Resulta que todos los pasillos y salones tienen cámaras de seguridad.
Apenas teníamos mesas o sillas que estuvieran en buen estado, lo último que pensaríamos es que tenemos cámaras de seguridad en esta escuela.
El director nos atrapo desde el momento en que Tara fingió estar mal, pero Logan lo detuvo unos momentos, de igual forma también vio como Leah y yo manipulamos la computadora.
No descubrieron que modificamos las inscripciones para poder anotarnos en el concurso. Celia se le ocurrió decir que íbamos a cambiar el menú de la escuela, porque ya nos habíamos quejado que no había comida vegetariana y no hicieron nada al respecto. Increíblemente se lo creyeron. Y dijeron que no había sido tan grave entonces, que podríamos haberlo hablado y evitarnos todo este asunto.
Está de más decir nos castigaron, a los cinco. Por entrar al despacho de profesores de esa forma y fingir que una compañera se había lastimado.
A pesar que ninguno había tenido problemas antes, de todas formas, iban a informarles a nuestros padres o tutores del asunto.
Ahora nos encontrábamos ordenando y limpiando el aula de música, como castigo.
—Nunca estuve castigada, pero no es tan malo —dijo Tara, limpiando una mesa. Todos la miramos extrañados—. Vale, si es malo, pero no se quejen, pudo haber sido peor.
—Tiene razón. Aunque lo peor de todo es que avisaran a nuestros padres —Celia arrugo la nariz.
—Sap —Logan dejo la escoba a un lado y se sentó en una mesa—. Pero valió la pena, ellos podrán participar del concurso.
—Gracias chicos, significa mucho para nosotros que nos ayudaran. Y lamentamos que se hayan metido en este lio —hablo la rubia, con una sonrisa de costado.
—Nos meteríamos en más líos si eso se requiere para ayudarlos —Tara sacudió sus manos contra su chaqueta—. Así que... ¿cuáles son sus dones? ¿En que se anotaron?
—Bueno, yo canto y Leah baile ballet.
—¡Que no es ballet! Es Jazz contemporáneo —exaspero.
—Disculpa —volteo los ojos y levanto las manos inocentemente—, Jazz contemporáneo.
—Pues, canta algo, te queremos escuchar —dijo la pelirroja—. Y tú —señalo a Leah—, quiero ver puede hacer ese cuerpo.
—Para ti puede hacer muchas cosas —levanto y subió las cejas. Celia fingió desmayarse y Leah negó divertida—. Pero, primero le toca a Ben, canta algo.
—¿Ahora? —rasgue mi nuca.
—Sí, mira, ten esto —me pasa una guitarra que estaba atrás suyo—. Para acompañar.
—¿También tocas la guitarra? —pregunta mi amigo. Yo me limito a asentir—. ¿Por qué nunca nos contaste nada?
—No sé, me apena un poco supongo —encogí mis hombros.
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Dí cuándo ©
Teen FictionLeah regresa después de ocho años a su ciudad natal. Cuando pareciera que en su vida no iba a salir nunca más el sol... aparece Ben, un chico cuyos ataques de ansiedad nadie sabe que tiene. Juntos van a tener que dejar atrás todo lo que los atormen...