Capítulo 22 | Listo

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–Vamos –dije, y comenzamos a acercarnos a Régar en silencio. Fuimos todo lo sigilosamente que podíamos para que Jake no se diera cuenta y para que Régar no abriera los ojos.

Pero Jake se dio cuenta: aprovechó un instante en el que TK caía al suelo para correr hacia nosotras. Me agarró del brazo y tiró de mí hasta que me tiró al piso, mientras que a Kari la apuntó con la palma de la mano hasta que dejó de moverse. La había paralizado por completo con sus poderes para que no siguiera avanzando. Entonces se giró hacia mí e hizo lo mismo antes de que pudiera levantarme del todo y me quedé en pie, con las piernas dobladas sin llegar a estirarlas. Luego volvió de nuevo hacia TK, que estaba viniendo hacia nosotros con las pocas fuerzas que tenía, y no pude ver lo que le hacía.

Miré a mi alrededor. Los ojos era lo único que podía mover, cosa que me hacía sentir más impotente e inútil que nunca. Enfrente de mí estaba Régar, haciendo lo que fuera que estuviera haciendo. A mi izquierda, Kari se encontraba literalmente paralizada, y detrás de mí se encontraban dos rubios peleando entre ellos. Por mucho esfuerzo que hiciera para mirar lo que hacían estos dos, no conseguía ver nada más que a Kari y a Régar. Maldito Jake...

De repente, un muchacho de pelo rubio cayó muy cerca de Kari, herido. Tenía la esperanza de que ese chico fuera Jake y no TK, pero sabía que eso era poco probable. Miré a mi izquierda y ahí estaba TK, inconsciente. ¿Qué le había hecho? Al momento sentí un aliento en mi nuca y unas manos recorrerme el cuerpo.

–Tranquila –me dijo Jake–, no te voy a hacer nada. Solo estoy comprobando que no tengas armas.

Yo no podía hablar, así que no pude insultarle como me hubiera gustado hacer. ¿Se ponía a comprobar a estas alturas si tenía armas? Si las tuviera ya las habría utilizado.

Jake encontró algo en mi bolsillo trasero. No recordaba que tuviera nada en el bolsillo. ¿Qué sería? Lo sacó, pero no podía ver lo que tenía en la mano porque estaba detrás de mí. De repente me dejó y se acercó a Kari en silencio para llevar a cabo el mismo procedimiento de revisión. Se había quedado lo que fuera que hubiera encontrado en mis pantalones. Además de traidor, ladrón.

Observé lo que le hacía a Kari. Tenía cara de estar buscando algo, y al parecer lo había encontrado. Del bolsillo de Kari sacó un aparato de color rosa. Su D3. ¿Qué se suponía que hacía? ¡No podía quitárselo! Kari abrió los ojos aún más. Parecía que intentara moverse para detener a Jake, pero no podía.

Cuando terminó, el que había fingido ser mi amigo durante más de un año se acercó a TK, que seguía inmóvil en el suelo, y repitió el mismo procedimiento. Pero antes de terminar de cachearle fue interrumpido por un fuerte golpe en la sala que hizo que todos, incluidos los digimon, Régar y sus hombres, se detuvieran y se giraran para ver lo que había pasado.

Yo no podía ver nada porque estaba de espaldas, y eso me desesperaba. ¿Qué estaría pasando?

–¡TK! –gritaron. ¿Matt?

–Encárgate de ellos –le ordenó Régar a Jake.

Miré las pantallas que había en la sala, las que reflejaban lo que estaba haciendo cada elegido en ese momento, y quise sonreír: no había nadie. ¡Estaban todos con nosotros! Jake volvió a TK y se agachó para coger su D3, pero alguien lo cogió por los hombros y lo lanzó hacia detrás. ¿Se podía saber qué estaba pasando? ¡Quería verlo!

De repente Sora apareció en mi campo de visión y se agachó junto a TK.

–TK, ¿estás bien? –le preguntó preocupada– Despierta, por favor...

Matt apareció a su lado preguntándole lo mismo y Tai se acercó a Kari y a mí y se quedó mirándonos sin saber qué hacer.

–Mierda... –susurró– Tranquilas, solucionaremos esto.

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