Las cosas no habían empezado bien para Andrew y su grupo, ya que solo uno de los arqueros habían sobrevivido a su exploración y eso era por qué había bajado por una serie de escalones y por un azar del destino no se había desviado ni un apice del camino, que había resultado estar enterrado en la arena y debido a ello no había suficiente profundidad para que las criaturas que moraban bajo la arena pudieran moverse con facilidad.
Al ver al arquero ileso, Godrik, el señor de Silverstone, había ordenado a los magos que marcarán una línea recta con magia de aire para evitar contratiempos con los gusanos, aunque varios mercenarios habían intentado capturar alguna de las criaturas que moraban bajo la arena mientras caminaban a traves del desierto, pero a pesar de todos los intentos solo habían conseguido ver una, una criatura parecida a una lombriz de cinco metros de longitud cuya cabeza estaba protegida por una especie de yelmo metalico que, con un golpe fuerte de su cabeza, había arrancado la cuerda de las manos, que atada a un escudo, estaban arrastrando una docena de mercenarios intentando capturarla.
Andrew sufría bajo el sol como no lo había hecho nunca, sudaba a mares y le dolía la cabeza debido al calor, hasta que recordó que en el encuentro con la elfa había puesto la máquina al 100% de sensación, pero que luego se le había olvidado bajarlo y ahora no podía desconectarse para cambiárselo, ya que el sistema le había enviado un mensaje diciéndole que debido a que se encontraba en una misión especial no podía desconectarse hasta su finalización.
Después de unas cuantas horas bajo el sol abrasador del desierto, este fue dando, poco a poco, paso a un terreno montañoso y escarpado sin nada de vegetación en el que no habían gusanos, pero les acechaban otro tipo de peligros, pues tan pronto como pusieron un pie en las rocas, un ejército de un centenar de beast-kins con cabeza de chacal montados en hienas gigantes los atacaron, pero además de ellos aparecieron también una docena de hienas del tamaño de elefantes.
Pero el problema en si no eran los chacales, el problema eran las hienas, tanto las monturas que eran del tamaño de caballos como las gigantes y todas ansiosas por probar carne fresca.
-¡Formad en linea! -Gritó Godrik mientras maldecía el calor anormal que estaban padeciendo y se colocaba en medio de dicha linea, ya que de ser un tiempo normal, los caballeros, acorazados con sus armaduras pesadas, se pondrían delante del todo, aguantando los envites de sus enemigos sin titubear, mientras que los arqueros en segunda linea y los mags en tercera irían derrotando a los enemigos, pero sin armadura no sabia como iban a ir las cosas, además las acémilas se habían quedado retrasadas debido a lo escarpado de algunas zonas y había tenido que dejar a algunos soldados protegiéndolos.
De repente, cincuenta orcos montados en sus pequeños caballos cargaron contra el enemigo ignorando las ordenes que su jefe les estaba diciendo, queriendo demostrar a los humanos y a sus aliados el poder de los guerreros orcos.
Andrew, el cual se había colocado en primera fila entre dos enanos a sabiendas de que su honor haría que lo protegieran, vio como se aproximaba un desastre, ya que aunque los orcos eran ligeramente mejores que los chacales, las monturas de ambos ejércitos marcaban la diferencia y aunque en un principio, los orcos, al luchar mas cohesionados tenían la ventaja en un principio, en cuanto las hienas gigantes llegaron a su altura, se originó una masacre unilateral y desde la distancia se escuchaba el crujir de huesos cada vez que las hienas masticaban a los orcos y a sus monturas, pero a pesar de eso no retrocedieron, ni temblaron cuando comprendieron su muerte inminente y agrupándose todos en un bloque comenzaron a cantar lo mas alto que pudieron y se lanzaron en una ultima carga suicida intentando llevarse por delante tantos enemigos como pudieran antes de caer, ante la desesperación de Godrik al ver su sacrificio, que aunque les daria el tiempo a los magos para preparar sus mejores hechizos, fue algo fútil e inútil, los hubiera preferido a pie y al lado de sus soldados, los cuales estaba aprovechando el tiempo para, ya que su equipo lo llevaban ellos, ponerse a toda prisa las piezas de armadura que pudieran, ayudados por los arqueros.
Apenas si cayeron una docena de chacales y ninguna hiena gigante, pero mientras los chacales cargaron contra la linea de defensa, las hienas gigantes se quedaron a deleitarse del festín, sin hacer caso a las ordenes de sus cuidadores, los cuales vieron impotentes como una decena de relámpagos cayeron sobre ellos al igual que las flechas y los virotes de los arqueros y ballesteros, asi como varios frascos de aceite y brea que empaparon a varios de sus adversarios para luego, en el momento que los relámpagos acabaron con una veintena de enemigos, lanzar varios rayos de fuego, el cual era un hechizo menor de nivel dos, debido a su poco alcance y daño, pero al impactar en los enemigo empapados, se propago entre ellos como un incendio en un bosque seco.
Pero mientras el ejercito enemigo, mermado y asustado debido al fuego y a la electricidad se retiraba, creyendo que sus enemigos eran mas que simples humanos, las hienas gigantes se cansaron de comer y decidieron vengar a sus cuidadores caídos, cargando contra Godrik y su ejercito.
A un orden de Godrik los magos se centraron en las dos hienas mas adelantadas, lanzando un rayo de fuego tras otro hasta derribarlas, pero las flechas apenas si traspasaban la piel, consiguiendo que las hienas se enfadaran aun, mas lanzándose sin control y con furia sobre la linea defensiva que se rompió en mil pedazos mientras que las hienas se abalanzaban sobre los magos que intentaban escudarse detrás de los caballeros que, a duras penas defendían a los hechiceros con los escudos, sin poder atacarlos, centrados únicamente en sobrevivir, pero pronto se hizo evidente la superioridad numérica de los soldados del triunvirato, sobre todo cuando, mientras los humanos solo se defendían, los enanos iban rompiendo rodillas y cortando tendones y los elfos aprovechaban los rugidos de las bestias para clavarles flechas en el paladar, en algunos casos incendiarias y de vez en cuando un mago lanzaba un rayo de fuego a las bestias, acabando por eliminarlas, pero el coste del primera batalla había sido muy costoso para las tropas aliadas, ya que además de los cincuenta orcos, de los diez magos, solo habían sobrevivido seis y de los arqueros habían caído apenas tres, ya que las hienas gigantes se habían centrado solo en los magos y habían dejado de lado al resto, como si buscaran venganza por la perdida de las pequeñas hienas.
Godrik miro con fijeza al orco, el cual estaba limpiando su enorme espada con la piel de un hiena gigante el cual simplemente se encogió de hombros bajo la mirada del señor de Silverstone y sin decir nada, se dio la vuelta y se dirigió hacia un jinete de hiena, pero sus armas no eran interesantes, apenas lanzas de piedras y huesos, al igual de sus corazas hechas con huesos entrelazados.
Andrew vio como los elfos comenzaban de despellejar a algunas de las hienas mientras que los enanos y los humanos lo hacían con otras, ya que había quedado claro antes de entrar en el portal que el que mataba a las criaturas que hubieran dentro era el que se quedaba lo que pudieran tirar, pero él no había matado a ninguna, pero si que había golpeado a alguna hiena protegiendo a un mago e incluso había estado a punto de recibir el mordisco de una de las hienas al empujar a uno de los mago e interponerse en medio, solo lo había salvado un enano, que al golpear a la bestia en una rodilla, la había hecho rugir de dolor, permitiéndole apartarse de su camino.
Mientras descansaban, Godrik envió a algunos exploradores con la orden de volver si veían algo raro bajo pena de muerte si hacían algo que los pudiera poner en peligro y mientras esperaban llegaron las acémilas, que se llevaron una sorpresa al ver el campo de batalla y mientras que los soldados que habían llegado, relevaron a los que estaban de guardia, extenuados después de la batalla, permitiéndoles descansar y recuperarse después de todo lo que habían pasado.
Andrew se dejó caer en el suelo, cuando uno de los enanos se acercó y le palmeó la espalda, pasándole una pequeña botella cuyo simple aroma podria resucitar a un muerto, pero Andrew, en la vida real estaba acostumbrado a licores de muy alta graduación, asi que después de pegarle un trago, le devolvió la botella con una sonrisa, cosa que sorprendió a todos los enanos, que se habían acercado esperando que el humano tosiera y se levantara quejándose de que le quemaba la garganta e incluso el enano que le había pasado la botella le dio un trago para comprobar que no se había equivocado al dársela.
De repente los exploradores volvieron informando de que mas haya de las piedras se abría una jungla y en medio de la jungla se erguía una enorme pirámide.
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ELERIANNA
FantasyAndrew, un escritor que en la vida real lo tiene todo: es joven, rico y con mujeres a su alrededor, no es feliz, la vida le parece monótona y aburrida y para él, ha perdido la chispa. Por eso cuando sacan un nuevo juego, basado en un MMORPG que el j...