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(***)

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(***)

______abrió los ojos perezosamente. Se levanto de la cómoda cama en la que estaba durmiendo.

Observó su alrededor algo confundida, nunca había visto aquella habitación.

Un pequeño ardor apareció en la clavícula de la azabache, algo extrañada por aquella sensación, prosigo a retirar la prenda que le impedía tocar la zona afectada. Al pasar la yema de sus dedos sobre el ardor, se podía sentir un pequeño bulto, la piel estaba levantada como si de una cicatriz se tratara.

"¿Qué mierda es esto...?"

Retiro las sábanas que cubría sus piernas y se paro, camino hasta la puerta. Dio vuelta la perilla y observo hacia afuera.

Era un pasillo, muy largo a la vista de la joven, giro hacia ambos lados verificando que no hubiera alguien que pudiera detenerla. Cuando dio un paso fuera de la habitación el ardor de su clavícula comenzó a arder otra vez.

Era una clara advertencia por parte del rubio. El problema, Ella no lo sabía. Además ¿Cómo iba a saberlo?

La chica se tocó la parte afectada, no podía detenerse teniendo una oportunidad que quizás nunca vuelva a presentarse. No recordaba con exactitud lo ocurrido antes de esto, sólo sabía que tenía que escapar, su instinto se lo dijo.

Comenzó a correr sin importarle cuánto dolor le causaba aquella cicatriz. Sus pies descalzos tocaban constantemente el frío suelo de cerámica, a lo lejos logró localizar una puerta, no le pensó más y la abrió una vez estuvo frente a ella. Pensando que era la salida.

Pero lo que vio no era la salida.

Se quedó de piedra al ver al chico rubio a menos de tres metros de distancia de ella. El estaba sentado, sus manos estaban juntas mientras sostenían su mentón, su flequillo oculta sus ojos.

Un escalofrío recorrió la espina dorsal de la azabache, se dio vuelta rápidamente para abrir la puerta. Algo en su interior le decía que si seguía ahí más tiempo algo muy malo sucedería. La frente le comenzó a sudar al darse cuenta de lo que pasaba. No había perilla. Lo que significaba que, no había salida.

Una presencia perturbadora se sintió a sus espaldas, se quedó quieta en su lugar.

Una mano se posicionó a un costado de la chica con fuerza. Cerró los ojos y se volteó quedado cara a cara con la del rubio.

No quería abrir los ojos, le asustaba pensar como la estaba mirando, después de todos él fue quien la trajo ¿no? No lo recordaba bien lo ocurrido, pero su rostro se le era imposible de olvidar. Una mano acarició su mejilla derecha, una corriente eléctrica la envolvió, sus ojos verdosos fueron abriéndose de apoco hasta el punto de quedar totalmente abiertos.

Las mejillas le ardían y sentía que le faltaba el aire. Tenerlo cerca le causaba unas sanciones extrañas, y la cicatriz en su clavícula ya no dolía, al contrario, le daba más bien una sanción placentera y excitante. Perfecta para el ambiente.

La respiración del rubio se mezclaba con la de ella.

El dulce aroma a manzanilla de la chica le era embriagador, perdía la cordura de tan solo tenerla cerca. Este fue el momento en el que Bill se dio cuenta de todos.

Le agradaba la muchacha. Su piel pálida, sus leves y pequeñas pecas, sus ojos, cara, boca, todo. Todo en ella era algo que Bill quería tener para siempre. Eternamente.

Pensar que podría tocarla, olerla y hacer un sin fin de cosas, le hacía sentir cosas. No comprendía el cuerpo humano del todo, así que aun no se explicaba el porque, de tan sólo pensar que podría estar con ella, le palpitaba la zona de la entrepierna y mierda que si le dolía.

Sabía para que funcionara aquello. Y lo más raro es que la reproducción humana estaba muy de moda hoy en día. Eso era algo que Bill no comprendía y seguro jamás lo hará.

—¿Pensabas escapar...? —Su tono hizo que la azabache diera un leve respingón en su lugar.

Observó su expresión seria con nerviosismo, no conocía mucho al rubio, pero por alguna razón se sentía cómoda y aliviada. Como si siempre hubieran estado juntos.

Aunque ahora si tenía miedo y bastante.

—N-No... —Balbuceo. El rubio la observó sin ninguna emoción en concreto, o eso aparentaba.

Sonrió de lado. Tomó de los muslos a la azabache apegándola bruscamente a la pared. El pulso de la chica iba a mil por segundo.

Puso ambas manos en los hombros del rubio, el sonrojo y los nervios no tardaron en aparecer. Era la primera vez que estaba así con un chico, así que no sabía qué hacer en estos casos. ¿Lo golpeaba? ¿Lo hacía ver flores?

—Pues a mí me parecía otra cosa... —Río mostrando los dientes. Sus ojos brillaron cual gato en la oscuridad— ¿Estas segura de que quieres irte?

Sin decir más de la cuenta, comenzó a lamer el cuello de la chica. Un gemido de sorpresa escapó de los labios de la azabache. Apretó el hombro del Bill, Su entrepierna comenzó a palpitar también. Era una sensación embriagadora, seductora y caliente.

Sus mejillas ya ardían de lo sonrojada que estaba, la lengua de Bill se movía con agilidad haciendo jadear a la contaría. El sonrió y succiono levemente su cuello, con la clara intención de marcar territorio cual lobo.

Luego de dejar marcas por su cuello, se detiene a observar la cicatriz en su clavícula. Sonríe al ver la figura triangular que este había dejado horas atrás.

—Te diré algo_______ —Susurro en su oído. Las descargas electrónicas volvieron a aparecer, paralizándola—. Nunca lograrás escapar aquí.

La azabache escucho atentamente cada palabra. Su parte racional le decía que le reclamara y que tenía que salir de ahí, pero otra parte de ella quería quedarse y sentir mucho más de lo que él rubio le estaba ofreciendo. Mas... ella quería el producto completo.

—S-Si llegará a escaparme... ¿Q-Que pasara? —Se atrevió a preguntar la chica.

El rubio sonrió malicioso, se separa de su cuello y la mira con una mirada perversa.

—Asesinare a toda la familia Pines. —Dijo sin más. La azabache abrió sus ojos horrorizada por eso. No podía permitirlo.

—¡Está bien! No planeo uir... —Dijo rápidamente. La sonrisa de Bill se volvió más siniestra—. Pero, a cambio no lastimaras a nadie cercano a mi. Por favor.

Aquello tomó desprevenido a Bill, la observó por unos momentos. Los dos se encontraban completamente serios, entonces la cara de Bill cambió a una juguetona.

—Está bien —Volvió aponer su cara en el cuello de la azabache, oliendo su olor Manzanilla—. Es untrato.

M ᴇ ɴ ᴛ ɪ ʀ ᴀ s [#1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora