➳Capítulo 19

12 1 0
                                    

Hoy era 10 de diciembre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hoy era 10 de diciembre. Mi cumpleaños. Por lo general no me gusta celebrarlo, después de los doce años se me fue esa gran emoción de festejar ¨mi día¨.

Aunque hoy no me desperté descontento ni nada parecido. Tenía la sensación que iba a ser un buen día. Me sentía diferente a otros cumpleaños.

Decidí ir al baño, pegarme una ducha y cepillarme los dientes —sí, tengo la obsesión de lavarme los dientes antes de desayunar—. Rara vez mi cumpleaños cae un fin de semana, como hoy, sábado. Así que no pude dormir bastante.

Cuando estaba bajando las escaleras, escuche esa risa. Esa risa tan hermosa que sólo Dios sabe cuánto me alegra escuchar.

Las dos mujeres se dan sonríen al darse cuenta de mi presencia.

—Feliz cumpleaños bello durmiente —Leah se acerca para darme un abrazo.

—Gracias Le —sonrió, dándole un beso en la frente.

—Mi bebé ya tiene dieciocho —Hope estaba al borde llanto—. ¿Cómo es que paso?

—Hope, por favor —dije entre risas, algo avergonzado—. Aún tiene a Jessa, le falta mucho para crecer —divise bien el lugar, al darme cuenta que mi hermana no estaba—. Por cierto, ¿Dónde está?

—Aquí estoy —Jessa apareció por la puerta de la cocina, con una bandeja llena de brownies. Mis favoritos—. Feliz cumpleaños inepto —dejo la bandeja sobre la mesa y me abrazo.

—Gracias pequeña —sacudí su cabello, dejándola despeinada.

Ella me fulmino con la mirada. Agradecí que no me clavo una uña en el ojo.

—Después de desayunar le pedí permiso a tu madre para robarte por unas horas.

—¿A dónde iremos? —tome un poco de mi café.

—Es sorpresa —dijo con una sonrisa angelical.

—Que chica misteriosa —bromee.

Ella negó con la cabeza, divertida.

Luego de comer nos fuimos en el auto de Leah a quien sabe dónde. Estuve los primeros minutos del viaje tratando de convencerla para que me dijera alguna pista o algo. Fui inútil, claramente.

Después de un rato de fastidiarla, Leah puso música para tratar de que me callara. Le funciono.

—Leah sonreí —grité, debido a la música a todo volumen, mientras intentaba sacarle una foto que no saliera borrosa.

—Estoy manejando Miller —soltó una risa.

—Sólo mira y sonríe, no hay ningún auto en el camino —ella me hizo caso y sonrió. Dios, la besaría ahora mismo, pero por nuestra seguridad es mejor que no—. Que belleza por favor.

—Cállate Miller —una carcajada salió de sus labios.

—Sólo digo la verdad —dije, levantando los brazos, en forma de inocencia.

Dí cuándo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora