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Dolor, eso era lo que sentía DongMin por la mañana, su cabeza dolía y tenía unas notorias ojeras debajo de sus ojos. Ni siquiera recordaba a qué hora regreso a casa anoche, solo sabía que MJ apareció una horas después junto a MinHyuk, no quiso preguntar dónde estaba porque por sus ropas mal puestas y sus miradas perdidas, supo la razón por la cual se fueron por tanto tiempo. Y no le molestaba, su amigo estaba disfrutando su vida, allá el que era un virgen todavía.

Porque si, a sus 19 años de existencia, jamás estuvo sexualmente con alguien. O bueno, al menos no del todo, tuvo solamente dos relaciones a lo largo de su vida, una de ellas fue la más larga y su razón principal para terminar fue por qué DongMin aún no se sentía listo para dar un paso más adelante en su relación. El chico por obvias razones se frustró ya que teniendo a alguien tan lindo y apetecible como DongMin, nunca logro meterse entre sus piernas. El peliazul no sabía si sentirse bien o mal con eso.

Podía sonar muy cliché y todo lo demás, pero seguía pensando que la primera vez tenia que ser con alguien con el cual este seguro, alguien a quien de verdad ame y este locamente enamorado. Aún buscaba a el hombre correcto, solo que era algo difícil ya que el 50% de la población masculina eran unos totales idiotas, calenturientos, mentirosos, y para de contar. Y no se confundan, el hecho de que le gusten los chicos no quiere decir que este a salvo de la tóxica sociedad, o de la masculinidad frágil de los hombres que con solo ver su cabello con rayos azules o sus uñas pintadas, el maquillaje en sus ojos, ya lo consideraban poco hombre.

¿Estaba mal que un chico usará maquillaje? ¿Estaba mal que se pintara las uñas o siempre tratara de mantenerse arreglado? Que lo perdonen por preocuparse por su apariencia. DongMin odiaba los estereotipos que la gente montaba sobre las personas, las etiquetas e incluso los prejuicios.

Pero nunca iba a haber un día donde eso no pasará. ¿Cierto?

Después de arreglarse y desayunar, DongMin emprendió camino hacia sus clases de danza. Tenía una ropa un poco más cómoda y suelta para bailar con comodidad. Al momento de entrar a su salón, JinWoo lo recibió con una sonrisa y ambos empezaron sus calentamientos.

Una hora más tarde cuando el timbre sonó, DongMin fue el primero en salir para dirigirse al baño y arreglar el desastre de sudor que era. Se miro en el espejo a la vez que lavaba su rostro con agua fría, tomo una toalla que yacian acumuladas a un lado para secarse.

Saco un bálsamo rosado para humectar sus labios pero de pronto la puerta fue abierta y varios chicos entraron al lugar.

—Oh, miren que sorpresa, un bailarín de nuevo ingreso.—canturreo uno de ellos que por su aura y personalidad, se podría decir que era el "líder".—Hey, precioso, ¿Estás retocando tu maquillaje, princesita?

DongMin guardo sus cosas ignorando el comentario de aquel tipo, colgó su mochila en su hombro con intensiones de irse pero fue detenido por el mismo sujeto.

—¿A dónde vas tan rápido? Es de mala educación dejar hablando a tus mayores solos.

—Suéltame.—pidio con el miedo y nerviosismo en su pecho.

—¿Soltarte?¿Para que? Si podemos divertirnos un rato, ¿Cierto, chicos?— los demás asintieron riendo dándole la razón al más alto.

DongMin trato de soltarse de su agarre pero el azabache lo tenía sujetado tan fuerte que le fue imposible. El chico jalo su brazo estampando el cuerpo del peliazul a la pared, con una maliciosa sonrisa se fue acercando poco a poco a su persona.

—Vamos a ver qué tanto puedes hacer como bailarín, me dijeron que los de tu clase saben gemir como putas, vamos a comprobarlo.— el peliazul lo vio acercarse aún más así que puso una mano en el pecho del mayor para alejarlo, buscando así una manera de escapar de ahí, sin embargo los demás estaban a los lados acorralandolo.

Sweet Bitter ᵇⁱⁿʷᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora