➳Capítulo 15

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—¡Logan basta, deja de tirarme agua! —exaspero Celia.

—Entonces acompáñame. —Ella negó la cabeza, mientras le daba un sorbo a su bebida—. Bien, tú lo pediste. —Volvió arrojarle agua de la botella.

—Eres una bestia —protesto, secándose el rostro con una servilleta.

—¿Por qué les dices así? —interrogo Leah.

Leah había estado con nosotros las últimas semanas; su amiga Tara igual. Nos la pasábamos bien todos juntos. Celia siempre se la pasaba haciendo bromas sobre que va a ser la soltera del grupo, la tía soltera y con dinero que les regalara muchas cosas a nuestros futuros hijos. Era algo dramática a veces.

—Por qué literalmente, los dos lo son.

—Es razonable —asintió—. Sobre todo, por Ben.

—Gracias, yo también te quiero —ironice.

—¿Logan, no puede acompañarte Ben?

—Yo hoy no puedo, lo siento amigo —dije, mirando a Logan.

Hoy tenía una sorpresa planeada para Leah. La cual no les dije a mis amigos, porque seguramente algo se les iba a escapar.

—¿Por qué no? —interrogo la rubia.

—Porque —me levante de mi asiento, para dirigirme a su lado— tu irás conmigo.

—¿A dónde?

—Es sorpresa.

—Que chico misterioso —bromeo. Yo le hice una señal para que nos vayamos del lugar. Saludamos a los chicos, que obviamente empezaron hacer bromas y a molestarnos con que hacíamos linda pareja, entre otras cosas.

Le pedí a Leah que por favor avisara que no iría su casa después de la escuela y que llegaría tarde. No quería tener problemas con Noah o su familia.

Nos subimos a mi moto, para dirigirnos al lugar. Había planeado esto por días, espero que todo salga a la perfección.

No quedaba tan lejos, así que, alrededor de unos cinco minutos ya habíamos llegado. Cuando me estaciono en frente del lugar Leah me mira confundida, aunque, había una sonrisa escondida en su rostro.

—Ven, entremos —agarre su mano.

Al entrar a la biblioteca, pude sentir como el aroma a madera se apoderaba de mis fosas nasales. Vi de reojo a Leah, quien estaba mirando anonadada el lugar. Pensé que al instante se acercaría a los estantes o a las pilas de libros que había sobre las mesas, pero no, ella se quedó viendo el lugar, junto a mí, aun sosteniendo mi mano.


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Dí cuándo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora