Capítulo 25: Osito.

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Narra Nieves.

  Nos quedamos en ese lugar un rato más, nadie quería decir otra palabra por lo tensa que era la situación, pero los minutos pasaron y decidieron ponerse en marcha, Luzu se fué siendo guiado por Rubius a la vez que Vegetta y Auron comenzaban a poner todas las cosas que trajimos para nuestra estadía.

  Así cayó la noche y todos fuimos a dormir, yo me quedé en la cama que estaba en la nevera, pero me era imposible conciliar el sueño, además que las sábanas de cuero no ayudaban en nada  y mi diminuto tamaño hacia que la cama pareciera enorme.
  Quedé acostada con los ojos abiertos pensando en todo lo que había pasado en tan solo un día. Comencé a tener miedo, mi cuerpo temblaba y no por el frío, pequeñas lágrimas salían de mis ojos y se cristalizaban en estos, no tenía idea de lo que podría pasarnos, no quería que les hagan daño.

— ¿Nieves? ¿Que sucede? — dijo Rubius entrando con un balde y un trapo húmedo.

— Yo... Nada. — pasé las manos por mis ojos tratando de sacar mis lágrimas congeladas pero estás desaparecieron.

— No trates de ocultarlo, soy tu compañero y necesito que confíes en mí. — se acerco y se sentó al borde de la cama.

— Es que... No puedo creer lo que está pasando. — Abracé mis rodillas para ocultar mi rostro.

— No te preocupes saldremos de esta. — con una mano levanto mi cabeza y con la otra comenzó a pasar el trapo por mis ojos. — No es la primera vez que nos metemos en problemas.

— ¿Seguro que estaremos bien? — le pregunté.

— No lo dudes mi niña. — soltó esa frase con una sonrisa, solo el externo me llamaba así y me molestaba un poco.

— No me llames así.

— Nieves, admitelo ahora mismo te vez como una niña. — me miró de arriba hacia abajo sonriendo.

— Supongo que si. — dije suspirando al recordar mi tamaño.

— Eh, pero eso no es malo. — se apresuró a decir. — Además no eres la única que es diferente a los demás.

— ¿A qué te refieres? — Alcé la mirada a él mientras se sacaba la máscara.

— A esto. — Se saco su capucha marrón dejando ver un hermoso pelo blanco adornado con lo que parecían ser ¿Orejas de oso?

— Wow. — dije mirándolos sorprendida. — ¿Son reales?— él asintió. — ¿Puedo tocarlas?

— Si, pero ten cuidado, tus manos siguen siendo frías. — dijo él.

— Bien. — levanté mi mano y toque un poco una de sus orejitas y vi como la otra se comenzaba a mover. Reí un poco. — Pareces un oso.

— En parte lo soy. — mencionó al momento en el que separe mi mano.

  Todo lo demás transcurrió normal entre conversaciones animadas y risas, quería que el tiempo se parará por un instante,  habia pasado quizás una hora o más para cuando él se despidió.

— Mañana veremos qué hacer, no te preocupes. — se levantó de la cama caminando hacia la puerta. — Adiós mi niña.

— Adiós Osito. — dije antes de que saliese, arropandome y por fin consiliando el sueño.

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Capítulo entregado, que emoción, la verdad me gustó mucho este capítulo, espero que a ustedes también.

Adiós Amores.

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