❝Hay un tipo de tristeza que no te hace llorar. Es como una pena que te vacía por dentro y te deja pensando en todo y en nada a la vez, como si ya no fueras tu, como si te hubieran robado una parte del alma.❞
En su mano llevaba un ramo de flores, jamás en su vida habia comprado uno pero lo sentía necesario, de otra manera no dejaría de sentirse ansioso, caminaba por los pasillos del hospital con un punto fijo.
Su vista iba de las flores al pasillo, así en varias ocasiones, se preguntó si no serían demasiado ostentosas para una blanca habitación. Negó con la cabeza, al contrario, debería ser perfecto para darle color a esa desabrida habitación, sabía que cuando Hinata despertara se lo agradeceria, ella pese a ser alguien bastante simple que no le gusta lo estrafalario prefiere las cosas coloridas, no es necesario que lo diga para el saberlo.
Se dio cuenta que estaba por llegar, solo le faltaba doblar para dar con el pasillo donde se encuentra internada Hinata.
Dio un paso adelante que no pudo llegar a tocar al suelo cuando frente a el paso una camilla siendo empujada por una enfermera a cada lado.
—¡Dense prisa, la perdemos! — la voz de Tsunade hizo eco en el hospital perdiéndose en la lejanía
Esas palabras quedaron grabadas en la cabeza de Kakashi y la imagen de Hinata sobre la camilla con sangre saliendo de su nariz. Se encontró a sí mismo incapaz de moverse, como si sus pies hubieran sido clavados al suelo, el agarre de su mano en el ramo de flores fue deshaciendo hasta que las flores se deslizaron fuera de sus dedos, el ramo cayó silenciosamente al suelo, algunos pétalos despegándose y desperdigandose en el suelo.
Su mirada perdida fue hacia al frente donde Asuma se encontraba junto a Kurenai, el Sarutobi se mostraba distraído, con una mirada nublada que no contestaba a los llamados preocupados de la pelinegra.
Kakashi comprendió que no solo a el le había golpeado la imagen de Hinata, no lo había visto antes pero no solo el la consideraba una amiga especial.
Su cuello viró en dirección donde las enfermeras arrastraban la camilla, perdiéndose al doblar un pasillo. Quiso ir tras ella, averiguar que sucedía, pero no se sintió con el suficiente coraje para hacerlo. Porque si lo hacía era como quebrar las esperanzas que se habia obligado a creer de que Hinata despertara, que todo volvería a ser como antes.
Siempre se considero como alguien que analiza la situación a futuro, sin embargo en ese momento vio todo blanco.
Fue como recibir un golpe que lo dejó aturdido y sin saber cómo reaccionar.
Hiashi colocó su palma en el vidrio que lo separaba del cuarto donde Tsunade hace todo lo posible para reanimar a su hija, los gritos atravesaban las paredes y los movimientos eran frenéticos.
Una de las enfermeras que ayudaba se movió permitiendole una clara vista del rostro de su hija, su corazón se oprimió al ver su semblante demacrado. Apretó los puños ¿que clase de padre era que dejó que llegara hasta ese punto?. Tantos años dándole la espalda, evitando cada mínimo contacto ¿por que? porque era un cobarde que aun vivía bajo el dolor de perder al amor de su vida, no podía ver a su hija sin recordar a su difunta esposa, y dolia, dolia tanto que la única solucion que encontro fue apartarla de su lado.
Ahora el destino le demostraba lo equivocada de su decisión.
Por culpa de su ineptitud y culpabilidad estaba por perder a la única persona que de verdad le importaba en el mundo.
~Flashback~
—Hana por favor, resiste — suplico, sus ojos cristalizados por una delgada capa de lágrimas contenidas, entre sus manos apretaba una de su esposa que se encontraba bañada en sudor sobre una cama, su respiración era lenta y entrecortada, su rostro pálido, bajo sus ojos que se veían apagados se notaban unas sombras negras
—Hia... shi — Hana llevó sus ojos a él, unos ojos cansados que gradualmente había perdido su brillo
—Hana... no... no digas nada. Debes recuperarte, levantarte de esa cama, Hinata te espera, yo te espero — se negaba a dejarla a ir, aferrándose a ella con toda la fuerza que tenía
El problema aqui era que quien debía aferrarse era ella, y aunque lo quisiera era algo que iba más allá de su voluntad.
—Siento tener que dejarlos solos — sus ojos vieron con tristeza a su esposo — Quería quedarme a tu lado... quería ver a nuestra hija crecer y convertirse en la mejor líder que... que el clan Hyuga haya conocido — sus labios se curvaron en una débil sonrisa — nuestra Hinata es una gran niña... yo... yo veo un gran futuro que la espera. P-por eso, Hiashi, prome... prometeme que protegerás a nuestra hija, ella es nuestro tesoro, es nuestro pedazo sol — una lagrima bajo por una mejilla de la mujer
—Hana, yo — sus ojos picaban, las lágrimas no tardarian en brotar. Ver el semblante tan apagado de su esposa lo rompía por dentro, como si un pedazo de su alma fuera robado
—Por favor... Hiashi — los dedos de Hana de la mano que sostenía Hiashi se movieron — Prometeme que estaras a su lado y la cuidaras y protegerás — se las arregló para decir de corrido, tanto así que su respiración se volvió mucha más lenta por el esfuerzo
—Esta bien — se apresuró a decir — te lo prometo — no lo veía necesario ya que se trataba de su propia hija, pero con tal de tranquilizarla diría lo que fuera
Si el supiera el efecto de sus palabras probablemente no las habría dicho, si habría sabido que eso era lo que necesito para soltar su último aliento habría esperado más tiempo. Hana le dedico una última sonrisa, una sonrisa agridulce de una triste despedida y el sentimiento de felicidad de tenerlo junto a ella en su último momento.
La mano que Hiashi sostenía perdió toda fuerza quedando flácido. Quedando en shock al ver el tranquilo rostro de su esposa sin ningún movimiento o el sonido suave de su respiración su agarre se aflojó en la mano de su esposa.
La mano de Hana se deslizo fuera de las de Hiashi y cayó sobre la cama rebotando sutilmente.
Antes de darse cuenta lagrimas bajaban de los ojos de Hiashi, un llanto silencioso y doloroso. Su cabeza cayó sobre el abdomen de su esposa.
En ese momento Hiashi Hyuga fue la clara imagen de un hombre quebrado a la mitad que solo podía expresar su dolor mediante lagrimas y un ahogado grito
~Fin del Flashback~
Su mano se apretó sobre el vidrio sin quitar sus ojos de su hija.
«Gomen, Hana. No puedo cumplir la promesa que te hice»
Quito la mano y se dio la vuelta, dándole la espalda a la habitación donde su hija estaba al borde la muerte. Sus pasos se detuvieron en medio del pasillo cuando su camino se encontró con el de una persona que no veía hace mucho tiempo.
—¿Hiashi? — Mikoto se acercó, mirándolo preocupada por la expresión agotada en sus facciones
—Mikoto — La aludida lo miro desconcertada por la manera tan vacía en que pronuncio su nombre — Tengo un favor que pedirte
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Camino carmesí
Aléatoire→ Te convertiste en lo mas importante para mi, y sin darme cuenta, ya te amaba ¿sera muy tarde para expresar mis sentimientos?