Capítulo 13 | El mar

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Entramos y la puerta se cerró detrás de Ken. Nos encontrábamos en una playa de nuevo, pero esta vez el mar no era azul oscuro: era totalmente negro. Todo estaba en completa oscuridad y solo era alumbrado por un faro al fondo.

–¡NO! –Ken gritó, poniéndose de rodillas con las manos en la cabeza.

–Es el mar... –Kari se colocó en la misma posición que Ken.

–¿Qué pasa, chicos? –preguntó Tai poniéndose a la altura de su hermana– ¡Kari!

–Ken... –me agaché a su lado.

–No, no, no, no, no... –repitió Ken una y otra vez, como si estuviera intentando aparecer en otro lugar.

–Ken... –dijo Wormmon a su otro lado.

–Kari... –susurró la gata a su compañera.

–Gatomon, es el mar. Otra vez... –dijo la chica.

–¿El mar? ¿Otra vez? ¿A qué te refieres, Kari? –le preguntó su hermano.

–Claro –contestó Gatomon–. Es el mar, como aquella vez que TK, Patamon y yo... –y se quedó callada.

–Gatomon, ¿qué pasa? –preguntó Tai, que se estaba poniendo cada vez más nervioso.

–Este es el Mar de la Oscuridad. A Kari, al tener el emblema de la Luz, la oscuridad la llama continuamente. La primera vez fue en nuestra segunda aventura, hace cuatro años. Kari desapareció y TK, Patamon y yo fuimos a buscarla. Entonces, gracias a los sentimientos de TK y Kari, consiguieron conectar los dos mundos. Fue entonces cuando viajamos por primera vez aquí –explicó la gata– Lo mismo le pasa a Ken y le ha pasado más veces a Kari.

–Pero, ¿por qué Ken? –le pregunté– Él no tiene el emblema de la Luz.

–Porque le tiene miedo a la oscuridad –respondió Wormmon.

Kari y Ken seguían quejándose. Le temían a la oscuridad, y yo la verdad es que no entendía del todo el porqué de tantísimo miedo: podía ponerme en su lugar, pero nunca comprendería del todo lo que significaba ese miedo a la oscuridad.

–Kari, Kari, reacciona. No pasa nada. Estamos aquí y no dejaremos que te pase nada –le dijo Tai a su hermana.

–Ken –le dije al chico de pelo azul–, Tai tiene razón. No puedes dejar que la oscuridad te venza. Tienes que ser fuerte. Lucha.

–Kari –dijo Gatomon–, lucha tú también. Hay mucha gente que confía en ti y que te necesita. Una de ellas es TK. En este momento está en peligro y, seguramente, deseará con todas sus fuerzas volver a verte. Estamos aquí para lo que sea. No debes tener miedo, o si no, la oscuridad se apoderará de ti. ¡Vamos, Kari! –le gritó.

Entonces Kari abrió los ojos.

–Tienes razón –dijo–. No debo tener miedo. Debo ser fuerte –añadió con una repentina seguridad. Se quitó las manos de la cabeza y se las miró.

–Claro que sí, Kari –le animó su hermano.

–Ken –le dije, y todos miraron al chico que seguía en la misma posición–, te digo lo mismo que Gatomon a Kari: hay mucha gente que te quiere y te necesita. No debes dejar que la oscuridad se apodere de ti.

–Ari tiene razón, Ken –comentó su compañero–. Yo te necesito, te quiero y no quiero que la oscuridad te lleve. Estoy seguro de que todos aquí opinan lo mismo. Tus padres también te necesitan. Ya te perdieron una vez y no quieren perderte de nuevo. ¡Ánimo, Ken! –le gritó el gusanito.

–Tengo miedo, tengo mucho miedo... –dijo Ken que, asustado, ignoró las palabras de su amigo.

–¡Ken, no seas estúpido! –le gritó Tai ya harto– ¡Reacciona! –Tai le iba a pegar, pero Kari lo detuvo.

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