No Sabia Como Decirte

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—¡Estoy harto de esto! — habló el cobalto de forma furiosa.

—¡¿Harto de que?, sólo te la pasas acostado en el sofá, yo me la paso haciendo las cosas en la casa! — replicó el zorro con furia.

El cobalto se dio media vuelta y salió de la casa, se fue corriendo, no pensaba en nada más que seguir adelante, sin siquiera querer regresar a disculparse o arreglar las cosas. Llevaba ya varios meses siendo pareja del zorro, sin embargo, cada vez las peleas eran más constantes, antes todo era felicidad, ahora solo había peleas.

No sólo eso, el erizo molesto siempre pagaba el berrinche del menor, casi siempre el menor se enojaba por algo tan trivial qué nuestro héroe terminaba también en la discusión. Cambios de humor fuertes, un día puede estar lo más feliz de la vida y el otro puede ser la encarnación del enojo.

Después de un tiempo, el erizo decidió volver a casa para ver si el menor se había calmado y si estaba de buen humor. Entró y trato de llamar la atención del zorro, sin embargo, no hubo respuesta.

Desesperado se fue a la habitación a buscarlo, no le encontró, siguió su búsqueda en la casa y no había rasto de el. Es como si la tierra se lo hubiera tragado sin más.

Volvió a salir de casa, en esta ocasión para buscar al zorro por los alrededores y arreglar las cosas. Las horas pasaban y no le encontraba, nervioso empezó a imaginar cosas, si unos matones le hubieran secuestrado, que huyó de casa y algo le atacó.

No había más preocupación qué eso, resignado volvió a casa para descansar, se acostó y miró el techo de su habitación.

—Tails... ¿Dónde estas?— preguntó para si mismo el cobalto con gran preocupación.

Algo era seguro, no se rendiría para encontrarlo.

A la mañana siguente, el erizo continuo con la misión de búsqueda y/o rescate, busco hasta el último rincón del bosque y nada

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A la mañana siguente, el erizo continuo con la misión de búsqueda y/o rescate, busco hasta el último rincón del bosque y nada. Fue a la ciudad, ahí empezó a preguntarle a las personas si habían visto al menor.

Nada, nadie le había dicho algo que le sirviese, se sentó en el banco del parque para repensar sus ideas, veía la gente pasar, también veía aquellos lugares dónde pasaba las horas con su zorrito.

¿Que había pasado, por qué su relación había cambiado de manera abrubta?, no lo entendía el mayor, de todo ser rosas y amor, paso a ser peleas y en raras ocasiones llantos del menor.

No, no se rendiría, arreglaría las cosas y trataría de que ese mundo de rosas regrese, ese zorro es el amor de su vida y no lo dejara escapar.

Una vez más salió corriendo en su búsqueda, pasaron las horas y nada, aun así la fe del mayor no caía, sentía que estaba cerca de encontrarlo.

Fue entonces cuando le vio, cerca del centro de salud, el erizo se emocionó, no obstante, quería hacer las cosas bien, por lo que se fue rápidamente a comprar un ramo de flores y una caja de chocolates.

Sontails One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora