➳Capítulo 6

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—Qué lástima, lo vas a tener que hacer —dije para luego ponerme los auriculares.

Hoy no estaba siendo un buen día y eso que apenas había empezado. Tuve una pequeña discusión con mi hermano en el camino, Noah es el mejor hermano que pude tener, pero a veces es tan necio y se cree que por ser el mayor siempre va a tener la razón, eso no me agrada para nada.

Lo único bueno de hoy es el trabajo que la profesora nos asignó, sería divertido, reflexionar sobre todas estas cuestiones. Por alguna razón que aun no entiendo, Miller es algo —por no decir muy— intranquilo, es como si todo lo pusiera nervioso, o al menos eso pude notar.

Tal vez me esté equivocando, pero, para ser franca, no creo que sea erróneo mi pensamiento. Las veces que me quede observándolo se lo notaba cansado o inquieto, dos extremos que caracterizan a este chico. Pude notar como se estaba quedando dormido, una parte de mi quería dejarlo tranquilo, que siga durmiendo, pero la otra me dice que a este chico le falta despejarse un poco y cambiar de ambiente.

—Miller. —Toque su hombro para que reaccionara.

—¿Si? ¿Qué pasa Leah? —su voz era más ronca y dulce al mismo tiempo.

Iba hablar, pero fue en entonces cuando el timbre me interrumpió. La primera clase había terminado.

—Ven, vamos. —Agarre mi mochila y le hice una seña para que me siguiera.

El camino al lado mío sin decir nada. Miller parecía un buen chico, solo que muy introvertido, hasta para mí —y eso que yo me volví bastante retraída—. Cuando no encontré mi clase el primer día aquí, se me ocurrió venir a la planta alta de la escuela, esta misma daba una vista increíble y estaba lleno de enredaderas. En lo personal, a mi parece un lugar donde la creatividad puede expandirse más de normal y como si tuvieras todas de respuestas para las cuestiones que están en tu mente. Tal vez a Miller este lugar le otorgue algo de calma y despeje un poco. Cuando llegamos a la parte donde estaban las enredaderas, me senté en el banco que estaba justo en frente de las plantas y le indique al chico que haga lo mismo.

—¿Y si esas plantas me dan alergia? —dijo rascándose el mentón.

—A veces eres tan exagerado Miller, ven siéntate, no te vas a morir. —Mis labios formaron una sonrisa victoriosa cuando el finalmente lo hizo.

—Suelo venir acá arriba para relajarme

—¿Relajarte tú? —lo interrumpí.

—A veces eres tan directamente exasperante. —Él se cruzó de brazos como un niño pequeño.

—Lo sé, muchas gracias. ¿Decías...?

—Que suelo venir para relajarme o tomar aire, pero nunca le preste mucha atención a este lado de la azotea —exclamo mirando a su al rededor.

Dí cuándo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora