Martina Había bajado a llevar la basura de su departamento, sin importarle que alguien la viese como estaba, a decir verdad no le importaba que dijesen sus ‘’queridos’’ vecinos de ella. Tiro la basura por el ducto y se dispuso a irse a su piso nuevamente cuando unos gemidos de dolor llegaron a su oído. Camino lentamente por donde su instinto la guiaba, su corazón empezó a latir a mil por hora cuando vio a un hombre tirado en toda la entrada de un departamento ensangrentado y casi perdiendo el conocimiento. Miro a todos lados a ver si había alguien sospechoso, pero ni un alma pasaba por allí.
-¡Dios mío! –exclamo cuando reconoció el rostro de Sebastián yatra lleno de sangre.
-Ve…Ve...Vete –pidió el al reconocer la voz de la chica que estaba robándole el sueño desde hace unas semanas.
-¿Cómo me pides que me vaya imbécil? –pregunto Martina enojada, se arrodillo al lado de el y lo empezó a examinar con cuidado, con las manos temblándoles y asustada- ¿Tienes botiquín de primeros auxilios en tu casa? –el negó con la cabeza- ¡Maldición! -Exclamo mientras revisaba el cuerpo de Yatra. Se llevo las manos a la boca para no gritar al ver como se encontraba Sebas- ¿Quién te hizo eso? –el no respondió y siguió- Debes tener como cinco costillas rotas. Tengo que llevarte a un hospital –el volvió a negar, nadie se podía enterar de lo que había pasado.
-No… No le digas… a nadi…nadie –pidió en un susurro apenas audible y se quejo por el esfuerzo que estaba haciendo.
-Esta bien, pero necesito de tu ayuda para llevarte hasta mi departamento –el trato de levantarse sin su ayuda, pero no pudo por el dolor- Por favor, de verdad necesito que me ayudes –rogo ella y lo ayudo a levantarse, teniendo cuidado de que no se esforzase mucho, lo llevo hasta el elevador y subieron, el pobre casi no podía sostenerse así que era Martina quien cargaba con su peso.
Cuando llegaron a el apartamento de Martina, Sebastián pego un grito de dolor, ya no podía con su cuerpo siquiera, y se sintió una marica por estar como estaba, y peor, delante de una Stoessel. Martina lo recostó en el sofá sin importarle a que este se llenase de sangre, o que ella estuviese completamente llena de sangre. Lo dejo recostado mientras buscaba su móvil y el botiquín que ella tenía. Marco el número del doctor y amigo de la familia.
-Hola tío Richard, disculpa que te llame a esta hora –hablo nerviosa Martina.
-Tranquila pequeña, ¿Qué pasa? –pregunto preocupado.
-Necesito que vengas, he encontrado a mi vecino casi inconsciente en el lobby, y nadie ha podido ayudarlo.
-Tranquila, ya estoy saliendo para allá. ¿Qué tiene?
-No lo sé, al parecer fue víctima de un asalto, porque esta golpeado inmensamente, creo que tiene algunas costillas rotas –bajo las escaleras y lo que encontró no le gusto nada –necesito que vengas urgente, está desangrando mucho –su voz sonaba quebrada- Por favor, nadie se puede enterar, ni mi familia.
-Esta bien, ya voy en camino.-¿Estas bien? –pregunto Martina, y se sintió estúpida por preguntar eso.
-N…No –se agarro el pecho como si le faltase aire.
-Necesito que te quedes tranquilo ¿Si, Yatra? –Saco algodón con alcohol y empezó a frotarlo sobre su rostro para quitar la sangre, el rostro de Sebas dibujaba una mueca de dolor infinito, y sintió que su corazón se rompía- Estarás bien, lo prometo –trato de sonreír, y le rasgo la remera, que estaba color rojo por la sangre de él.
-Gra… gracias –dibujo una mueca, parecida a una sonrisa, la miro fijamente a los ojos, Martina no le pudo sostener su mirada y siguió curándolo. Tocaron la puerta varias veces y Martina supo que era su tío Richard, como le decía por cariño. Al ver la cara de Yatra sonrió.
-Tranquilo, el no dirá nada. Lo juro. –se levanto y fue a abrir la puerta, un señor medio canoso entrado en años, con un maletín medico y el semblante preocupado entro directo a la sala donde Martina le había indicado que estaba Sebas.
En efecto, Cuatro costillas tenia Yatra rotas, su nariz no estaba en mejor estado, así que no podría ni siquiera levantarse de la cama. Le habían vendado todo el pecho para que los huesos volvieran a su lugar por medio a los medicamentos que Richard le había dado a Martina; quien se haría cargo de Sebastián hasta que estuviese bien.
-¿Cómo esta Richard? –pregunto Martina una vez fuera de su habitación, donde descansaba Sebas.
-No te puedo mentir… -Hizo una pausa- ¡Le dieron duro! Es imposible que alguien le rompa cuatro costillas a un hombre solo a golpes. Esta hecho una mierd… Lo siento, no debería hablar así –se disculpo avergonzado- A sido un milagro que lo hayas encontrado.-Si… Lo sé –se tiro en el sillón cansada- ¿Cómo cuanto crees que dure en recuperarse?
-Si se le atiende bien, y no hace esfuerzos, ni grita y tome todo los medicamentos que te di… Como en unas dos semanas sus huesos estarán excelente.
-Gracias Richard –Le dio un abrazo- Envíame la cuenta, y por favor no le digas nada a nadie.-Esta Bien, adiós chiquilla –tomo su maletín y salió por la puerta de la entrada.
Horas después, Martina se estaba dando una ducha cansada, tenía sueño y hambre. Pero sabía que tenía que velar por la salud de Yatra, sentía que lo debía hacer. Se maldijo por ser tan humanitaria, y no dejarlo como lo encontró. Salió del baño e inspecciono que estaba ‘’dormido’’ todavía. Así que se vistió con cuidado de no hacer mucho ruido, unos shorts minúsculos y una remera larga, dejo su cabello sin peinar y bajo a la planta baja a hacer algo de comida, en unos minutos Sebas despertaría y como dijo Richard, los medicamentos tendrían efecto en su apetito. Saco pizza del refrigerador, la calentó en el microondas; y en un minuto estuvo lista. Tomo el jugo de naranja, dos manzanas, y subió con la comida hasta su habitación. Encontró a Yatra mirando al techo sonriendo con dificultad.
-¿De qué te ríes? –pregunto Martina desconcertada.
-De la vida –apenas se escucho, no podía hablar mucho por los dolores.
-¿Tienes hambre? –este asintió y se incorporo en la cama con cuidado y ayuda de Martina que había corrido hasta donde él.-Buenos días –dijo apenas sonriente, sintiendo el contacto de su espalda con las delicadas manos de ella.
-No puedes hacer esfuerzos de ningún tipo ¿Está bien? –le reprocho enojada.
-Aja –solo respondió con una mueca de fastidio.
-Mira, Yatra–Se acerco amenazadora amenazándolo con su dedo índice- Realmente te detesto, pero no por eso te dejaría tirado como un perro –fue hasta el otro lado de su cama y se dejo caer en la esquina- Y no es porque sea buena persona –mintió mientras tomaba la bandeja con comida y empezó a comer, sin importarle la mirada de Yatra de total desconcierto- Cuando gane la Nascar, quiero que estés allí para presenciarlo –sonrió con suficiencia. Yatra, no dijo nada. Solo callo y bajo la vista hasta la bandeja.
-No como pizza –Martina lo miro incrédula, resoplo fuerte y rodo los ojos. Aquel gesto derritió a Sebas en dos por tres. Pero se trago todo lo que sintió.
-¿Y qué comes? –pregunto fastidiada Martina. Convivir con Sebastián Yatra sería más difícil de lo que había creído.-Vegetales, Verduras, proteínas… Nada con calorías -Martina lo miro como si estuviese viendo a un fantasma, o un demente.
-¿En serio? –pregunto asombrada, mientras se acomodaba en la cama para verlo mejor.-Lo juro –dijo encogiéndose de hombros.
-¿Ni una hamburguesa? –bajo el tono de voz, como retándolo pero divertida.
-Nada –negó con la cabeza- No como ningún tipo de carne, ni calorías ni nada que pueda dañar mi imagen –añadió con arrogancia.
-¡Guao! –Solo pudo decir asombrada- ¿Chocolate?
-Avena.
-¿Pepsi O coca – Cola? –se puso de rodillas, mientras hacia las preguntas sonriente.
-Agua mineral, o en su llegado caso, dietética –respondió divertido, sin dar caso a los dolores que tenia, hablar con Martina era simplemente genial.
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