➳Capítulo 20

15 1 0
                                    

La música retumbaba una y otra vez

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La música retumbaba una y otra vez. De vez en cuando dejaba de oírla, para escuchar un zumbido. Las luces de colores me cejaban un poco. El poco alcohol que había tomado ya causo cierta alegría en mí. Unas risas que parecían un balbuceo salían de mi boca sin razón. Sentía el calor subir por mis mejillas, aunque las ventanas estuvieran abiertas.

Pero todo eso no importaba. Porque al frente mío estaba a la chica más hermosa del mundo. Su coleta se movía de un lado a otro mientras bailaba. Y sus ojos azules me comían vivo con solo mirarme un segundo. Esto parecía el cielo.

Ella enredo sus brazos sobre mi cuello y comenzamos a bailar, esta vez cortando la distancia entre nosotros. La chica acaricia mí labio inferior con su dedo índice. Yo no dudo un segundo y junto nuestros labios. Mi sabor a mente chocaba con el de ella. Leah acaricio mi piel dejaba de mi camisa. Siento como mi piel se eriza y —inevitablemente— suelto un suspiro. Como respuesta recibo una sonrisa de su parte.

—¿Me acompañas? Quiero ir a tomar algo fresco —dijo mientras hacía de su coleta un moño.

—Claro, vamos —agarre su mano, para dirigirnos hacia la cocina.

Agarre unos vasos limpios y se los pase a Leah, quien los tomo para preparar una mezcla. Ella tarareaba la canción que se escuchaba desde la sala.

Bebí lo que ella preparo, al principio sabia rico, pero, unos segundos después pude sentir mi garganta arder. La chica se dio cuenta que estaba intentando no toser y comenzó a reírse.

—Que delicado me saliste Miller.

—¿Sabes? Me gusta como pronuncias mi apellido, pero me encanta cuando dices mi nombre —acorto un poco la distancia entre nosotros. Aun manteniendo el peso de mi cuerpo sobre la mesada.

—¿Ah sí? —yo asiento sin decir palabra—. Curioso —se acerca, haciendo que la mínima distancia que había entre nosotros, no existiera. Nos miramos fijamente y pareciera que todo a nuestro alrededor se esfumara, yo acaricio un cuello con mi pulgar. Ella iba a decir algo, pero unas voces nos interrumpen.

—Dejen de besarse delante de los pobres —dijo Celia entre risas. Nosotros negamos divertidos—. ¿Cómo está mi parejita favorita?

—Nosotros bien —contesta Leah, quien ahora estaba a un costado mío, abrazándome por la cintura—. ¿Tú como estas? ¿Alguna noticia sobre tu madre?

—Muy bien, pasado mañana ya estará en casa, tiene que hacer su tratamiento, pero todo está bien al parecer —sonríe, para luego beber lo que se sirvió en el vaso—. ¿Vamos a bailar?

—Ahora las alcanzo —digo yo—. Voy al baño.

—Okey, estaremos por allá —señala la rubia, yéndose de la mano con Celia hacia el fondo de la sala.

Voy al baño a enjuagarme la cara y las manos.

Sentía como el efecto del alcohol ya no estaba tan presente en mi cuerpo. No me sentía mareado ni nada, pero si me pesaban algo los ojos. Hoy después de la escuela estuve ayudando a Jessa con un proyecto hasta la tarde. Cuando me di cuenta ya tenía que prepararme y venir a ayudar a Logan con la fiesta. Sus padres —como cada fin de semana de los últimos meses— no estaban. Así que Logan no desaprovechaba esa oportunidad para hacer una fiesta.

Dí cuándo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora