—¡Ben quédate quieto! —exaspero Tara—. No puedo hacerte bien el nudo así.
—Lo siento, estoy nervioso —sentí la necesidad de morderme las uñas, pero la pelinegra me fulmino con la mirada al instante que vio lo que tenía planeado hacer—. Está bien, no me mires así —levante las manos en forma de rendición.
—Listo, ya está. Tu corbata esta perfecta —levanto los dos pulgares.
—Gracias —susurre, mientras rascaba mi nuca con nerviosismo.
—Oye —Liam se acercó a nosotros—. Tranquilo, todo irá bien —coloco su brazo alrededor de mi hombro.
—Eso espero —sonreí a medias—. ¿Dónde están los demás?
—Celia estaba terminando de maquillar a Leah y Logan seguro llegara en cinco minutos —hablo Tara.
En ese momento mi amigo aparece por la puerta del gimnasio. Gira su vista hacia todos lados y cuando nos logra ver, se acerca.
—O talvez en cinco segundos —corrigió Liam, soltando una risa.
—¿Qué hay personitas? —se gira hacia mí— ¿Cómo estás?
—Muerto de nervios.
—Esa es la actitud —me da dos palmadas en la espalda. Su novia lo asesina con la mirada—. ¿Qué? —enarca una ceja—. Si te da miedo, seguro vale la pena probarlo.
Yo negué con la cabeza, divertido y le di palmadas en su hombro, para acto seguido alejarme un poco de ellos. Tenía que tener esa conversación conmigo mismo de que todo saldrá bien y de que tengo que disfrutar, una vez que llego aquí ya no puedo retroceder, sólo toca seguir avanzando.
El celular en mi bolsillo empieza a vibrar. Olvide ponerlo en silencio.
Esto tendría que estar siendo una broma. ¿Acaso el universo está en mi contra o qué?
—Matthew —mi voz era firme.
—Hola hijo. Pensé que no me atenderías la llamada —volteo los ojos y me quedo en silencio. El sigue hablando—. Tu madre me dijo que hoy tenías una presentación en el instituto.
—Así es, estoy aquí ahora mismo. Me toca en unos minutos.
—Cuanto me alegra que te animes hacer esto —parecía sincero al respecto—. Me hubiese gustado de verdad estar ahí, pero ahora mismo estoy en el trabajo.
—No hay cuidado —solté un suspiro.
Me duele todo lo que este hombre le hizo a nuestra familia, pero ya no dejar que el odio me siga consumiendo.
—Ben, sé que no fue el mejor padre del mundo, ni el mejor esposo que tu madre pudo haber tenido —su voz tiembla un poco—. Aun así, sé que es imperdonable lo que hice, pero no quiero que vivas con amargura y rechazo por culpa mía.
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Dí cuándo ©
Novela JuvenilLeah regresa después de ocho años a su ciudad natal. Cuando pareciera que en su vida no iba a salir nunca más el sol... aparece Ben, un chico cuyos ataques de ansiedad nadie sabe que tiene. Juntos van a tener que dejar atrás todo lo que los atormen...