LISA
Todo estaba oscuro. Alguien había apagado las antorchas o se había olvidado de colgarlas en las paredes. Con suerte, la luz del pasillo anterior aún iluminaba lo suficiente para saber por dónde caminaba, pero le inquietaba el silencioso sonido de sus pasos. Sentía que acechaban desde todos los lados. Entonces aminoró su andar y visualizó una silueta a pocos metros de ella. Alguien estaba allí, apoyado a la pared con un hombro y las piernas cruzadas. Estaba demasiado cómodo para ser un intruso, tal vez solo vigilaba la entrada.
—¿Quién es?
—Dímelo tú—reconoció la voz al instante. El individuo se acercó dejando ver su rostro y Lisa quedó petrificada.
—Nico, ¿qué haces aquí?
Él la agarró por las muñecas, con la expresión llena de odio, pero unos pasos irrumpieron en su encuentro y Lisa no tuvo más remedio que empujarlo y esconderle entre los huecos que formaban las piedras de las paredes. Quedó sola en medio del camino y no tuvieron que pasar más de tres segundos para que alguien nuevo apareciera. Nico se quedó escondido, a punto de averiguar más de lo que habría hecho solo con preguntárselo a Lisa.
NICO
Vio llegar al nuevo individuo. Intimidaba bastante con su andar despreocupado y sus ojos claros brillando en la oscuridad. Se detuvo frente a Lisa, quien le esperaba con una expresión tonta de sorpresa. Si estaba intentando disimular, no lo hacía nada bien.
—Justo venía a verte—escuchó que decía ella cuando tuvo a la otra persona de cara.
—¿Para qué?
—Necesitaba saber si, realmente, has matado al último rosso.
Nico dedujo, entonces, que la persona con la que hablaba era el hermano de Blake, el exterminador, el único en mantener contacto con el líder. No supo deducir si su supuesta amiga estaba tratando de darle esa información a él o estaba, totalmente, implicada en el caso.
—¿Has venido solo para preguntarme eso?—preguntó Leslie, con un tono sospechoso.
—No. Quiero ver a mis padres.
El joven chasqueó la lengua y sonrió.
—Hoy no puedes verlos, están en fase de prueba.
—¿Cómo que en fase de prueba? ¿Por qué nadie me ha avisado?
—Nadie necesita tu permiso.
El rostro de Lisa no se distinguía bien, pero el azabache pudo intuir que estaba en shock gracias a su silencio y el blanco de sus ojos abiertos. No tenía ni idea de qué hablaban, pero era obvio que no era nada bueno para ella. Tal vez, su relación con la secta no tenía nada que ver con un posible odio hacia él, tal vez estaba obligada a trabajar por culpa de la relación que tenían sus padres.
—Respecto al rosso...—volvió Leslie—. Lo haya herido o no, físicamente, ya estaba muerto desde antes de encontrarlo.
Nico tragó saliva. Con aquello no dejaba claro si Aika seguía respirando. Quiso salir a golpearlo, ¿pero qué iba a conseguir? Pensándolo, tal vez tenía la oportunidad de seguir adelante. Si se mantenía en su escondite, tarde o temprano iba a quedarse estancado e iría en busca de su padre. ¿Por qué no hacerlo en aquel instante?
—¿Está muerto?—murmuró Lisa.
—Al igual que tú—sonrió Leslie apuntándola con el dedo—. Dile a tu amiguito que salga.
Lo sabía desde el principio. Se había hecho el loco, pero siendo él, incluso pudo imaginarse que Nico estaba allí desde horas antes de entrar en las catacumbas.
Nico salió a la luz.
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AMÉN, NICO, AMÉN
General FictionNico vive atrapado en un trauma de infancia que mantiene oculto y callado en su cabeza. Cree haber empezado una vida nueva, lejos de todo lo que le había hecho mal, pero el encuentro con un chico llamado Elliot le regala una pista de algo que podría...