🥀 Capítulo 11🥀

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DASHA
Había pasado cuatro días entre las paredes de mi nueva jaula de oro, de la cual no me era permitido salir sin la escolta y guardia de sir Barr. Ese hombre no podía ser más odioso y antipático, me daba la impresión de no que era de esa manera solo conmigo, no me sorprendería que fuera así con todos.

No tenía muchas distracciones, aparte de hacer bocetos en un libro en blanco que encontré en mi búsqueda por todo el dormitorio, tratando de encontrar algún escondite oculto, ya no tenía ninguna otra idea para salir de aquí.

Tocaron a mi puerta, lo cual me hizo fruncir el ceño. Nadie toca antes de entrar a la habitación de una prisionera, escuché el sonido de la llave siendo insertada en la cerradura y ser abierta lentamente.

Esperé ver al insufrible sir Barr, pero me sorprendí al ver las rubias cabezas y los ojos claros. Los príncipes entraron al dormitorio cerrando la puerta a sus espaldas. Miré a la pequeña princesa y sonreí cuando comenzó acercarse a mí.

— ¡Lady Dasha!  —saludó de manera efusiva.

—Que sorpresa verla de nuevo, majestad —dije algo desconcertada por su presencia en el dormitorio.

—Aura, padre nos castigará en cuanto se entere que estamos aquí. —dijo con el ceño fruncido el gemelo de la princesa.

—Ya basta Alex, solo vinimos a visitarla miladi. —Los ojos azules de la princesa volvieron a fijarse en mi —creí que se había marchado al no verla por tantos días, hasta que escuché a mi padre decirle a sir Barr que usted se encontraba aquí.

—Aura, ella es una prisionera.  —el hijo era igual al padre, mismos ojos y hasta tenían los mismos gestos.

—Es cierto princesa —hablé por fin —No debería estar aquí.

—Pero quería verla de nuevo lady Dasha —acaricié su cabellera rubia, la cual estaba suelta y un poco despeinada, tentaba a ser peinada y arreglada.

— ¿Le gustaría que la peinara majestad? —la niña asintió con una sonrisa.

— ¡No quiero que toques a mi hermana! —reprendió el príncipe y yo lo miré con una ceja levantada.

—Tranquilo mi príncipe, yo no muerdo y su hermana está segura entre mis manos —dije burlona guiñándole un ojo,  el niño se sonrojó visiblemente. La princesa se sentó en la cama y yo  busqué el cepillo.

Peinarla me relajaba, me gustaba hacerlo. Creo que nací para ser una mujer con instinto maternal, prácticamente crie a Gemma y cuando estuve casada con Drakk quise fervientemente quedar embarazada, tener mis propios hijos, sentir como esa nueva vida crecía en mi interior y eso nunca me fue dado.

Trenzo los rubios mechones en un hermoso peinado.

—Ya está, mírese en el espejo y dígame si le gusta majestad —la pequeña saltó de la cama y fue hasta el espejo del dormitorio, donde se observó por varios segundos con una sonrisa creciendo en sus finos labios.

— ¡Es muy bonito! Me gusta mucho, gracias.

—No es nada princesa. —la niña lucia muy feliz, pero su hermano era huraño y fruncía mucho su frente.

—Y dígame pequeño príncipe, ¿hice algo para ganarme su desprecio? —el niño me miró sorprendido.

—No, no me ha hecho nada.

—Entonces debería dejar de mirarme de esa manera, esos gestos no son muy atractivos en un niño tan guapo como usted. —otra vez ese sonrojo en las mejillas. Vi que traía una pequeña espada amarrada a su cintura. —Es muy hermosa, ¿sabe empuñarla?

©𝕯𝖆𝖘𝖍𝖆. PARTE I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora