Capítulo 53

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Despertó sobresaltado en la madrugada, otra vez la misma pesadilla. Esta vez tenía un final diferente, esta vez Martina no había muerto, esta vez ella estaba tomada de la mano con aquel niño que había seguido hace más de varias semanas y que se le había calado en el corazón. Pero ella no volvía a él, solo daba media vuelta aún con el niño y desaparecía de su vista, convirtiéndose en un espejismo creado por su cabeza. Se levantó de aquella cama que no reconocía como suya ni de Ana. Buscó su ropa a tientas, y se vistió tan rápido como pudo. Estaba abotonándose su camisa, salteándose unos botones y metiéndosela por el pantalón de vestir, sin pulcritud. Sintió unos brazos alrededor de sus hombros cuando se estaba colocándolos zapatos, se encogió y se paro rápido de la cama.
-Lo siento –murmuró viendo a la chica que se encontraba desnuda en la cama.
-¿Quién es Martina? –Preguntó la muchacha cuyo nombre no sabia –Mientras me hacías el amor no dejabas de pronunciar su nombre, y luego entre sueños seguías haciéndolo. Que yo sepa tu prometida y con la que te casaras hoy por la mañana se llama Ana –La astuta chica sonrió mostrando su blanca dentadura.

-Mira, no se ni como es tu maldito nombre, pero no te entrometas en mi vida personal –Su susurro hizo estremecer a la muchacha, enfriándole la sonrisa.
-Solo quería saber –musitó la chica.
-Bien, adiós. –Soltó él y salió de la habitación, luego ella escuchó la puerta cuando el hombre se fue.
-Sebastián Yatra, no me importa como me llames, en la cama eres un tigre –Soltó una carcajada por su chiste –Lastima que te cases hoy tigre.

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Ella había recordado todo, todo. Su corazón no dejaba de latir furiosamente, contra su pecho, queriéndosele salir. Apretó la mano de James para darse mas fuerza, mientras caminaban hacía la entrada de la casa Stoessel
Martina
Luego de haber recordado todo, ella había hablado con la Señora Mery y ella la había ayudado con todo lo que necesitaba, llorando al saber que aquella muchacha tan buena había recuperado lo que perdió injustamente. Ambas habían llorado, pero Martina lloraba también de rabia, de impotencia. Ellos le habían arrebatado tres años de su vida, y aun pensaban con gozo que ella estaba muerta. Sebastan y Anibal Obando pagarían muy caro lo que le hicieron. Habían pasado ya casi tres semanas y ella ya estaba lista para enfrentar su pasado. La señora Mery había quedado asombrada al saber que ella era Martina Stoessel, y al escuchar su historia no sintió más que compasión por aquella chica. La ayudo a investigar todo sobre aquel día del accidente y había escuchado que fue lo que en realidad paso. Martina como corredora sabía que a su camioneta no le habían fallado los frenos, sino que se los habían cortado, y aunque quisiera incriminar a Sebas ella supo que no pudo ser él, ya que ambos andaban juntos en ese carro. Pero si sabía y estaba segura que él tuvo algo que ver, y también Ana. Pero la mente maestra de todo había sido Anibal, Anibal y Ana.

Cuando hubo leído cada informe de lo que había sacado de ella, empezó a investigar a Sebastián . Quien ni corto ni perezoso, tres meses después de su muerte había empezado una compañía de construcciones.
No había seguido en las carreras, ni en nada que tuviera que ver con ese deporte. A los dos años se comprometió con Ana, y en menos de una semana se casarían.

Marco había ganado la nascar, y ahora se estaba preparando para la segunda carrera.
Su familia se había retirado de las carreras, pero habían creado una compañía que patrocinaba a todos los deportistas novatos.
Había llorado como no lo había hecho en tanto tiempo, había abrazado a James y le había dicho que tenían familia, y que muy pronto la conocería. Había llorado por Sebas, por amarlo tanto y porque él la había dañado por toda su vida. Pero aquello no se quedaba así. Sabia que por ley, cuando un hombre esta casado con dos mujeres a la vez es bígamo, y, que, el segundo matrimonio queda anulado si la primera esposa denuncia el caso. Ella dejaría que el muy maldito se casara, pero lo que ellos no sabían es que ella llegaría para ‘’Alegrarles’’ la tarde en que se celebraría su casamiento.
Se había contactado con Mercedes, quien no paraba de llorar cuando escucho su voz, tanto así que su hermano Oswald había recurrido a ver que le pasaba. Todos habían llorado por teléfono, ella solo les pidió que esperaran un par de semanas para volver a Los Ángeles, que apenas había recordado quien era, y que necesitaba que le dieran un poco tiempo.
Tres semanas después, tiempo que estuvo hablando con toda su familia por teléfono, regreso. El día del casamiento de Sebastián.

AMOR CLANDESTINO ❤🚘🚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora