❝Las locuras de hoy pueden ser el mejor recuerdo del mañana❞
Soltando un suspiro ato la banda Ninja alrededor de su cuello, se miró en el espejo y llevó una mano a sus hebras azules.
Su cabello estaba creciendo.
No le llega hasta los hombros pero sí un poco por debajo de la nuca, también noto como su tono azulado empezaba a aclararse distinguiéndose un poco más, empezaba a parecerse al de su Kaa-san.
Le gustaba que así fuera, quizás debía dejárselo crecer.
Salió de su habitación y caminó por los solitarios pasillos de la mansión, los Hyugas siempre iban y venían pero en esa ala era poco usual ver a alguien a parte de ella y su padre. Paso por la puerta del despacho de su padre y solo le dedico una mirada de reojo, sabía por experiencia que su padre no le importaba si se marchaba, era como si no estuviera.
Salió de los terrenos de su clan e hizo camino al campo de entrenamiento de su equipo, para su sorpresa Asuma e Isamu ya estaban presentes, fue una sorpresa que su Sensei aun no estuviera presente.
Siempre estaba primero que los tres. La puntualidad lo es todo, un shinobi debe serlo, decia siempre su sensei, muchas de las veces sermoneando cuando alguno llegaba tan siquiera un minuto fuera de la hora acordada.
Asuma estaba practicando con sus cuchillas rasgando el aire, Isamu por el contrario estaba echado a las raíces de una árbol.
—Ohayo — saludo en voz baja, yéndose a sentar a las raíces de un árbol contiguo al del Yamada
Asuma dejó de practicar y miró a su compañera al igual que Isamu que llevó sus ojos a ella. Le devolvieron el saludo y se la quedaron mirando fijamente, Hinata no daba muestra de darse cuenta de la mirada de ambos sobre ella.
Asuma e Isamu se mandaron miradas preocupadas entre sí.
Hace semanas notaban el extraño comportamiento de su compañera, más callada, quieta, casi parecía desanimada. Aunque Hinata no fuera del tipo de persona habladora y escandalosa si era conversadora cuando tomaba confianza, pero ahora las veces que hablaba eran nada más obligatorias cuando le preguntaban algo o querían su opinión, y cuando era esta última no aportaba mucho.
Querían preguntarle pero no sabían cómo abordar el tema, incluso Isamu que en ocasiones era demasiado directo sabía que debía ser sutil para preguntarle qué le sucedía.
Su sensei llego media hora tarde.
Descaradamente Isamu se quejó de su falta de responsabilidad haciéndolos esperar, -descaradamente porque la última vez llegó diez minutos tarde- , recibiendo una mirada seria a cambio que prometía largas y duras horas de entrenamiento si no se callaba.
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Camino carmesí
De Todo→ Te convertiste en lo mas importante para mi, y sin darme cuenta, ya te amaba ¿sera muy tarde para expresar mis sentimientos?