➵No hay un nosotros

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❝¿Y si te pones en mi lugar y ves lo que siento?❞

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❝¿Y si te pones en mi lugar y ves lo que siento?❞





El equipo Fugaku se encontraba en el campo de entrenamiento.

Asuma practicaba con juego de cuchillas de chakra que le fueron recientemente regaladas por su padre, el árbol que era como objeto de su entrenamiento tenía varias marcas de la cuchilla.

Hinata estaba sobre el agua tratando de mantener su postura del estilo de combate Hyuga, si logro perfeccionarla sobre el agua lo podría hacer en cualquier ambiente.

Isamu practicaba el tiro con Kunai con varios puntos puestos sobre el tronco de varios arboles.

Su sensei Fugaku estaba apoyado al tronco de un árbol observándolos, cada cuanto les señalaba sus deficiencias, por el momento era mucho más a Isamu ya que Asuma tendría que aprender la mayoría por cuenta propia y a Hinata el estilo Hyuga no puede enseñárselo alguien externo.

Llevaban desde muy temprano en la mañana con esa rutina.

Y seguramente seguiría así de no ser por la inesperada visita que llegó portando una amable sonrisa.

—¡Ohayo! — Mikoto, con una canasta bajo su brazo y llevando de la mano a su hijo apareció en el campo, haciendo que los tres jóvenes Gennin detuvieran lo que hacían e inmediatamente se acercaran

—Mikoto-san — Saludaron alegres el trío

La pelinegra los miró encantada.

—¿Qué haces aquí? — Fugaku cuestionó acercándose, aunque no se le veía molesto otros que no fueran los presentes lo interpretarían que si por su ceño arrugado

—¿Qué es esa pregunta? — Mikoto sonrió y alzó la canasta a la altura de su rostro — Les traje una merienda

La expresión de los menores se iluminó. Por el contrario el ceño del Uchiha mayor se acentuó.

—Te he dicho que no los consientas, son Ninjas y deben ser capaces de soportar horas sin comer — Argumento con seriedad, cruzando sus brazos

—Hai, hai — Agitando la mano en el aire restándole importancia se acercó a los menores, tendió la canasta que por inercia Isamu que era el más próximo tomo — Prepare unos onigiris y Baozi (1)

Los menores miraron a la Uchiha como si fuera alguna deidad que vino a visitar a bendecir a unos simples mortales, ciertamente aunque no se habían quejado estaban muriendo de hambre, habían llegado al campo cuando apenas el sol salía y ya era más de medio dia.

—Gracias Mikoto-san — Hinata agradeció por los tres, brindándole una dulce sonrisa a la mujer

Mikoto sintió que una flecha atravesó su corazón ¡Que ternura! No solo ella ¡los tres eran encantadores!.

Camino carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora