Quest especial y no podía desconectarse del sistema hasta qué la Quest acabará.

Se había detenido a descansar cuando sintió que una presencia extraña se acercaba hacia el y aunque el caballo también bufaba mostrando la dentadura no veía a su adversario.

De repente sintió como el filo de una espada invisible se apoyaba en su cuello y una voz femenina le preguntaba con dureza que estaba haciendo en aquel lugar

-Estoy intentando llegar a la montaña de la luna dónde mora el dragón rojo no sé quién eres, pero podrías ayudarme a llegar.

-¡Jajaja llegar hasta allí es simplemente un suicidio para alguien como tú, pequeñín en estas tierras moran criaturas a las que le encantaría que tú fueras su aperitivo así que, sapito yo te aconsejaría que dieras media vuelta y te fueras.

-¿Cómo te atreves a insultarme de esa manera? estoy aquí haciendo una misión especial, estaba en una caravana y un dragón rojo asalto y cogió un carruaje y el sacerdote que la vigilaba me dijo antes de morir que en ese carruaje viajaba la última alma pura de Elerianna y me dijo que si esa alma cae este mundo estará condenado a morir.

-¿Y tú crees de verdad qué tienes lo que hay que tener para derrotarlos dragonianos, a los hombres lagarto de élite y al dragón y salvar a quien sea qué hay en ese carruaje? aunque si debo ser sincera no creo de ninguna de las maneras que quede un alma pura en este mundo.

-¿Y se puede saber quién eres me gustaría? por lo menos si estoy hablando con alguien verle la cara.

De repente el caballo que se estaba moviendo en círculos lanzó una poderosa coz hacia dónde sonaba la voz y un impacto fuerte resonó en el aire y Andrew vio una mujer vestida de negro con una máscara que le tapaba media cara salir volando por los aires, pero antes de caer dio tres vueltas sobre sí misma aterrizando de pie mientras se tocaba el lugar donde el caballo la había impactado.

-Debo decir que tu mulo es bastante fuerte no tanto, pero casi me ha roto una costilla del golpe.

La muchacha cogió la katana del suelo y empuñandola con fuerza, se dirigió hacia el caballo a toda velocidad con intención de matarlo, pero antes de que llegará a su objetivo una flecha se clavó delante de ella haciéndola saltar a un lado para esquivarla.

Al mirar en la dirección de la flecha ambos vieron un grupo de cinco dragonianos: criaturas bípedas de casi 3 metros de altura, armadas con espadas flambergas a dos manos cuyas escamas brillaban bajo la luz del sol, estás escamas hacían que portaran una armadura natural más dura que el mejor de los aceros.

Maldita sea -rugió la chica mirando con odio a Andrew-, luego acabaremos nuestra conversación ahora tengo algo pendiente.

Mientras ella corría contra los dragonianos Andrew saltó sobre el caballo, el cual se encabritó y cargó contra los enemigos adelantando a la muchacha mientras que Andrew lanzaba un relámpago que impactó en el que estaba más adelantado tirándolo al suelo y haciendo que el caballo le pasará por encima pisoteandole la cabeza hasta la muerte.

El aventurero miró a la muchacha y le sonrío con superioridad, pero en ese momento ella le guiñó el ojo y acelero de tal manera que a Andrew le era imposible seguir todos sus movimientos y antes de que se diera cuenta tres de los dragonianos estaban muertos con el cuello cortado.

La chica sonrío y retirándose rápidamente, señaló al superviviente que lo miraba a él con ojos asesinos -Ese que queda es tuyo, sobrevive y hablaremos, sapito.

ELERIANNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora