➳Capítulo 5

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Mi corazón latía tan fuerte que las ventanas podrían empezar a temblar en cualquier momento

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Mi corazón latía tan fuerte que las ventanas podrían empezar a temblar en cualquier momento.

—Sólo te llamaba para pedirte disculpas por lo esta mañana. —Ella volvió hablar cuando noto que no había respuesta de mi parte—. Fui algo descortés, estaba cansada y solo quería irme, pero no es excusa. Lo siento.

No me esperaba eso. Parecía arrepentida realmente.

—¿Leah Smith disculpándose? —dije bromeando.

—Eso intento, pero lo estás haciendo más difícil. —Soltó un suspiro.

—Bueno, perdona. —Me reí por como la estaba impacientando—. No pasa nada, no tienes por qué disculparte. Todos tenemos días pesados.

—Si... de todas formas, no solo te llamaba para disculparme. Últimamente estoy llegando tarde a clases por no conocer bien la escuela, así que necesito un tonto que me guie.

—¿Yo vendría a ser ese tonto?

—Yo no dije eso, pero ya que te ofreces...

—Está bien, te espero mañana en la entrada de la escuela —dije amablemente.

—Genial —hablo ella, con entusiasmo.

En ese momento mi cerebro empezó a procesar la información y me surgió una duda.

—¿Cómo conseguiste mi teléfono?

—Tengo mis contactos —dijo como si formara parte de una mafia—. Adiós Miller —ella colgó.

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Estaba sentando en las escaleras de la entrada, jugando con los cordones de mi abrigo. Llevaba casi diez minutos esperando a Leah. Tal vez se lo hizo tarde o quizás no vendría hoy. Aunque si esta última fuera la razón, ella me habría avisado... o eso quiero pensar.

En el momento que me levante para dirigirme a clases, escuche que alguien gritaba a mis espaldas.

—Miller, espera —dijo Leah algo agitada.

Se veía algo agitada y cansada, aun así, sus ojeras no lograban apagar el azul de sus ojos. No había notado antes el color de ellos. Son bastantes llamativos.

—Lo siento, creí que no vendrías.

—No, yo lo siento. Cuando me desperté no había nadie que me trajera y tuve que venir corriendo. Se me hizo algo tarde —explico ella.

—Está bien, pero entremos de una vez así no nos atrasamos más —indique, abriendo la puerta y apartándome para que pasara ella primero.

Una vez a dentro ella dirigió su vista hacia mí.

—Bien Miller, te concedo el honor de decirme donde está el aula de... —hizo una pausa para observar bien su lista de horarios— filosofía.

—Te-tengo clase de filosofía ahora. Vamos, es por aquí.

Dí cuándo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora