JAGO
Su mente viajaba de un mundo a otro. Veía los colores sin ninguna forma reconocible. Sus ojos no enfocaban bien, y su cuerpo pesaba como una pluma. Cuando no se daba cuenta, se encontraba en el suelo y la chica que lo acompañaba tenía que levantarle. Se había pasado de la raya al juntar tanto alcohol y droga. Al principio tuvo que acostarse, y mirar el techo dando vueltas, con tal que la sangre volviera a subirle a la cabeza. Reía sin parar.
—¿Te lo puedes creer?—balbuceaba colgando del cuello de aquella chica—.El padre de mi amigo mató a su madre mientras yo bailaba la Macarena en salón de casa con cinco años. O seis, o siete. No, no, cuatro. La verdad, es que no lo sé.
Y volvió a reírse. No era, siquiera, consciente de lo que estaba diciendo.
—Qué mundo tan cruel—murmuró siendo lanzado al sofá.
—Sí, Jago, sí—le hizo callar ella—. Ahora duerme, anda.
Él frunció el ceño, queriéndose ubicar. Miró a su alrededor y acarició los cojines para tener una idea de dónde estaba. No lo reconocía, pero supuso que se encontraba en casa de su acompañante. Alguien que acababa de conocer en casa de un conocido, después de una quedada para meterse cualquier cosa tóxica en el organismo. Yulia, creyó recordar que se llamaba. Y la miró, después de haber hecho una pausa silenciosa en mucho rato.
—¿Me dejarás aquí?
—¿Te has visto?—sonrió ella, apoyada al mueble de la televisión.
—¿No te gustan mis historias o no te gusto yo?
—No eres mi tipo—le golpeó la frente con un dedo—. Eres demasiado presumido y hablas como si fueras un tipo super profundo y filosófico.
—No te va ese rollo, ¿eh?
La tal Yulia negó con la cabeza.
—Eso es porque no me has visto bailar y cantar en vivo.
—Todo el mundo hace eso cuando va drogado—se le acercó.
—¡No! Yo lo hago sin drogarme.
—No me engañes—bromeó, Yulia, acariciándole la mejilla con uno de sus dedos—. A ti te encanta ir puesto.
Los labios de la chica se posaron en su cuello, algo que él había estado esperando durante toda la noche, pero se quedó reflexionando con lo último que le dijo, recordando el intento de Aika de arrebatarle aquellas pastillas de colores. Miró el techo, seriamente, mientras Yulia seguía plantándole besos por todo el cuello y le abría la camisa para bajar hasta el pecho.
—No me encanta ir puesto, lo necesito—musitó.
—¿Qué has dicho?—se detuvo ella.
—Nada—aclaró y la agarró de la nuca para besarla.
NICO
Supo que tarde o temprano volvería a aquel lugar. Llamó al timbre, igual que la última vez. Hizo el mismo recorrido por las escaleras y, al llegar al piso, la puerta ya estaba abierta, con Leandro esperando.
—Te ves bien, Narciso—soltó, exactamente igual que la otra vez.
—Tú no—contestó Leandro—. Pasa.
Cuando lo hizo, Marena salió del baño con un cepillo de dientes en la boca, una toalla en la cabeza y otra tapándole el cuerpo. La pilló por sorpresa pero, de todos modos, a ella le habría dado igual que la viera desnuda. Nico la conocía suficiente, así que la tensión fue la misma de siempre, sin acentuación.
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AMÉN, NICO, AMÉN
Fiksi UmumNico vive atrapado en un trauma de infancia que mantiene oculto y callado en su cabeza. Cree haber empezado una vida nueva, lejos de todo lo que le había hecho mal, pero el encuentro con un chico llamado Elliot le regala una pista de algo que podría...