-¿Qué haces aquí? -Pregunto Martina Stoessel encolerizada, ocultando su cuerpo tras la pequeña bata de seda.
-¿Qué haces tú aquí? -La examinó de pies a cabeza con una ceja levantada.
-¿Ya se conocían? -Pregunto sonriendo incomodo el señor Jaime.
-Mire señor Jaime, si usted cree que yo me fotografiare con esto - se abrió la bata una milésima de segundo para desgracia de Yatra, ya que estábamos presenciando un buen espectáculo con el cuerpo de Martina- Está loco. Y si por alguna extraña razón usted llego a pensar que yo aceptaría si quiera respirar el mismo aire que Sebastian Yatra -hizo una pausa- se fumo uno antes de venir -se dio media vuelta y se dispuso a salir.
-Un momento, pequeña diva -Martina se giro a verlo con el ceño fruncido- sus padres y yo tenemos un contrato, donde sale claramente que ustedes harían una sesión de fotos para mi revista; así que no puedes llegar y decirme sus no harás nada porque no te agrada el señor Yatra. Esto es solo trabajo señorita Stoessel, y usted tiene que cumplir su palabra.
-Me vale gorro lo que digan -hablo por fin Sebas-Si usted cree que yo aceptare esta estupidez; como lo dijo la señorita aquí presente, Se fumo uno antes de venir.-Haber muchachitos tontos –hablo enfurecido- Todos los lectores de la revista llevan esperando más de un mes para que ustedes dos salgan en la portada, y si la editorial de la revista no cumple su palabra, las ganancias se irán por el caño -Martina iba a poner objeción pero no la dejo- Nada, ustedes dos irán allá y se tomaran las fotos que a mí me dé la gana, y posaran como a mí me dé la gana, y se pondrán lo que a mí me dé la gana ¿entendido?
-¡PUES NO! –Grito Martina- no me importa lo que le pase a su revista si este –señalo a Sebas-y yo no salimos ni en portada ni nada.
-¡Hay carajo! –Grito Yatra- te odio, tú me odias, pero es una simple sesión de fotos. Además, niña, piensa: Si tu y yo no salimos en la revista no solo ellos bajaran de nivel, si no que tu y yo también.
Martina se puso a pensar, era cierto, a ellos los verían como a dos personas que no pueden sobre llevar nada, y eso bajaría el ranking de los Stoessel y de los Yatra.
Por otra parte, a Sebastián Yatra le estaban encogiendo las entrañas, odiaba a muerte a Martina Stoessel, pero solo imaginarla sin la bata de seda que traía puesta se le hacia un bulto en el jean. La tipa estaba buena, más que buena para ser sincero y si del cielo estaban cayendo limones ¿Por qué no hacer una limonada?
-Bien, acepto –rendida Martina Stoessel- Pero si te llegas a sobrepasar te juro que no me va a pesar el puño –lo señalo con un dedo.-Perfecto –dio un aplauso el señor Jaime.
treinta minutos esperando a que terminaran de maquillarla y arreglarle los bucles del cabello. Estaba nerviosa, ahora se arrepentía de haber aceptado. Su vestimenta era como la de una vulgar prostituta, no quería salir así, pero no podía hacer nada. Cuando llegara a su casa su padre tendría que soportar la furia Stoessel.
-Estas lista, linda –entre abrió los ojos, y quedo deslumbrada ante la belleza que veía- Quedaste divina –agrego en un tono afeminado.
Ella normalmente no se arreglaba, su carrera como corredora no se lo permitía. Sería una burla para todos si se iba maquillada, o peinada como una diva. Cuando corría se concentraba en la pista y en ganar, todo lo demás no importaba.
-Bien, es hora que hagas caer a ese muchachito engreído –le guiño el ojo.
-San Marta –se hizo la seña de la cruz- Ni por qué me caiga un rayo, querría yo que Sebastian Yatra mire con otros ojos.
-Ay niña, tú tienes un gran don, y aunque no lo creas ese niño en poco tiempo hará lo que sea por ti –Ella rio por las ocurrencias del estilista gay.
-Que Dios no te escuche –se sujeto bien la bata y se preparo mentalmente para salir.