Capítulo 34: Velada no viligada

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Narra Rubius.

  Los días pasaron rápido, como era de esperarse los externos se fueron, quedé en casa con Nieves y Kristina, esta última parecía que se estaba muriendo de frío, lo cual era bastante obvio ya que Nieves seguia teniendo el collar.
Le prepare una bebida caliente y le di mi abrigo para que entrara en calor, mientras que con Nieves salimos al balcón, no íbamos a poder estar mucho tiempos solos, pronto vendrían algún que otro policía a vigilarnos.

— ¿Cómo te sientes? Nieves ¿ Estás bien en casa de Luzu? . — le pregunté.

— Son buenas personas y muy atentas. — dijo con una sonrisa pero está se borró.

— ¿Pero...?

— Extraño estar aquí, con coringa y juanolo, contigo. — dijo lo último un poco más bajo, yo reí suavemente ante su actitud.

— Cuando esto acabe podrás vivir aquí con nosotros toda la vida si quieres. — puse mi brazo alrededor de sus hombros. — Ya eres parte de la familia aunque no lo recuerdes.

— Gracias. — bajo la cabeza sonrojada. — Me alegra estar en tu familia.

  Toc toc, se escuchó que tocaban la puerta así que bajamos, seguramente sería el oficial, abrí la puerta y ahí estaba Alex con su traje de policía y su casco en la mano.

— Eh Alex, ¿Que haces aquí? Es tarde. — dije.

— Vine de reemplazo, Paul se enfermó. — dijo pasando a la casa y saludando a Nieves.

— Que se mejore, me debe un karma de plata. — se dirijio al sofá junto con Kristina y sacando una manta prendió la televisión.

— ¿Que esperan? Pueden salir a su cita y besuquearse si quieren. — Ambos nos pusimos rojos, y gire la cabeza nervioso.

— ¿Desde cuando te llevas bien con Kristina?

— Desde que ustedes se fueron, ya vayanse que se me acaba el turno, nada de irse tan lejos. — nos dijo.

— De acuerdo. — nos fuimos.

  Era de noche, por lo que debía poner unas antorchas especiales para que no parecieran los moods, colocamos alrededor de toda la casa y nos sentamos en el pequeño muelle a conversar, ya tenía una idea de que era lo que íbamos a hacer.

— La vista de tu casa es hermosa.  — dijo ella.

— Si, se puede ver las estrellas de una manera que flipas.

— Rubius — dijo tímidamente. — Cuéntame de mi alma.

— Bueno, la fabricó mi externo unas semanas después de su llegada, no podía hablar, pero hacia dibujos en lo que sea, ya sea tierra o mis paredes, le encantaba tirar bolas de nieve desde el balcón a los moods que pasaran y siempre me llenaba el comedor de zanahorias para Juan Carlos.

— Parece que desde antes soy feliz aquí. — me dijo.

— Si. — dirijí mi vista al lago frente mío para encontrarlo congelado — Gracias dioses. — susurré. Y saque los patines que tenía guardando hace tiempo.


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   Lo prometido es deuda, me dieron el celular de vuelta por buena conducta, pero no puedo abusar de él. Trataré de actualizar con moderación.

Adiós Amores

 Karmaland NPC: NievesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora