☆ 57°•

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DongMin suspiro por cuarta vez esa mañana mientras veía a su novio posar para las fotos que le estaban tomando. El cielo estaba totalmente despejado y el sol daba su luz brillante, DongMin bebía de su yogurt de fresa que MoonBin le había comprado minutos antes de llegar, disfrutaba el día, pero no de la vista.

- MoonBin, trata de acercarte más a Yiren, estás muy alejado de ella.- pidió el fotógrafo mientras tomaba el brazo de MoonBin y lo acercaba a la chica a su lado.

DongMin aspiro más fuerte el yogurt por la pajilla y entrecerró sus ojos observando fijamente donde el pelinegro posaba su mano.

La cual estaba sobre la cintura de Yiren y está última descansaba su mano en su hombro sonriendo ante la cámara. DongMin no quería hacerse películas dramáticas en su cabeza, no, claro que no.

¿Pero era necesario el contacto físico? No lo sabía, tampoco iba a buscar la respuesta.

Volvió a suspirar y tomo asiento en una silla cruzando sus piernas. Su madre no le había dirigido la palabra en todo el día y aunque no le gustará el aura donde estaban todos envueltos, se sentía cómodo al no tener que lidiar nuevamente con los comentarios absurdos de su madre.

Cuando la hora del descanso llegó, MoonBin se acercó al peliazul con una sonrisa en su rostro.

- Si las miradas mataran la tuya ya me habría hecho un agujero en la frente.- bromea el pelinegro apoyándose de la silla del peliazul.

- No es mi culpa que te manden a acercarte a ella como una garrapata.

- Tampoco la mía.- concluyó para acercar su rostro y besar su mejilla. - Espera a qué terminemos y vamos a comer juntos.

DongMin asintió sonriendo.

- De acuerdo, si tardas te pateó.

- Como si pudieras hacerlo.

DongMin alzó su puño para golpearlo pero MoonBin se alejo riendo. La sesión nuevamente se retomó pero está vez en solitario, DongMin espero paciente a qué las horas pasarán y así poder ir a comer porque realmente moría de hambre.

Al cabo de un rato el pelinegro finalizó sus fotos y cambio su atuendo para ir por DongMin. El peliazul al verlo extendió su mano para entrelazarla y así irse juntos

Llegaron a un restaurante bastante bonito de comida tradicional coreana, las mesas que se colaban estaban separadas por una cortina roja de la otra mesa de atrás, lo que significa que tu espalda y la de la otra persona podían semi chocarse pero los separaba la cortina.

- Espera un minuto, iré a hacer una llamada.- avisa el pelinegro colocándose de pie y yendo hacia un lado más callado.

DongMin bebió su vaso de agua viendo el menú en la mesa, habían muchos platillos que quería probar y otros que tenía prohibido comer, asi que en parte, estaba indeciso.

Detrás se logra escuchar como unos nuevos clientes toman asiento en la mesa vacía. DongMin ignoro sus voces y siguió concentrado en el menú.

Pero luego algo hizo que dejara de leer la libreta en sus manos.

- No se cuánto tiempo tengo que esperar para decirle la verdad.- dice una voz detrás que le pertenecia a una mujer y DongMin la sentía familiar.

- ¿Crees que es el momento? De todas formas necesita saberlo antes de que sea demasiado tarde.- comenta una voz más gruesa.

DongMin frunció su ceño porque esas voces el las conocía, si no estaba equivocado.

- Tengo que coincidir nuevamente con el, no puedo llegar de la nada y decirle, "hey, MoonBin, soy tu verdadera madre, me hice pasar por tu profesora de artes para conocerte, espero no me odies."

Sweet Bitter ᵇⁱⁿʷᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora