🥀 Capítulo 18🥀

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DASHA
Apenas salí de mi dormitorio una muchacha me informó que el rey me esperaba en su salón privado para hablar conmigo. Se me hacía raro que me citara, no había cometido hasta el momento ninguna falta, no que yo supiese.

Caminé hasta la puerta de su estudio y golpee para hacerle saber que estaba detrás de la puerta, entre a la habitación y él estaba sentado esperándome.

— ¿A que debo el placer de que me cite a su estudio majestad? —pregunté con una falsa sonrisa.

—Se celebrará un banquete por el lord Benedict y su hija.

—Eso les gustará a sus invitados.

—La quiero presente lady Dasha. —sentenció sin siquiera preguntarme.

— ¿Y si me niego a asistir?

—No puede hacerlo, mandaré a que la lleven así sea arrastras. 

—Como siempre su palabra es ley —Él sonrió.

—Sabe que no puede discutir conmigo. Tu vestido será llevado a su dormitorio.

—Oh, gracias por darme un vestido que no pedí, para asistir a una fiesta a la que tampoco desea ir.

—Tu sarcasmo e ironía son únicos miladi.

—Es extremadamente irritante, majestad.

—Hasta esta noche, mis hijos la esperan. —rodé los ojos y seguí mi camino.

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Los príncipes me habían traído a un rincón boscoso y algo alejado del castillo.

—Alza un poco más el brazo, Alexander.

— ¡Yo sé lo que hago Dasha, déjame hacerlo! —se quejó el niño pero su manera de tensar y sujetar la flecha no estaban bien.

El mismo Alexander me pidió que le enseñara arquería, pero el niño era tan terco y altanero. Igual que el padre, no aceptaba sus errores a primera instancia.

—La flecha no llegará muy lejos sosteniéndola de esa manera. Déjame ayudarte Alex.

— ¡No, que yo puedo!

—No seas terco príncipe.

— ¡Dejen de pelear! —gritó Aura, pero Alexander era un niño malcriado y me sacaba tanto de mis casillas que yo terminaba como ahora peleando y forcejando por tomar el arco.

— ¡Que yo puedo!

— ¡Pues no lo parece!—el arco se disparó y la flecha voló lejos de nuestros ojos.

— ¡Ah! —se escuchó de cerca un grito, Alexander y yo nos alertamos. ¿Acaso la flecha le había dado a alguien? Esperaba que no.

Corría hacia dónde provino el grito y me encontré con una joven encapuchada. Que buscaba fervientemente sacar la flecha que se había incrustado en el árbol y mantenía retenida su capa.

— ¡Esto no puede estar pasándome! —su voz se escuchaba nerviosa y asustada.

— ¿Quién eres? —ella no volteo a mirarme solo jaló la capa y se escuchó el rasgón de la tela y se echó a correr y yo la seguí por instinto.

Yo corría lo más rápido que mis piernas podían, pero la verdad no fue tanto esfuerzo. La muchacha no era precisamente rápida. La logré derrumbar al suelo, manteniéndola boca abajo  y sujetando su brazo atrás de su espalda, inmovilizándola.

— ¡Ahora si me responderás intrusa! —exigí con poco paciencia.

—Lo siento, por favor no me lastime.

©𝕯𝖆𝖘𝖍𝖆. PARTE I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora