🥀 Capítulo 9.5🥀

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(Días después) NORUEGA.

GAIAT.
La cólera que contenía comenzaba a matarme, apretaba mis manos en puños. ¡Cómo pudo hacerme esto! alguien golpeó la puerta y la muchacha entró a mi casa con una gran sonrisa, anunciando lo que ya sabía y me estaba ahogando el corazón.

—Gaiat. Es extraño que no verte afuera. ¿Estas enterada que Gorkan regresó? —gruñí.

Después de días velando y esperando a que regresara, fui la primera en verlo desembarcar en la costa.

Ni Drakk, ni su reina regresaron con los hombres que restaban de la gran flota que zarpó de aquí cuando se fueron a la guerra. Era claro que ellos habían perdido y con ello murieron nuestro rey y reina. Pero lo que me ponía colérica, llena de odio, era que Gorkan no regresaba solo.

—Si lo sé, él regresó pero con una mujer que parece que jamás había luchado en su miserable vida, una niña estúpida y débil.

— ¿Eso que escucho son celos, Gaiat? —preguntó burlona.

— ¡Cállate perra! ¡Gorkan era mío cuando se marchó!

—No era tuyo, tú abriste tus piernas y le ofreciste tu lecho, tu calor y Gorkan como es bien sabido en todo el clan, te rechazó todas las veces que tú se lo ofreciste. Él nunca quiso nada de tu parte. Nunca te ha visto como una mujer, al menos eso ha dejado siempre claro a todos —la rabia comenzaba dominarme.

— ¡Crecimos juntos! ¡Siempre lo apoyé y ahora me cambia por una golfa celta! —grité fuera mí.

— ¿Acaso la has visto? Es tan hermosa como una diosa, delicada, una niña inocente, muchísimo más joven que tú. No puedes competir contra eso. Créeme Gaiat, es una tentación para muchos otros. Ni siquiera Gorkan se pudo resistir —a la perra le estaba divirtiendo la situación.

— ¡Cállate de una vez si no quieres que…!

—No me amenaces que yo no me quedaré callada y te devolveré los golpes con la misma fuerza, no dejaré que me humilles como a las otras mujeres del clan —replicó con voz seria.

—Eres tú quien busca pelea, sacándome en cara a la nueva esclava de Gorkan, pero te diré algo Erika. Esa zorra no dudará mucho tiempo en el clan. —ella levantó una ceja.

— ¿Qué piensas hacer? —Le sonreí de manera maliciosa.

—Será una sorpresa.

— ¿De verdad crees que podrás hacer que Gorkan la deje? Suerte con esa tarea —dijo con burla.  — ¿Has visto alguna vez que Gorkan metiera a su casa a alguna de sus amantes? Esa celta es la única que ha logrado entrar a su casa, no deja que ninguno de los hombres la mire o la toque y posiblemente jamás la deje salir de estas tierras si no es con él a su lado.

—Lo hará, créeme. Ella no estará  por mucho tiempo usurpando el lugar que me corresponde a mí y solo a mí. Porque Gorkan es mi hombre.

—Si tú lo dices. Sabes que aunque alejes a la celta, Gorkan nunca te aceptará en su lecho, puede que al final solo te ganes su odio. —la fulminé con la mirada.

—Solo vienes aquí a regocijarte en mi desgraciada ¿no es cierto Erika?

—Para que negártelo, es divertido verte arrastrar por un hombre que no piensa ti más allá de una amiga. Aunque te duela, Gorkan jamás será tuyo. —Ella sonrió y echo su larga trenza hacia atrás— ¿No estas cansada de tantos rechazos? ¿Has olvidado las palabras orgullo y dignidad?

— ¡Cállate de una maldita vez y lárgate de mi casa!

—Oh, querida ya me iba. No quiero me contagies con tus actitudes de loca.

©𝕯𝖆𝖘𝖍𝖆. PARTE I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora