24. Hostil

168 16 2
                                    

Las siguientes noches las había pasado caminando por la habitación. Al quedarme sola y con miedo de que Bill entrará a mis sueños evite dormir, antes lo hacía bebiendo cantidades industriales de café y con parches de nicotina. Ahora, por el bien de mi hijo o hija que estaba esperando preferí solo morderme las uñas.
Mis manos temblaban como lo harían si estuviera bajo la cafeína, pero ahora eran por la adrenalina. Por la duda que en mi cabeza caminaba sin cesar.

Cómo si no fuera suficiente todo el problema de Bill ahora yo no podía ser parte de la solución, en realidad mi situación no era la mejor.

—¡Buenos días, Graunty! —gritó Mabel detrás del vidrio, al menos su alegría me mejoraría el día.

—Buenos días —sonreí escondiendo mis manos detrás de la espalda.

Ella entró a la habitación, o mejor dicho a la sala de observación dónde me tenían Stanford y Dipper. Podía salir varias veces de ahí ya que no podían tenerme en cautiverio por bien del embarazo, pero con Stan estoy seguro que no ve la luz del día desde que este "experimentó" comenzó. Lo peor de todo es que solo he hablado con los chicos, siquiera Ford considero la idea de que yo también estoy preocupada.

—¿Cómo se encuentran tus Grunkles? —pregunté sentándome junto a ella y tomando mi desayunó.

—Grunkle Stan paso la noche con Soos y jugaron juegos de mesa hasta tarde. Dipp y Grunkle Ford siguen en el piso dos, por nada del mundo nos dejan pasar —habló como si fuera lo más normal.

La cosa comenzaba a preocuparme, ¿Y si no era a mí y a Stan a quien se llevaría? Si no a Ford.
Suspiré tratando de guardar la calma, en estos momentos la mente me iba a mil por hora y lo último que haría sería parar de pensar.

—Llevo aquí casi una semana, tal vez unos días más. Te pido que confíes en mí y me dejes ayudarlos. Ford no hará esto solo, no puede, y no lo quiere entender.

—Ya lo derrotamos una vez, esto será una historia graciosa más que contarle al nuevo bebé —sonrió con entusiamos.

—Esto no es una guerrilla. Le dimos tiempo para fortalecerse y si coincido con tu Grunkle creo que estaremos en grandes problemas. Ahora, por lo que más quieras, déjame ir con ellos.

Ella miro su brazalete unos momentos, dudando si realmente tenía que ayudarme. Ella pasaba todo el día conmigo y sabía que no había nada extraño en mí.

—Esta bien, tu ganas. Pero déjame ver tus manos.

—¿Mis qué? —cuestioné extrañada.

—Tus manos, Grunkle Ford me dijo que Bill les hacía daño a sus cuerpos cuando les tomaba, una manía suya. Si no tienes heridas te dejare salir.

«¡JODEEEERR!»

—Escucha, será gracioso y todo pero sabes a la perfección que tengo la manía de morder mis uñas...

—Graunty... —suspiro Mabel—. No me ayudas.

Finalmente le deje ver mis manos. Si, por los nervios hasta abría recurrido a arrancarme los cabellos aún que mi perdida de vitaminas no me ayudaría a recuperarlo fácilmente.

—Tengo que pensarlo. ¿Y si mejor coloreamos un libro? —dijo, evitando el tema a toda costa.

Y ahí me vez, coloreando una jirafa.

ᴄᴜᴍᴘʟɪʀᴇ ᴍɪ ᴘʀᴏᴍᴇsᴀ [ғᴏʀᴅ x ____]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora