Punto de vista de Link
Había llegado a la Ciudadela dos días después que la princesa Zelda. Nada más ver el castillo a lo lejos, volví a sentir el peso de todo un reino sobre mis hombros. Me había costado despedirme de mi padre y de mi hermana, porque en aquella ocasión no sabía cuándo podría volver a verles.
Me había pasado aquellos dos días encerrado en mis aposentos. Bueno, más bien era una habitación no muy grande que contaba con un diminuto baño en el fondo, pero a mí me bastaba. Solía pasar tardes enteras allí, sin hacer nada. Tan solo pensaba en silencio.
De repente, escuché pisadas metálicas, que provenían de más abajo. Recordé que aquel día el rey y la princesa investigaban a un guardián que habían logrado reactivar en uno de los jardines del castillo. Decidí bajar, tan solo por curiosidad. De todos modos, los guardianes iban a ser los que me ayudarían a derrotar a Ganon, así que tenía todo el derecho del mundo para enterarme de cómo funcionaban aquellas máquinas.
Cuando llegué allí, vi a un guardián por primera vez. Era un artefacto con muchas patas finas y metálicas, que tenía una forma parecida a la de una araña. Algunos símbolos sheikah decoraban su cuerpo, también metálico. En su cabeza había algo parecido a un ojo, y comprendí que desde ahí apuntaban a sus objetivos.
Brillaba con una luz anaranjada, y además tenía un tamaño considerable. Tuve miedo durante un instante. Según había oído, los guardianes tenían voluntad propia. ¿Qué pasaría si...? No, eso era imposible; los sheikah estaban allí, y lo tenían todo controlado, como siempre.
Divisé a la princesa al otro lado del jardín hablando con una mujer sheikah. Aún parecía no haberme visto, aunque no quería que me viera de todas maneras.
No obstante, el rey sí que me vio. Me saludó haciendo un gesto con la cabeza, e incluso se permitió sonreír ligeramente. Yo le devolví el saludo, y luego me limité a quedarme junto a un árbol, observando al guardián y al mismo tiempo tratando de pasar desapercibido.
Sin embargo, a pesar de todos mis esfuerzos, un hombre sheikah bajito, con un peinado muy raro y unas lentes más raras aún se me acercó.
—Soy Rotver —dijo a modo de saludo, extendiendo la mano para que se la diera. Yo lo hice, pero no respondí nada. El tal Rotver se puso de puntillas para mirar por encima de mi hombro, y supe que estaba buscando la Espada Maestra "Qué bien disimula", pensé. Luego maldije para mis adentros por no tener la espada allí, solo en caso de que algo ocurriera—. Y tú debes de ser Link, ¿verdad? Es una pena que no hayas traído tu famosa espada. He oído muchas historias sobre ella, y también acerca del héroe que la empuña —añadió con una sonrisa.
Noté que me ruborizaba inevitablemente. Tenía que acostumbrarme a que me llamaran "héroe", o simplemente ignorarlo. Si no, parecería un estúpido sonrojándome.
Una mujer sheikah también vino hacia donde estábamos nosotros. Tenía el cabello de color blanco y el ojo con la lágrima, el símbolo de su tribu, pintado en el rostro.
—¿Es este crío? —preguntó con indiferencia después de examinarme con atención. Rotver simplemente asintió. Al ver que ambos se callaban, supe que estaban esperando a que yo dijese algo—. Vaya, qué callado eres.
Miré hacia otro lado, conteniéndome por no resoplar.
—Creo que Impa debería conocerle —le dijo a Rotver—. Yo me llamo Prunia, por cierto —añadió, sin alzar la vista hacia mí.
Había oído que Impa era la líder de la investigación, y también de la aldea Kakariko, pero no la conocía. Rotver volvió a asentir, se dio la vuelta e intentó captar la atención de alguien. Seguí su mirada, y me di cuenta de que trataba de llamar a la mujer que hablaba con la princesa.
![](https://img.wattpad.com/cover/225559199-288-k719019.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Hace 100 años
Hayran KurguEl reino de Hyrule se prepara para la llegada de Ganon, el Cataclismo. El rey nombra al elegido por la Espada Destructora del Mal escolta personal de la princesa del reino, la cual no está especialmente feliz por este nombramiento. Pero poco a poco...