Capítulo 28

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Sebastian largo un suspiro, Martina camino hasta la puerta, salió dando un portazo y dejo confundidos a Sebas y Alexander.
-¿Qué le pasa? –Pregunto Sebastián .
-Sera mejor que lo averigiües.
-Gracias Alex. Mándame la cuenta por favor, pero que nadie se entere de esto.
-Secreto profesional –Sonrió Alexander.
-Feliz Navidad –Dijo Sebas antes de salir. Camino hasta la puerta de salida sin despedirse de las damas. Encontró a Martina apoyada en la camioneta con la mirada fija en los copos de nieve que caían del cielo. Sebas se paró de frente y la miro con ternura.
-¿Si yo estaba embarazada tu que hubieses hecho? –Sebas no dijo nada, y le tomo el rostro con las manos para luego besarla con infinita ternura.
-Vámonos de aquí -Martina Asintió y se metió a la camioneta, Sebas la rodeo y fue al lado del piloto. La encendió y Dio marcha sin rumbo alguno, aprovecho que el semáforo estaba en rojo para besar nuevamente a Martina.
-Tenemos que hablar –Dijo entre besos Martina.

-Mañana cariño. Hoy solo quiero hacerte mía –La volvió a besar y Martina dejo entrar la insistente lengua de él.
-¿Quién era esa tal Katherine? –Pregunto ella con un dejo de celos.
-Nadie en especial - Dijo sin mirarla y siguió manejando.

-Sebastian… Dímelo.
-Alguien del pasado, sexo mas nada.
-¿Y yo? ¿Quién soy? Alguien del presente, sexo y más nada.
-Tú… eres alguien especial.
-Idiota –Rio ella, y Sebas pensó morirse. Era la primera vez que ella reía desde que volvieron a encontrarse.
-Quiero llegar ya al hotel –Exclamo extasiado cuando ella acaricio la pierna de él.
-Calma, tenemos toda la noche –Le dio un sugerente beso en los labios.
-Quiero que sientas mi pelvis contra la tuya y grites de excitación cuando entre en ti y te…

-¡CALLATE COCHINO! –Sebas rio con ganas y estaciono la camioneta a las afueras del hotel cinco estrellas.
-Te necesito dentro –La volvió a besar con desesperación antes de bajarse y bajarla a ella, mientras la seguía besando y masajeaba sus glúteos.
Abrió los ojos con pereza y sonrió al recordar la larga noche que había pasado, aun sentía los gemidos de ella en su oído y como le pedía más. Dio la vuelta y tanteo la cama, pero ella no estaba, se desespero y se levanto. Sin embargo sonrió tontamente, ella le había dicho que le quería y él en aquel momento aumento sus embestidas. Camino hasta el baño con la esperanza de encontrarla allí dándose una ducha para quitarse el olor a cuatro polvos exactamente. Pero no había rastro de ella. La sonrisa que lo embargaba desde que despertó fue desapareciendo,
ella no estaba allí, ni la ropa que debería estar tirada en el piso ni su cartera. Se puso el bóxer y se sentó en la cama y levanto la almohada al ver una nota que sobresalía de ella.

SEBASTIÁN:

Se que esta no es la manera más valiente de despedirme, por segunda vez te hago lo mismo, pero no es culpa mía. Perdón por no ser lo suficientemente
mujer para decirte todo lo que siento en la cara, pero hay heridas de las que tu nos tienes idea que albergan en mi ser. Tú nunca me amarías como yo te he amado desde hace mucho a ti. Las palabras no me alcanzan para decirte cada una de las cosas que desde los diez años te he querido decir. Siempre has sido el amor de mi vida, pero también has sido el causante de mis lágrimas. Cuando me salvaste del incendio en el estudio de fotografía y luego en la habitación de la clínica, sabía que estabas despierto, y quise desahogarme al menos un poquito. Luego cuando me hiciste por primera vez el amor, me sentí la mujer más dichosa de todas., creía inútilmente que tú me querías al menos un poco, pero no. Entonces, cuando te golpearon y surgió aquella aventura en mi departamento, yo me jure que lucharía por tu amor, que haría lo que fuera para que tú me quisieras como yo a ti, y si no me podías amar yo podría amar por los dos. Entonces me dije: Esta es tu oportunidad Martina, tu única oportunidad. Sebas por fin te vio con otros ojos, que no eran ni los de hermana del mejor amigo o la machorra con la que competía para la copa. Y cada una de las veces que tuvimos relaciones yo te repetía una y otra vez que te amaba, que te quería, que eras mi príncipe azul, que daría amor por los dos. Pero tú simplemente no escuchabas, así que aproveche el día que tu padre nos irrumpió y te deseche, sin importarme todo lo que podrías decir de mí. Hasta ayer que fuiste a mi casa y te vi más atractivo de lo normal, tan lindo y serio que se me alborotaban las hormonas. Gracias por hacerme mujer una docena de veces, y gracias por ser tú. Nos vemos en la Nascar bonito.
Con mucho amor: Martina Stoessel.

No me busques. Nadie te dirá a donde me fui.

 Nadie te dirá a donde me fui

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FIN DE LA MARATÓN 5/5

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