22

1.8K 193 43
                                    

(***)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

(***)

Todo parecía normal, incluso el ambiente era agradable.

Bill revisaba algunas hojas. Sus planes de destruir a los Pines no habían cambiado. Solo habían sido modificados.

Frunció el ceño al pensar en eso, quien diría que esa mujer lo haría cambiar sus macabros planes de destrozar a la familia Pines. Porque lo hizo, por mucho que Bill quisiera matarlos y ya, no quería verla sufrir.

Su memoria estaba muy frágil. En cualquier momento recordaría todo.

Aun que ya daba igual. Lo odiaría tarde o temprano, solo es cuestión de tiempo.

Cuando el raromagedon se haya completado. Tomaría a la familia Pines y los encerraría, puede que en algún momento los torture. Y a ella... procuraría pasar cada maldito segundo con ella, su mente estaba llena de pensamientos retorcidos por imaginar su futuro como reyes de un su raromagedon.

Pero, Bill frunció el ceño al pensar en todas las posibilidades que habían de que ella lo odiara cuando eso pasar. De verdad que odiaba los sentimientos humanos, lo hacía sentir débil. Ella era su maldita debilidad.

Y eso lo molestaba y lo hacían sentir vivo.

El sonido en la puerta hizo que Bill mirara con frialdad en su dirección. Otra vez uno de sus malditos sirvientes lo estaba molestando.

—¡Adelante! —Exclamó de manera neutral. Bajo la mirada volviendo mirar sus planes malévolo hacia los Pines.

—¡Bill, mira te tarjeta gallet...! —El rubio al escucharla voz de la azabache, tomó los papeles y con desesperación los esparció por el escritorio. La chica al ver esto, lo mira de una manera confusa.

Bill sonreía nervioso. Ella no podía enterarse de esto, o por lo menos no por ahora.

—Galletas ¡Genial! —Intento disimular su acción pasada.

—¿Me estas escondiendo algo? —Alzo una ceja.

—No. —Respondió con rapidez.

La azabache dejó pasar aquel extraño momento, como si nada. Dejó el plato con galletas en el escritorio de Bill, una sonrisa se había adueñado de los labios de la chica al verlo comer gustoso lo que ella le había preparado.

(*)

Los días pasaron, y la desesperación de los Pines iba en aumento. No lograban invocar a Bill por ningún medio, estaban realmente preocupados.

Temían por el bien estar de su prima y sobrina.

—Chicos, ¿Q-Que haremos si algo malo le...?

—¡No digas estupideces Mabel! Ella esa bien... —Interrumpió el castaño. Soltó un suspiro pesado—. Oh eso espero...

—Bill es impredecible, no podemos saber con certeza que puede estar haciéndole. —Añadió el mayor.

M ᴇ ɴ ᴛ ɪ ʀ ᴀ s [#1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora