-¿De verdad te tienes que ir? -Pregunto Martina recargada en la puerta de la habitación.
-Sabes que tengo que hacerlo. Han pasado tres meses de que no practico y si quiero competir tengo que irme, a menos que desees que abandone la Nascar -musito Sebastián , dejando de guardar todo en la maleta. Se dio vuelta para observar a Martina.
-No, no puedes abandonar la carrera. Acordamos dar lo mejor de cada uno, así que si eso me separa de ti un tiempo lo voy a soportar -Sebas volvió a su tarea anterior dejando escapar un suspiro de resignación. Sintió los brazos de su chica rodearle la cintura.
-Te extrañare más que a nadie.
-Yo igual, pero sabes que vendré lo más seguido posible.
-lo sé. Solo quiero que esa maldita competencia termine de una buena vez. Lo que antes me apasionaba ahora lo veo como un obstáculo.
-Yo siento lo mismo. -Martina le dio un beso en la espalda desnuda y se abrazo mas a él.
-Vete a duchar, yo seguiré empacando tus cosas -Sebastián asintió y se dio vuelta para verle a los ojos.
-Te quiero preciosa -Le beso la frente quedándose un rato en esa posición.-Ve a ducharte, no querrás perder tu vuelo -Le dijo ella con la voz entrecortada.
-Si supieras que es lo que más deseo en estos momentos -Martina rió limpiándose una solitaria lágrima.
Cuando Sebas se fue a bañar, Tini siguió guardando su ropa en la maleta. Ordenaba todo con sumo cuidado. En esos momentos lo que más quería era ser como aquellas chicas malas de las películas, que hacían lo que fuese por quedarse con el muchacho bonito. Quería ser egoísta y no dejar que Sebas se fuese. Pero su madre antes de morir no la había criado así. Y si algo se le quedo grabado en su mente fue una frase que su madre le dijo unos meses antes de morir cuando ella aun no se quería despegar de su conejito, "Si amas a alguien déjalo ir" ". Al principio ella no entendió a que se refería. Siendo tan niña no entendió aquellas palabras, pero luego el día del entierro de la mujer que la trajo a la vida, supo que significaba. Y tuvo que madurar de un segundo a otro, y soportar queriendo verse fuerte ante todos. Ante sus hermanos que lloraban encima del ataúd, ante su padre que estaba en un estado de locura, ante todos los presentes. Sus ojos solo se llenaban de lágrimas, que no dejaba escapar en absoluto y su mente divagaba en un lugar muy lejano donde le prometía a su madre dejarla ir y ser fuerte. Por eso esa frase significaba tanto para ella, y si Sebas tenía que irse por un tiempo ella lo entendía. Porque a final de cuentas, ellos volverían. Siguió guardando la ropa, dejando una muda para que Sebas se cambiase ahora. Cuando termino se sentó en el borde de la cama a esperar que el chico saliese del baño. Se arreglo su cabello en un moño desordenado al momento que Sebas salía del baño.Lo ayudo a vestirse, besándolo cada tanto que podía, así despidiéndose de a poco. Le dejo la chaqueta negra de piel que ella le había obsequiado de último, colocándose de puntillas para darle un beso en el mentón.
-Te quedas con uno de mis polos para salir -señalo la camiseta manga larga que Martina llevaba puesta, y que sin duda le quedaba grande.
-Realmente me encanta usar tu ropa, además de que tiene tu olor tengo algo con que recordarte.
-No me diga señorita Yatra-Le sonrió seductoramente para luego besarle el cuello -No sabes lo ardiente que te ves con ella puesta, sin contar que solo llevas una mini tanga. -La beso en los labios soltándole el moño, dejando su largo y espeso cabello suelto.
-Se te hará tarde -Le susurro ella en un jadeo. Sebas la ignoro y siguió besándola, cuando los besos se prolongaron y las caricias iban en aumento Martina se separo- Ya es hora, vamos. -Ambos bajaban las escaleras, Martina detrás de Sebas, un poco rezagada. La bocina de lo que debía ser el taxi se escucho. Martina se quedo quieta a mitad de escaleras, respiro fuertemente y siguió bajando, Sebas la esperaba en la puerta principal para despedirse de ella.
-Cuídate mucho, ¿Ok? -Martina asintió con una sonrisa.
-Nada de chicas, ¿Ok? -Sebas asintió sonriendo, mientras le acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja.
-Aliméntate bien, entrena duro y hazme sentir orgulloso.
-Lo mismo para ti Yatra -Se dieron un largo beso, cargado de amor y esperanzas.
-Eres mi vida preciosa, no lo olvides. -Tomo la maleta en la mano y abrió la puerta para irse.
-Y tú la mía cielo. Cuídate. -Se despidieron finalmente. Sebas subió al taxi y Martina cerró la puerta tras ella. Dio un largo suspiro y subió a darse una ducha. A pesar de ser fin de semana, ella necesitaba practicar y conducir.MARATÓN 1/5