🥀 Capítulo 15🥀

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GEMMA
Después del día en que Gorkan me prometió ganarse mi perdón, él en serio hizo cambios,  se había comportado compresivo, cariñoso, atento y dijo que buscaría a los hombres restantes de mi pueblo. Me sacó del clan y me llevaba al fondo del bosque que nos rodeaba.

— ¿A dónde iremos? —pregunté por quinta vez y el volvió a evadir la pregunta.

—Ya casi llegamos. —dijo sonriendo. Me sujetaba de la mano para guiarme. —Aquí es, Gemma.

Apenas mis ojos lo vieron quedé fascinada con el manantial al cual me había traído.

—Venia aquí cuando era niño.

— ¿Gaiat vino aquí contigo? —pregunté con un tono lleno de celos mientras miraba todo el manantial.

—Sí, Gaiat y yo solíamos jugar aquí de niños.

—“Jugar”, se le dice  así…

—Nunca he tocado a Gaiat como mujer, te lo he dicho Gemma. Jamás la veré de esa manera, ¿eso te hace sentir más tranquila?

—Solo un poco… ¿has traído a otras mujeres aparte de mí?

—No —se acercó a mí, acunó mi rostro y se inclinó para pegar sus labios con los míos.

Lo besé y no sentí el asco que tanto me esforcé por tenerle, profundizó el beso. La ropa comenzó a estorbar. Le quité su camisa y toqué su piel bronceada, con mis labios dejé un beso en cada cicatriz que se extendía por su pecho y espalda.

—Eres la mujer con la que deseo compartir mi vida. —con desespero buscaba quitarme mi vestido, sus manos viajaron hasta mi intimidad y nos acostó en el suelo.

Acarició mis senos. Comenzó a entrar en mí, ya no era incomodo, ni doloroso. Moví mis caderas y el me ayudó a encontrar un vaivén lento y placentero.

—Nadie podrá quitarme la felicidad que siento en este momento Gemma. —Gorkan daba fuertes embestidas en mi interior, el placer de sentirlo entre mis piernas era realmente una sensación plena y divina.

Su boca chupó mis pezones mientras que sus manos las tenía en mis caderas firmemente sujetándome. Cuando mi cuerpo al fin se sintió liberado, él también llegó y su simiente caliente quedó en mi interior.

—Te amo. —murmuró tomándome por sorpresa. —Entiendo que tal vez  no me ames nunca, puede que llegues a perdonarme pero nunca amarme, solo me queda conformarme con estos momentos y aunque no sean suficientes. Es todo lo que podrás darme.

De mi boca se negaban a salir palabras y le besé. Mi cuerpo correspondería a esas palabras que aun mi orgullo se niegan a confesarle al hombre que ordenó el saqueo y matanza de mi gente.

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Los días seguían pasando y él se esforzaba cada vez más. Quería seguir odiándolo pero el corazón le escupía en la cara a ese odio que yo tanto perjuraba.

—Lo amo —confesé sintiendo como ese peso se iba.

Erika dejó de revolver los granos que cocinaba en la olla y me miró por fin.

— ¿Qué fue lo que dijiste? —las lágrimas bajaron por mis mejillas, lágrimas de pura impotencia y recriminación conmigo misma.

—Lo amo, amo a Gorkan y me odio por ello.

—El perdón nunca fue fácil para usted, ¿cierto miladi? —miré a Erika, ella era la única con la cual podía confesarme, sin temores.

—Mi orgullo se niega a decirle las palabras que mi corazón grita a viva voz.

©𝕯𝖆𝖘𝖍𝖆. PARTE I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora