-¿Qué? –Pregunto un confundido Sebas.
-Eso… ¿Tú te cuidaste? –Pregunto Martina con aire esperanzador.
-¿Qué te sucede? –Pregunto Sebastián , queriendo creer que era una estúpida broma- ¡Ja! Al parecer te hace falta un buen polvo.
-¡No seas idiota! –Le pego un puñetazo en el pecho, que no le movió ni un pelo- ¿Te cuidaste o no?
Sebas se cayó, y lentamente se fue sentando en la cama, recordando todas las veces que le hizo el amor a Martina. ¿Por qué no recordaba haber usado preservativo, si con todas las demás JAMAS se olvidaba de hacerlo? ¡DIABLOS! El no podría tener un hijo, menos con Martina Stoessel. Se tomo la cabeza con las manos y empezó a desordenarlo más de lo que estaba, lo único que pudo hacer es reaccionar bajos sus instintos.
-¿Estas loca cierto? –Se levanto de la cama, viéndola como desquiciado -¡Dime que es una broma! ¡MALDITA SEA! –Pateo la mesita de luz, provocando que algunos adornillos se partieran en pedazos. Martina se asusto, y retrocedió unos pasos. Sebastián camino hasta la coqueta peinadora y apoyo los brazos dándole la espalda a Martina. Respiro hondo, tomando una decisión- Colócate la chaqueta –le dijo sin verla- Vamos a donde mi sanador privado.-¿Qué? ¿Para qué?
-Si realmente estas embarazada, vas a hacerte un aborto -Martina dejo escapar un sollozo, las frías palabras de él le retumbaban la cabeza. Saco fuerzas de donde no las tenía, se limpio las lágrimas y lo encaro.
-¡ERES UN MALDITO HIJO DE MIERDA! ¡TU NO MERECES SI QUIERA LLAMARTE HOMBRE! –Sebss se dio vuelta mirándola fríamente.
-Podre no ser un hombre, pero un hijo no tendré, y mucho menos si viene de ti –La rebajo con la mirada. Tomo la chaqueta de Tini y se las puso a las apurada; ella simplemente estaba en un estado de shock por lo que no opuso resistencia. De repente se sintió mareada, se tomo la cabeza y se apoyo en la esquinera de la cama, antes de perder el conocimiento.Sebastián la atajo antes de que su cabeza diera contra el suelo. Asustado la alzo en brazos y casi corrió fuera de la habitación, camino por el extenso pasillo, y bajo las escaleras. Camino casi sin hacer ruido, lo último que quería era que lo bombardearan con estúpidas preguntas. Por suerte ningún paparazzi sabía en qué lugar del planeta se encontraba el ‘Si tan solo supieran’ –Pensó con sarcasmo- Saco de su chaqueta las llaves de su camioneta, abrió la puerta trasera y acostó a Tini con cuidado. Corrió hasta el lado del piloto y se monto, las manos le temblaban y a pesar de que afuera nevaba copiosamente el estaba sudando. Arranco haciendo que la camioneta emitiera un chirrido irritante. ‘Un hijo… Un hijo de él y Martina...’ Dejo de pesar. En el camino busco el teléfono del sanador que lo atendía cada vez que tenía algún accidente.
-¿Bueno? –Preguntaron del otro lado del teléfono.
-¿Alex? ¿Eres tú?
-SI, ¿Quién habla?-Soy Sebas, Sebastián Yatra.
-¡Ah! Hola muchacho ¿Qué pasa?
-¿Estas atendiendo? Te necesito con urgencia –Miro por el retrovisor y Martina se estaba despertando.
-No, ¿Pero paso algo?
-No, estoy bien solo Necesito de tus servicios ya mismos.
-Este bien, entonces ven a mi casa, aquí tengo lo necesario, Y espero que sea sumamente grave como para dejar de celebrar la navidad con mi familia.
-Bien, en cinco estoy allá –Tranco y dio vuelta en U comiéndose la luz en rojo, ignorando las bocinas de otros autos.
-¿Qué…Que paso? –Pregunto Martina tomándose la cabeza, viendo a su alrededor, se asusto cuando lo que vio fueron las corredizas luces de la ciudad detrás de una ventanilla de vidrios cromados. Sebas no le respondió y cambio su mirada de preocupación por una de total frialdad.
-Te dije que iríamos a donde un sanador, eso hago -Martina al reconocer la voz de Sebas viro su vista clavándole los ojos en la espalda de él.
-¡DETENTE! –Le grito asustada -¡PARA POR FAVOR! –Sollozo, y quiso abrir la puerta, pero las muy malditas tenían el seguro para niños.
-Cállate Martina Por amor a Dios –Dijo calmado.
-¡ERES UN MALDITO! –Pateo la ventanilla con su tacón, pero no contaba con que la camioneta era totalmente blindada- Déjame salir por favor… -Se acurruco en el rincón de la camioneta, pegada a la puerta.
-No seas tonta, no podrás escapar -Martina tuvo ganas de ahorcarlo, pero lo único que hizo fue sollozar mas. Sebas se sintió un maldito idiota, termino de llegar hasta la donde se imponía la casa del doctor, pero no apago el motor, ni se bajo. Como pudo se paso a la parte trasera de la camioneta, y se acerco a Martina. Ella al sentirlo cerca se acurruco mas, sin poder verlo- nena, no llores por favor –Le susurro bien cerca, le acaricio el brazo por encima de la chaqueta- No quiero que me tengas miedo –Le dijo dolido, por su actitud.
-No seas imbécil, no me produces miedo… Me produces ASCO –Lo miro a los ojos, y Sebas se dio cuenta cuanto le atraía aquella maldita mujer. Con cuidado le acaricio el rostro, aquel que en esos momentos los veía con furia, mezclada con confusión.MARATÓN 3/5