28. Sombrío

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Jodeeer. Que son las cinco de la mañana y sigo sin dormir. Mañana me levantaré temprano y mis ojeras serán lo mejor del día jajs. Si yo no aguanto con el suspenso de no terminar este capítulo supongo que ustedes tampoco, besos :3

Mi cabeza podría explotar en cualquier momento, tanto por la noticia que me había dado o por el dolor insoportable que tenía a causa de la anestesia.

—¿No prefieres descansar? —preguntón sosteniendo mis hombros obligandome a descansar mi espalda.

—Me quedaré despierta hasta verlos, no quiero quedarme dormida y regresar a ser conciente en dos días.

—Se nota que te mueres por una siesta. Mabel y yo traeremos las maletas y Stan se quedará por si necesitas algo. No quiero que te esfuerces demaciado.

—Pude con cosas peores, un parto no es nada —dije, evitando mencionar que sentía que si me levantaba todas mis tripas se iban al suelo—. ¿Y por qué no va Stan por nuestras cosas? No me digas que vas a la cabaña por otra cosa.

—Un arma nanotecnologica no nos haría daño ¿No crees?

—Stanford...

Mi voz sería despertó en el la astucia de un niño para convencer a su madre.

—¡Es el momento justo que él busca para hacerlo! —gritó, asustandome un poco—. Si yo fuera el ahora mismo vendría con un ejército y atacaría a una mujer recién operada. ¿Crees que nos dejara acostumbrarnos a tres hijos y atacará cuando la cantidad de soldados sea mayor?

—¿Estás diciendo que tus hijos pelearán con esa cosa? Joder Stanford... —comence a sobar mis sienes, esto comenzaba a molestar—. Solo ve por las prendas, no armas, no pelo de unicornio, no zombies, no diarios.

—¿Siquiera el que le di a dipper?

—Nada de nada Stanford, Si lo trae consigo que lo lleve a la cabaña. No quiero nada de brujería en el nacimiento de nuestros hijos —al decir eso último de la brujería la enfermera entro mirándome extraño, me miraría peor si supiera que hace unos cuantos años yo salve su existencia ¡Por mi y mi familia sigues viviendo mujer!

—Esta bien. Solo no bajes la guardia —dijó en broma besando mi frente.

¿Que más podría verle dicho? Lo último que quería sería una guerra intergaláctica donde yo estuviera en camilla y mis hijos en una encuvadora.

La enfermera me comunico todos los detalles, sobre que mi tercer hijo se había escondido bastante bien como para que los ultrasonidos viejos de Gravity falls no le dectectaran al cien y pensaran que era solo más placenta. Pero, el ocultarse así no le permitió tener los suficientes nutrientes así que pasaría una semana o un poco más en la encuvadora para asegurarse. Pero los otros dos... El niño era el que tenía la dicha de contar con polidactilia, mientras que mi pequeña niña sería "normal" si es que no se convertía en una come libros como yo e igual sufría de burlar.

Pero para eso estábamos Stanford y yo, para enfrentar a los abusadores y mandarlos un fin de semana a la dimensión 32-78, nada bonita si tienen la duda.

—¿Sigues despierta? —preguntó Stan, entrando a la habitación.

—No dormiré hasta que sepa que Stanford no trajo nada consigo del sótano.

—No se que planean traer si se llevaron a mi auto también.

—¿Fueron los tres?

—A Mabel no le confío mi auto así que ya sabrás...

—¡Dios santo! —suspiré.

Stan se sentó a un lado mío y tomó mi mano con una sonrisa.

—Quien diría que acabas de parir tres hijos y te preocupas por qué mi hermano, el sabelotodo, traerá un arma a un hospital.

—Para tu información te recuerdo que no será un arma cualquiera, si no, una que destruiría a un ser de otra dimensión. Si me escuchará la enfermera creerá que me pase de anestesia.

Una risa le acompaño al abrazo que me dió, saco su teléfono y me mostró una fotografía.

Aún que fue tomada detrás del cristal y el flash se enfocaba en el vidrio, podría apreciar tres caras preciosas con cabellos castaños. Tome el teléfono y entre lágrimas sonreí, no podía creerlo aún.

Miré la foto, mire los detalles como jamás había visto otra imagen. Pero entre todo ese color rosa y azul note una sombra alta y con ese maldito ojo amarillo.

—No, no, no, no —susurre asustada.

La enfermera entró y sin mi consentimiento coloco más líquido a mi anestesia.

—¡Dile a Stanford que está aquí, muestrale la fotografía... —dije antes de que la anestesia me llevará a mis sueños profundos. No sé cuánto tiempo más le llegue a balbucear cosas hasta que finalmente mi cuerpo se canso y cayó a la cama.

Sabía que en cualquier momento, por negarme a dormir, me obligarían a hacerlo.

Miré como Stan se movía de manera lenta hacía la salida de la habitación mientras llamaba a Ford. Miré los ojos de la enfermera tornarse amarillentos y decir en una voz fría y grusa.

Bienvenida a tu final, bello loto.

ᴄᴜᴍᴘʟɪʀᴇ ᴍɪ ᴘʀᴏᴍᴇsᴀ [ғᴏʀᴅ x ____]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora