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(***)

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(***)

La chica reposaba en la cama, sentía una molestia en sus oidos, había ruido por todos lados y eso la hacía sentir incomoda y muy molesta. Abrió sus ojos esmeraldas con pesadez, no entendía la razón del griterío fuera de su carpa.

Un fuerte rugido hizo que la azabache se cayera bruscamente del colchón, el suelo tembló fuertemente, casi le era imposible mantenerse de Pie. Como pudo se levantó y salió de la carpa en donde dormía, abrió sus ojos con sorpresa y el horror se instalo en su cara.

Monstruos atacaban el campamento con una feroz violencia ¿Por qué? Bill le había prometido que..., entonces sus ojos se escurecieron, ella ya no podía confiar en las palabras del Rubio. Siempre la decepcionaba, si no era de una forma lo era de otra, sus ojos se llenaron de lagrimas y se mordió el labio para no soltar jadeos, todos estaban corriendo y luchando, y ella solo estaba quieta.

—¡BASTA!— Grito fuertemente la chica y por arte de magias todos se detuvieron a mirar a la azabache.

Su expresión había cambiado, estaba mucho más seria y enojada que otras veces, no iba a permitir que más personas salieran lastimadas por su culpa. Bill la quería ella, los demás no tenían nada que ver, o eso fue lo que el rubio le hizo creer.

—¡Tu!— Apunto a uno de los gigantes. Este se señalo confundido —¡Llévame con Bill, Ahora!—Dijo de forma autoritaria la azabache.

Los gigantes comenzaron riese como unos retrasados mentales, no sabía que les hacia tanta gracias. Se sentían autoritarios, pues no entendían por que una simple mortal les pedía de esa forma ver a su Amo y Señor.

—Y que te hace pensar que seguiremos tus ordenes—Comento con burla una demonio, alta, piel purpura y con un solo ojo en su frente—Simple y estúpida mortal.

La azabache no hizo ni una sola mueca, más que nada les hacía gracia, al parecer no conocían bien su posición. Ahora ella rio, confundiendo a todos los presentes, nadie comprendía porque ella quería ir con Bill, está loca, pensaban. Excepto Stan, Pacifica y Gideon, quienes estaban al tanto de lo sucedido con la azabache.

Pero aun así estaban preocupados, no sabían si esos demonios querían hacerle algo. Stan quería ir a ayudar a su sobrina, a pesar de su edad, pero sus quejas eran retenidas por el albino y la rubia, quienes por mucho que también quisieran ir, no podía correr el riesgo de que los integrantes del símbolo corrieran peligro.

—Supongo que les suena el nombre de_______ ¿No?— Las caras de los demonios palideció. Bill les había ordenado con seriedad sebera, que si tocaban un solo pelo de la chica con ese nombre, lo pagarían con su vidas— No me hagan perder el tiempo y llévenme con Bill.

El gigante más grande de color rojo, se tenso, se acerco con cuidado a la azabache. Extendió su gigante mano, dejando que la muchacha se subiera en ella, debí arreglar esto, sea como sea. Aun que en el fondo la lastimara hacerlo, era su deber.

—¡______, No lo hagas!— Grito una pacifica desesperada, cuando vio las intensiones de su amiga, no dudo en soltar a Stan y correr tras ella.

La tristeza la invadió, las ganas de llorar también. Su amigable amiga azabache, le sonreía con tristeza, y al mismo tiempo disculpándose.

—Lo siento..., lo arreglare.

Los demonios y monstruos se fueron en dirección a la gran pirámide, ubicada en el centro del pueblo. Estaba nerviosa eso era seguro, pero debía hacer lo posible para liberar a su familia y si es posible, hacer que el rubio recapacite.

Cada minuto, parecía una hora para nuestra protagonista.

Los gritos de pacifica se agoraron en el viento, su amiga se había ido, solo para protegerlos. De verdad que si era un Pines, siempre yendo hacia el peligro para ayudar, por eso se enamoro de aquel castaño cuando eran una mocosa presumida.

La oji verdes fue escoltada hasta la sala principal del gran imperio de Bill, había un enorme trono, hecho de esculturas de piedra, en forma de los habitantes del pueblo. Apretó los puños con impotencia, rogaba porque su familia no estuviera allí, no se lo perdonaría.

La figura masculina del demonio apareció en su campo de visión, los monstruos comenzaron a encogerse, adaptando una postura humana pero a la vez con rasgos animales, u otras cosa más terroríficas. La mirada de Bill estaba fija en la chica, la cual trataba de no dejarse intimidar ante su mirada, los demonios a su alrededor la ponía nerviosa, había una que otra mirada que estaba segura, de que querían comérsela.

—Así que, ¿Ya te decidiste?— Pregunto de forma neutral.

—Si...— Contesto bajando la mirada.

De un momento a otro la mano de Bill sujeto su barbilla, alzándola en el acto. Miro los orbes esmeralda de la chica, miro con detenimiento, no dejaba de pensar en la probabilidad de que ella fuera la que estaba usando magia blanca.

—Bien, dime entonces. —La adolescente solo miro la seriedad del contrario con un revoltijo en su estomago.

—Me quedare contigo, solo si dejas en paz a estas personas. —Menciono intentando permanecer firme. Ambos tenían una mirada amenazante, del uno al otro.

La tensión volvió el ambienté otra vez. Para ellos siempre existirían, solo ellos.

—No hare eso.

Los ojos de la azabache se abrieron sorprendidos, se zafó del agarre del rubio. Los ojos de la azabache mostraban decepción y dolor, y eso Bill lo sintió pero fingió desinterés.

—Pero...

—No lo hare— Volvió a decir el chico. Chasqueo los dedos, unos demonios la tomaron de los brazos con brusquedad —Al venir aquí es porque aceptas quedarte aquí, bajo mis reglas.

—¡Bill, Espera!—Pataleo desesperada, mientras era arrastrada por los musculosos demonios.

La metieron a un pasillo.

Los pasamientos de la azabache se borraron. Apretó los puños, sus mirada se había oscurecido completamente, Respiro profundamente, cerró los ojos derrotada. Un fuerte ruido hizo que la chica abriera sus ojos, miro ambos demonios tendidos en el suelo, llenos de aquel color carmesí.

Su cuerpo tembló, ¿Qué mierda había pasado? No era tiempo para pensar en eso, debía aprovechar la oportunidad y buscar a su familia. Corrió con sumo cuidado por los pasillos, debía encontrarlos, y una vez hecho eso, se enfrentaría a Bill.

El rubio estaba sentado en su trono, en sus manos había un liquido oscuro, el cual era movido lentamente en círculos al interior de la copa. Se sentía terriblemente cansado, estaba aburrido, el pasamiento de la linda sonrisa de la azabache hizo que diera un brinco.

Toco su cabeza. No podía pensar en ella ahora, debían encargarse de que el símbolo del zodiaco no se hiciera y encontrar a la persona que controlaba la magia blanca. Después tendría tiempo para divertirse con su mujer.

—¡Señor, nos atacan!

Bill se levanto rápidamente mirando a su pequeño demonio informante.

—¿Qué?— Pregunto molesto.

El pequeño sintió con temor, conocía a perfecciona su Amo, y no era nada agradable cuando estaba enojado. Mucho menos cuando adquiría el color rojo.

—Si..., Los sobrevivientes tenían armamento ocultó...

La rabia de Bill aumento, miro a todos los demonios reunidos. Los que miraban esperando la orden, sabían con exactitud lo que pasaría, y eso los emocionaba, podrían divertirse otra vez.

—Mátenlos a todos.

M ᴇ ɴ ᴛ ɪ ʀ ᴀ s [#1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora