Capítulo 25 | Concentración

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Dejé salir a los chicos de la cúpula. Jake, los pocos digimon que estaban con nosotros y yo nos quedamos dentro. Vi cómo los demás se escondían después de hacer digievolucionar a los digimon que, aunque estaba claro que estaban agotados, habían insistido en pelear. Jake me dijo que me quedara debajo del tobogán rojo que había en el parque y eso hice: detrás de mí estaba la cúpula, así que me apoyé en ella como si fuera una pared. Angewomon se quedó delante de mí custodiando que no me pasara nada, y los digimon se quedaron esperando junto a Jake a que llegasen los sombra y los otros digimon. Intenté concentrarme y miré el artefacto de Régar entre mis manos: era tan hipnotizante...

Despierta, Ari. Tienes que estar concentrada.

Me asomé por el columpio: Angemon se había quedado muy cerca de nosotras y Jake esperaba en el centro de la cúpula. El bicho verde cuyo nombre no recuerdo estaba al otro lado, y el amarillo estaba cerca de Jake.

De pronto, noté que el artefacto vibraba entre mis manos. Lo miré y luego miré a mi alrededor: un halo de luz apareció en el cielo y dejó caer a los digimon, a Régar y a sus hombres. Debían ser unos diez hombres más aparte de Régar y Jake, y E.D. estaba entre ellos. Todos cayeron dentro de la cúpula y me concentré en que nadie más pudiera salir o entrar. Ah, qué difícil es concentrarse con tantas cosas pasando fuera. Angewomon se acercó más a mí. Régar soltó el cuello del compañero de Matt, y este cayó de bruces, herido. No sabía dónde estaba Matt escondido, pero debía estar rabiando.

Régar miró a Jake.

–¿Y bien? –alzó los brazos como si pidiera explicaciones.

–He matado a la chica –mintió Jake. "La chica" era yo, supuse. Me acuclillé bajo el tobogán sin hacer ruido. Agachada ya no podía ver a Jake ni a Régar, tan solo a Angewomon, Angemon, a los compañeros de Joe, Matt y Yolei, a un sombra y las cabezas de Davis y Ken asomando por la esquina de la calle del frente.

–¿De verdad? –escuché a Régar y después escuché pasos. Todos se habían quedado en silencio y me dio miedo incluso respirar– Y, entonces, ¿qué es esto?

Sobre mí, el tobogán fue arrancado de cuajo de la tierra del parque y me dejó al descubierto a la vista de todos.

NO PUEDE SER QUE EL PLAN SE HAYA IDO AL TRASTE EN DOS SEGUNDOS Y TAN PRONTO.

Está bien, está bien. Solo ha sido una parte del plan. Pf. Respira.

Angewomon ya se había colocado entre Régar y yo antes de que me diera cuenta, y me abracé con más fuerza al artefacto entre mis manos por el susto y por el miedo que habían aumentado de golpe. Régar soltó el columpio y se lo lanzó a Angemon, que tuvo que esquivarlo. Me miró a través de Angewomon y después miró los alrededores.

–¿Estamos en una cúpula protectora? –adivinó. Qué listo, vaya.

Nadie le respondió. Vi a Jake mirarlo con seriedad desde atrás y a los digimon en guardia desde todas partes.

–¿Sabes, chico? –continuó– Siempre me has dado asco y mala espina, pero en el fondo confiaba en que te convertirías en uno de los nuestros, tarde o temprano –se dio la vuelta para mirarlo y Jake le sostuvo la mirada. Yo no hubiera podido–. Pensé que tendrías la garra y el arrojo de tu padre.

–¿El mismo arrojo que terminó matándolo? –preguntó. Régar sonrió.

–Tu padre murió como un verdadero sombra, luchando por una causa más que justificada, y siempre lo recordaremos como el idiota que murió por no ser capaz de hacer las cosas a derechas –espera, ¿qué? ¿Pero Régar y el padre de Jake trabajaban juntos o no? ¿Eran amigos o no eran amigos? Dios mío, no entiendo nada–. Pero tú no puedes ser considerado un sombra. Tenías potencial, muchacho. Me hubiera gustado que tantos años de disciplina y trabajo duro terminaran por encauzarte y por que te dieras cuenta de lo mucho que te compensa comportarte como lo que creía que eras. Pero veo que me equivocaba. Tu sangre sigue siendo la de un pobre infeliz que nació por error de una aberración que jamás debió haber dejado pruebas... –volvió a sonreír– pero que al menos fue divertida –¿qué? Miré a Jake, pero no pareció inmutarse ante nada, a pesar de las barbaridades que le estaba diciendo y de que... Arg. Concéntrate, Ari.

Mi historia DigimonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora