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Era una mañana solada como cualquiera, las personas caminaban por la calle, los autos pasaban con destino a sus trabajos, las aves cantaban, la radio sonaba, todo estaba pareciendo un día común y corriente.
Excepto por cierto peliazul que corría como si su vida dependiera de ello por qué justamente hoy cuando era su primer día como alumno universitario, se había quedado dormido. Y no lo culpen, había regresado justo ayer de Japón debido al trabajo de sus padres, así que solo le dió oportunidad de preparar lo necesario para hoy, por suerte logro vestirse y arreglarse como debía, de lo contrario pasaría la peor de las vergüenzas.

Lee Dong Min era su nombre, hijo mestizo entre un Coreano y una Japonesa, el único hijo de los Lee, un chico inteligente, carismático, algo tímido pero agradable cuando tomaba confianza en alguien. El hijo y amigo perfecto, o bueno, eso era lo que decían de el.

Acomodó sus ropas y respiro profundo para así poder entrar oficialmente a la institución. La Universidad de Artes de Seúl era una de las más grandes y costosas hasta el momento, DongMin había elegido la Danza como su profesión, llevaba años en esto y quería seguir dedicándose a ello.

Camino por el pasillo observando a todos lo estudiantes, personas coreanas y no coreanas, desde latinos hasta europeos. Había una combinación de nacionalidades por dónde lo mirases. Las miradas sobre el no tardaron en llegar, algunos chicos le silbaron haciendo que se sintiera aún más nervioso por su primer día. Amaba ser halagado, pero odiaba cuando lo hacían con obscenidades e insultos para nada atractivos que en vez de sentirse halagado, se sentía asqueado.

Una vez que encontró su salón correspondiente de danza, se adentro al lugar mirando todo a su alrededor, habían varios alumnos y entre ellos mujeres. Dejó su mochila en un casillero y se acercó al círculo de estudiantes.

A su lado se sentó un chico pelinegro quien enseguida le sonrió.

-Hey, ¿Eres el nuevo?- pregunto curioso.

-Si, ¿Y tú?

-Algo así, repetí primer periodo de danza y estoy cursando nuevamente este.-explico- Soy JinWoo por cierto.

-DongMin, un placer.- estrecharon sus manos presentándose.

El transcurso de la clase solo se baso en indicaciones y reglas que cada estudiante debía tener. Los ensayos eran de lunes a viernes sin falta, tenían clases extras teóricas algunas veces y el resto era preparación individual que consistía en ensayos solitarios que el profesor evaluaría todos los viernes. Para DongMin fue algo sencillo ya que el se la pasaba bailando prácticamente.

Cuando dieron por finalizada la clase, JinWoo invito a DongMin a la cafetería para presentarle el lugar ya que está era la zona más espaciosa de la Universidad, y la más bonita según los demás. DongMin acepto amable, quizás podía toparse con su mejor amigo el cual también estudiaba ahí.

-¿Eres de Seúl?- pregunta el pelinegro sacándole conversación al peliazul.

-Nací en Corea pero me crié en Japón.

-Oh, ¿Eres mitad de cada uno? Eso es cool, supongo que debes hablar Japonés fluido.-expreso con asombro el más bajo.

-Sip, e inglés también pero no lo practico mucho como el japonés.- se encogió de hombros como si aquello fuera lo más normal del mundo.

-Yo solo se hablar coreano, que triste por mi.- DongMin soltó una risita que ante el pelinegro le pareció muy adorable.

Llegaron a la cafetería minutos después, DongMin abrió sus ojos sorprendido por lo grande y refinada que se veía. Caminaron hasta una mesa tomando asiento en ella, el peliazul escaneaba el lugar, observando a cada persona que pasaba y lo miraba con ojos curiosos, no sabía si era por los rayos azules en su cabello, o por el hecho de que era un noob aquí.

Sweet Bitter ᵇⁱⁿʷᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora