34. Hang

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Lamento la tardanza UnU tuve bloqueo de escritor con esta y otros libros que les tengo pendientes. Pero si gustan quisiera que le dieran una leída a un nuevo fanfic que saque respecto a palaye Royale, Remington Leith. Si va bien posiblemente la cambie y la haga con personas originales.

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«¡Malditas seas, tanto tú cómo Bill Cipher!» maldije colapsando.

Era este momento en el que Bill me ponía en jaque. Dónde cumplía mi parte del trato y era fallando a él.

—Esta mintiendo —dijé, tratando de ocultar el nerviosismo de mi arma.

—Dijiste que contará todo, esa es solo la primera parte de todo el circo que tienen montado ¡Ella es la que inició todo! —susurró.

Chasqueando sus dedos hizo que mi mano se levantará involuntariamente logrando mostrar unos piquetes en mi muñeca junto con un color brillante en el tatuaje.

Stanford, junto con los niños, comenzaron a atarla mientras yo sujetaba mi brazo tratando de bajarlo.

—¡Suéltame! —grité, sientiendo como quemaba.

Cuando terminaron de rodearla de pelo de unicornio por fin caí al suelo, exhalando con fuerza.

—¿Estás bien? —preguntó Stanford sujetando mi hombro.

—L-Lo estoy —dije, buscando con la mirada uno de los diarios—. Seguiré con el plan, entraré yo y ustedes vigilarán que no pase nada. No queremos que algo de afuera nos tome desprevenidos.

—Stanley irá con Mabel a la cabaña. Pacífica y Dipper cuidarán la casa, a nosotros y a Sherin —ordenó Stanford mientras yo colocaba las velas—. Yo te acompañaré —susurro sujetando mi brazo mientras prendía las velas.

—Puedo hacerlo sola.

—Tengo que ir contigo, puede que quieran jugarte una treta.

«Eso ya lo hicieron» me dije dudando.

¿Y si había recuerdos de ella de yo y Bill conversando? ¿Y si me nombraban en los planes?

—Solo mantente a salvó, entra a la cabaña y no salgas —susurre levantándome junto con él del piso—. Se lo que te digo, no quiero que te suceda nada malo.

—¿Ella tiene razón entonces? —preguntó, apretando la mandíbula en completa desaprobación.

—No puedo decirte nada, solo hazme caso, por favor —susurre, evitando que alguien de afuera me escuchará—. Solo está vez, confía en mí.

—Lo hice y mírate, hiciste un trato con nuestro enemigo.

—No tuve opción... Solo dejame hacer esto, necesito encontrar la forma de mandarlo lejos una vez más. Quédate en la cabaña, no quiero que alguien haga lo que yo hago con Sherin en tí.

—¿Estás insinuando que... —comentó, desviando la mirada alrededor de la habitación—. ¿Eso fue lo que le prometiste?

—Yo no prometí nada, solo le di un acceso.

—¿Que clase de acceso?

—No puedo decirte nada, por favor, no me hagas decirte más. Cuida de Tyronne que es a quien en riesgo está ahora. Cuida de que no intenten nada para entrar, tienen el acceso pero aún no el momento, no se los otorguen.

Seguía tratando de decirle que Bill intentaría entrar en su cabeza, decírselo de la manera más discreta posible. Pero él quería saber más y más.

—Solo por esta vez, tenemos de mucho que hablar cuando esto termine.

—Lo siento —le dije de vuelta al ver cómo se dirigía a la puerta.

—Solo ten cuidado, __________.

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Su mente era un escenario de la isla, solo que al trepar por los árboles encontraba ciertos recuerdos.
Viaje por ellos entre lianas, tratando de encontrar de qué manera el le contacto.

Cuando finalmente encontré el recuerdo.

Si, Bill era un asco.

Bill sabía de nuestros planes para destruirlo, sabía que no duraría mucho su reino del terror, o no por esta vez.

El tiempo era algo que le sobraba, al librarse del bebé tiempo sabía que no faltaba mucho para que Gravity falls se levantará en contra suya. Tenía la mitad de posibilidades de ganarles, pero la otra mitad sería quedarse sin nada.

Ir a una isla remota, dónde en algún momento de sus vidas llegariamos los Pines era la idea perfecta.

—¿Que eres tú? —preguntó Nala, la cabeza de la isla.

—Oh, solamente la cura de toda tu aldea —apuntó a todos los que se encontraban heridos por el ultimo desembarco de piratas—. Te daré refuerzos, una niebla en contra de todos los que quieran atacarlos de noche, solo por un simple favor.

—¿Un que? —preguntó la mujer, completamente convencida.

—Un heredero.

La mujer jamás se negaría, su primogénito sería un ser superior y en su ausencia podría gobernar sin nadie que la parase.

Y ahí estaba Sherin, con un año de nacida pero aparentando diez. Golpeando piratas y llevándolos de ofrenda a Bill, a su nuevo plan.

Todo este tiempo, estuvo ella de acuerdo a atraernos, hacernos de su parte, a mostrarme la planta, a....

—Los bebés —grité, despertando asustada.

Y ahí estaban Dipper y pacífica tratando de sujetarme mientras yo estaba por saltar de la ventana.

—¿Dónde están tus tíos? —pregunté, tratando de pensar.

—En la cabaña, como les dijiste.

—Maldita sea, maldita sea.

Miré hacia atrás donde Sherin se desvanecía como si fuera una sombra, todo había sido plan suyo.

ᴄᴜᴍᴘʟɪʀᴇ ᴍɪ ᴘʀᴏᴍᴇsᴀ [ғᴏʀᴅ x ____]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora