La creación de Adán

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AIKA

Salió del baño, ya, con la ropa puesta y pensando que el silencio que residía al otro lado era el "no hay moros en la costa" que necesitaba para escabullirse. Cuando sacó la cabeza entre las cortinas —que hacían de puerta del salón— vio a Jago y a Lisa durmiendo como troncos sobre los sofás, como si hubieran estado trabajando duro, cargando camiones todo el día y sin descanso. Se hizo hacia atrás para no despertarles y caminó silenciosamente pasillo recto hasta llegar a la salida. Abrió la puerta con cuidado y, efectivamente, allí estaba él, sentado en un enorme pedrusco de algún edificio en ruinas que debía haber, hacía tiempo, cerca de la casa de Jago. Se acercó a cortos pasos, sin estar convencido del todo, pero al final llegó.
Blake parecía esperarle desde hacía un buen rato porque ni se inmutó al sentir su presencia. Dejó de jugar con las piedras que tenía en la mano y se giró para mirarle, atento a lo que iba a decirle. Aika soltó un mechón de sus cabellos recogidos y recurrió a él como método de distracción durante los silencios que se acercaban.

—Nico tiene que ver con Deus Ruinam, ahora ya no cabe duda—murmuró el castaño, con la voz afónica. Se había resfriado después de pasar tanto tiempo, empapado y desnudo, apoyado a las frías paredes del baño.

—Eso ya lo sabíamos.

—No lo sabíamos, dudábamos.

—Tú dudabas, pero era obvio—dijo Blake, secamente, señalándolo con su dedo inquisidor—. Demasiadas coincidencias.

—Pero, ahora, además, se suma otra cosa—musitó Aika, tragando saliva y arrodillándose a su lado. Blake siguió jugando con las piedras, como si nada de lo que fuera a decirle pudiera sorprenderlo—. Tu hermano.

Entonces dejó caer las piedras y miró a Aika, achinando ligeramente los ojos.

—Tu hermano ha logrado escaparse de nuevo. No creo que tarde en encontrarnos—añadió para convencerle del todo. Aún así, Blake no pareció sentir nada por dentro.

—Leslie...

El castaño asintió y bajó la cabeza.

—Estaba tardando—volvió Blake para luego encogerse de hombros e ignorar el tema. Aika apretó sus labios al ver su reacción. Esperaba que, de una vez, tuviera iniciativa para salvarles el culo a ambos, pero él no hacía nada.

ELLIOT

—¿No piensas ir al funeral de tu padre?

El rubio negó como pudo. Se le hacía tan extraño ver a su madre hablarle de aquella forma. Era como si todos los derechos de su padre se le hubieran transferido a ella con su muerte. Nunca había tenido la oportunidad de mantener una conversación fluida con ella, solo recibía algunas órdenes y monosílabos fríos por su parte. Que le hubiera ido a visitar de una forma tan formal no hacía más que reafirmar la distancia que había entre ellos. Aquello no podía ser una madre.

—Pues no me queda otra que aprobarlo. No puedo obligarte a ir en este estado.

—Gracias.

Ella apretó el bolso con la cabeza en alto, observando a su alrededor, sin tener ni idea de qué más hacer. Parecía que aún necesitaba de alguien que le diera órdenes para moverse con seguridad. Se notaba en su rostro la poca iniciativa que, en realidad, fingía tener para hacer cualquier cosa.

—Al parecer, tus huesos están recuperándose muy rápidamente—comentó como si hubiera recordado algo—. En un par de semanas seguro te darán el alta.

—También necesito rehabilitación.

—Eso no sirve de nada—escupió de forma arrogante—. Solo me quieren sacar el dinero de donde pueden.

AMÉN, NICO, AMÉNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora