Capítulo 21 | Traición

248 20 12
                                    

Jake me dio la mano y cerró los ojos. Pronto empecé a sentir un leve cosquilleo hasta que, de repente, volví a mi cuerpo. Nos encontrábamos en la misma sala que Régar y los demás. Me levanté del suelo como podía; el cuerpo me pesaba como si acabara de despertarme –que, técnicamente, así era– y miré a mi alrededor para ver cómo continuaban las cosas. Régar había lanzado a TK bastante lejos y ahora caminaba con paso firme hacia Kari. La chica iba hacia detrás para huir de él, ambos a paso lento.

–¡Detente! –le grité. Régar nos miró, amenazante, y a mí se me paralizó el cuerpo entero. Con tan solo esa mirada había logrado que un escalofrío me recorriese la columna y que las piernas me temblaran.

Jake avanzó un paso a mi lado. ¿Qué se proponía hacer?

–¿Se puede saber qué haces? –le preguntó Régar– ¡Muévete! ¡No te quedes ahí parado!

Jake alternó la mirada entre él y yo, como si estuviese planteándose el hacerle caso o no.

–Ari –susurró sin mirarme–, ¿temes a la muerte?

–¿Cómo? –me sorprendí. ¿Qué clase de pregunta era esa? No parecía el momento ideal para filosofar– ¿A qué viene eso?

–¡Que te muevas, mestizo! –le gritó Régar de nuevo– ¡Déjate de jueguecitos y acaba con la chica!

–Responde a mi pregunta –lo ignoró–. ¿Temes a la muerte?

–Pues... –lo pensé durante un momento, todo lo rápido que mi cabeza me dejó. ¿Temía a la muerte? Era algo que nunca me había parado a pensar– Esto... supongo que no.

Jake sonrió.

–Mejor para ti –dijo.

–Pero ¿qué...? –pero me callé cuando empezó a caminar hacia Régar.

–Niñato... –le dijo el hombre– ¡Te estoy diciendo que la mates! ¿Te atreves a desobedecer mis órdenes? –se le quedó mirando y entornó los ojos– Mata a la chica –arrastró las palabras.

–¿Y por qué tendría que hacerlo?

–¿Tienes alternativa? –Régar levantó una ceja– Juraría que no.

–Tienes razón –añadió–. No la tengo.

–Y entonces, ¿se puede saber qué haces?

Jake llegó a su lado.

–Prefiero esperar –dijo, y esta vez me miró a mí–. Quiero que vea lo mismo que yo antes de que muera.

–No sé qué rollo te traes con ella, chico, pero no me falles.

–Me encargaré de sus amigos antes de acabar con ella –le aseguró.

–¡No! –grité– ¡Jake! ¡Dijiste que nos ibas a ayudar!

–Y te ayudé –me dijo–. Te ayudé a salir de tu inconsciencia y te traje hasta aquí de vuelta. ¿Te parece poco?

Lo miré a los ojos y abrí la boca para responder, pero no logré decir nada en un principio. Bajé la cabeza, me miré las manos y luego volví a mirarlo.

–Pero... confié en ti –pude decir. Él se encogió de hombros.

–Mal hecho –me respondió.

–No...

Jake se encaminó hacia TK, y yo, por instinto, salí corriendo a ayudarle. Sabía que tenía alguna clase de poderes que yo no conocía, y no me iba a arriesgar a que le hiciera algo. Jake empujó a TK contra la pared y lo agarró de la camiseta. Corrí y esquivé a Régar, llegué a donde estaban los rubios y me abalancé literalmente sobre Jake, cogiéndolo por sorpresa y haciendo que perdiera el equilibrio y que cayera al suelo conmigo encima.

–¡Corre! –le grité a TK. Este me hizo caso y corrió hacia Kari.

–¡Quítate de encima! –me dijo mientras intentaba levantarse.

–Lo siento –hice fuerza para que no pudiera conmigo–. Es por una buena causa.

–Estorbas –y en un movimiento rápido, se levantó y me tumbó debajo de él.

–¡Quítate! Pesas –le dije enfadada.

–Lo siento –me respondió con ironía–. Es por una buena causa.

–¡Estúpido! –le grité y le di golpes para que se bajara, pero me agarró de las muñecas para que parara, se levantó y salió corriendo hacia TK y Kari– ¡Eso es trampa! –le grité imitándole.

Corría más que yo, y eso era más que obvio, pero no iba a dejar que le hiciera daño a TK o a Kari, así que aceleré el paso y llegué allí poco después que él. Se dio la vuelta, me miró, me agarró de los brazos de nuevo y me hizo la zancadilla para tirarme al suelo. TK se había colocado delante de Kari, todavía dolorido, y Jake avanzó hacia ellos. Entonces se detuvo antes de empezar a tocarle y lo miró a la cara: estaba claro que TK no estaba en condiciones de pelear pero, aún así, se abalanzó sobre Jake para apartarlo de ahí. Este dio varios pasos hacia detrás por el empujón, luego se acercó a TK y le dio un puñetazo en la cara. TK tardó en reaccionar, hasta que le devolvió el puñetazo y comenzó una pelea entre los dos. No me lo pensé dos veces; aproveché la oportunidad y corrí hacia Kari.

–¿Estás bien? –le pregunté.

–Sí –me dijo, aunque se notaba que le dolía el cuerpo–. Tenemos que ayudar a Ophanimon y Seraphimon.

–Pero ¿cómo? –le pregunté.

–Mira –señaló a Régar. Se había quedado parado en el sitio, con los ojos cerrados y con el extraño aparato que vi antes en su mano derecha. Lo miré bien. Era un aparato alargado, bañado en oro con una bola encima. Régar cerró los puños. Parecía muy tenso–. ¿Qué está haciendo?

–No tengo la menor idea.

–Sea lo que sea, no será nada bueno.

–Tenemos que impedírselo. Ven –le dije.

–¿Adónde? –frunció el ceño.

–Tenemos que hacer algo, ¿no?

–Pero tenemos que ayudar a TK.

–TK estará bien. Es un año mayor que Jake, y supongo que eso le da algo de ventaja –le contesté, para nada convencida.

–Pero se te olvida algo –me dijo.

Era cierto, se me olvidaba algo. Algo muy importante: Jake tenía poderes.







Sombra&Luz

Mi historia DigimonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora