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DongMin fue abriendo sus ojos lentamente sintiendo una gran punzada de dolor en su cabeza.
Su cuerpo se sentía pesado como si hubiera dormido toda una semana. La habitación en la que se encontraba era de un color totalmente opuesto ala de el, la cual era de un color crema. Esta habitación era de un color blanco con gris, había un estante pequeño con algunos libros, una guitarra, una ventana, un clóset y un pequeño escritorio.

El peliazul arrugó sus cejas incorporándose un poco, saco un primer pie y luego el segundo haciendo que sus dedos desnudos tocaran el frío pavimento. Se levantó un poco confundido y desorientado, abrio con cuidado la puerta y salió hacia el pasillo encontrándose con que estaba en un departamento.

El olor a café inundó sus fosas nasales y el sonido de unos pasos mas un silbido llamo su atención. Estaba nervioso por qué no sabía dónde estaba, y tampoco recordaba muy bien lo que sucedió anoche.

En cuanto piso la sala, vio en la cocina una espalda ancha cubierta por un suéter negro. DongMin entrecerró bien sus ojos reconociendo esa altura, esa forma de pararse y ese cabello.

Si, era MoonBin.

El pelinegro giro su rostro encontrándose con la curiosa mirada de DongMin. Esbozo una sonrisa llevando un plato de panecillos y huevo frito a la mesa.

-Por fin despiertas, nene. Ya estaba por llamar de nuevo al médico para ver si seguías vivo.

-¿Médico?- cuestionó-¿Que sucedió anoche? ¿Y por qué estoy aquí?

-Que te parece si primero nos sentamos, desayunamos y después hablamos. -sugirió tomando asiento en la silla.

DongMin dudo unos segundos, pero termino por aceptar y sentarse frente al pelinegro. MoonBin le sirvió un poco de café pero DongMin lo rechazó enseguida

-No tomo café.-aviso haciendo una mueca.

-¿Que clase de persona eres como para que no te guste el café?

-Simplemente no me gusta.- se encogió de hombros.

MoonBin chasqueo la lengua y se levantó para abrir el refrigerador y sacar un frasco de plástico con envoltura. Lo puso frente al peliazul con una pajilla azul. DongMin lo miro confundido hasta tomarlo y abrir sus ojos en emoción.

-¡Yogurt de fresa!- exclamó como un niño metiendo la pajilla en la envoltura y empezarlo a beber.

MoonBin alzó una ceja esbozando una risa.

-¿Cómo es que puedes pasar de ser un amargado que me odia, a ser un niño dulce?- cuestionó dándole un mordisco a su panecillo.

-No te odio.- aclaro.- Y es fácil, cosas muy simples como el yogurt de fresa o los días soleados pero frescos, me ponen de buen humor.

-¿Es decir que para mantenerte feliz debo darte seguido yogurt de fresa y sacarte a pasear en días soleados pero frescos?

DongMin abulto sus labios saboreando el yogurt en su lengua, miraba al pelinegro como un niño, literalmente. Hasta que ladeó su cabeza.

-No necesito que me mantengas feliz, no es como si fueras mi novio o algo así.- aquello último lo murmuró desviando su mirada. MoonBin mordió su labio ahorrándose lo que iba a decir.

-Quizás ahora no, pero en el futuro puede que incluso aceptes salir conmigo.

DongMin frunce su ceño mirándolo.

-¿Tienes mucha confianza en ti mismo, eh?

-Solo soy positivo.

-Para que acepte salir contigo, primero debes dejar de ser un idiota, aunque estoy empezando a creer que ya forma parte de tu personalidad. - el pelinegro frunció sus labios. - Y además, desconozco muchas cosas de ti, ¿Quién me asegura que no eres un delincuente de verdad o trabajas para alguna mafia?

Sweet Bitter ᵇⁱⁿʷᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora