🌹Capítulo 1🌹

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CERCA DE LA COSTA OESTE DE GALES.
873. A.C.

Los días eran calurosos, las noches frías. Amaba mi hogar, mi castillo, mi gente, sobre todo a mi familia. Mi hermana Gemma, era una dulce avecilla que quería aparentar ser fiera pero no podía, trenzaba su grueso cabello castaño, el cual llevaba tan largo que caía por debajo de sus caderas.

— ¿Nunca tienes miedo Dasha?

— ¿Por qué debería temerle a algo?

—Los salvajes vikingos, esos invasores, padre dice que siempre estamos en riesgo de ser atacados por ellos.

—Nadie te lastimará mientras yo viva —la abracé a mi pecho. —Siempre te mantendré a salvo Gemma.

—Quisiera ser tan fuerte como tú, llegar a ser la mujer que eres… A veces siento hasta celos de ti, Dasha.

— ¿Por qué pequeña? ¿Qué podrías envidiarme si tú eres perfecta?

—Eres la mejor en todo, sabes cazar con arco, cuchillos, pelear con espadas, la mejor amazona y la más hermosa de las mujeres. —acaricié su pálida mejilla.

—La más bella siempre serás tú, mi dulce Gemma.  —miré a mi hermana menor.

Gemma a sus dieciséis años era una muchacha bastante atractiva, grácil, muchísimo más elegante con bellos ojos oscuros, piel inmaculada y cabello marrón en suaves rizos. Para mi ella es la más hermosa de las mujeres, no yo.

—Pero todos siempre te ven a ti. Todos se enamoran de ti, es a ti la única a la que le escriben canciones y se desviven por tus favores, pero tú ni siquiera les prestas atención. 

—Crecimos siendo hijas de un hombre acaudalado, nos enseñaron a ser las damas perfectas, no me desviviré en corresponderle a tales gestos vacíos y banales, no encajo en ese marco, ningún hombre me controlará. No despiertan mi deseo, todos son iguales, insípidos y brutos, nobles con culos perfumados y demasiada soberbia junta, ninguno es lo suficiente culto o fuerte para dominarme o ganarse mi amor o mi  afecto.

— ¿Quién si lo es? ¿Quién podría ser lo suficiente para ti Dasha? —preguntó burlona.

—No lo sé…

—Tus ojos me dicen que mientes, soy tu hermana, dímelo.

—No es nada Gemma, solo sueños estúpidos.

—Los sueños siempre pueden interpretarse. —reí al escucharla.

—En mis sueños siempre aparece un hombre, no puedo distinguir su rostro pero escucho su voz, siento su tacto y miro sus ojos, verdes como un prado extenso y vivo, me mira haciendo que mi piel se erice y mis piernas tiemblen, jamás conoceré a dicho hombre…

—Se escucha como un hombre perfecto.

—Debe serlo. —terminé de peinarla y dejé la compleja trenza que le había hecho a un lado de su hombro. —Ya debes ir a dormir hermana, buenas noches Gemma.

—Buenas noches hermana. —Salí de su dormitorio y caminé por los rocosos pasillos del castillo buscando a mi padre, debía estar en su salón personal o posiblemente en la biblioteca.

Los guardias estaban alertas y los saludé con una sonrisa, encontré a mi padre en su salón personal frente a la chimenea, la edad parecía haberlo alcanzado, ya era un hombre mayor, delgado, con el pelo encanecido y una barba blanca cubriendo parte de su rostro, lucia débil.
Él volteó a verme.

—Ya es un poco tarde, deberías estar durmiendo Dasha. —sonreí y me acerqué al calor de la chimenea.

—Tú también deberías descansar padre, estas débil.

©𝕯𝖆𝖘𝖍𝖆. PARTE I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora