Capítulo 10: Cambios

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Desde aquel fin de semana, mis días no volvieron a ser los mismos. No solamente había hecho el amor con la chica de la cual estaba enamorado, sino que, a partir de ese momento, la brecha entre nosotros había desaparecido.

Después de las vacaciones, un lunes por la mañana, me sorprendió el hecho de que una chica despampanante estuviera esperando en la entrada de la escuela. Todos los chicos se le quedaban viendo y yo no era la excepción.

Pero fue más grande mi asombro al saber que esa chica era Vanessa.

_ Hola Iván, te estaba esperando.

Sin los anteojos y con el cabello suelto, podía ver toda aquella belleza que se estaba desperdiciando. Ahora que Vanessa no llevaba ese horrible suéter de abuelita y esa anticuada chaqueta, su cuerpo se veía tan pequeño y delgado que me daba miedo romperla, pero al mismo tiempo deseaba abrazarla. Me sorprendió ver que incluso su falda, calcetas y zapatos habían cambiado, habían adquirido un aspecto más femenino.

_ Casi no te reconozco- tuve que hacer un esfuerzo por decir esas palabras. Estaba a segundos de abalanzarme sobre ella y besarla, aunque sería una pésima idea ya que estábamos en la puerta de la escuela.

_ Como te vi observando la foto en mi cuarto, decidí que tal vez debería lucir un poco más como ella. ¿A ti te gustó ver a esa chica no?- dijo Vanessa de forma divertida.

_ Me gusta ver a la chica que tengo frente a mí, a ninguna otra.

Las mejillas de Vanessa se sonrojaron. Esa era la verdadera chica de la cual me había enamorado.

_ Iván.- la voz del director me cogió desapercibido.

_ ¿Si señor Salvatierra?- voltee hacia donde estaba.

_ Te necesito en mi oficina de inmediato, por favor… solo a ti.

_ Está bien.

Vanessa me observó con una expresión que preguntaba a viva voz “¿qué está sucediendo?”. Me limité a encogerme de hombros y seguir al director.

Finalmente llegué a la oficina. El señor Salvatierra me invitó a pasar y con gusto accedí, quería terminar con esta charla lo más pronto posible.

El director tomó asiento en su escritorio e indicó que me sentara en la silla que estaba frente a él.

_ Entonces…- inquirí- ¿A qué se debe esta inesperada llamada? ¿He hecho algo malo señor Salvatierra?

_ No muchacho, no has hecho nada malo.- me tranquilizó el director.- Iván… te llamé porque debo hablarte de algo delicado, es acerca… acerca de Reynaldo.

Sentí como la sangre abandonó mi rostro. Ese era un tema del cual no quería hablar.

Mi difunto amigo había sido alguien importante en mi vida, y volver a abrir esa herida que ya estaba cicatrizando me resultaba muy doloroso.

_ No quiero hablar de eso señor. Cuando Rey… murió- tuve que hacer un esfuerzo para pronunciar esa última palabra- Le conté a la policía todo lo que sabía al respecto. No sé nada más.

_ Lo sé hijo y lo siento. Sé que tú y Reynaldo eran casi como hermanos. Pero me veo obligado a preguntarte si en algún momento antes de irse, él actuó de manera extraña.

Negué con la cabeza.

_ Entonces… ¿Alguna vez Reynaldo tuvo algún enemigo o tenía algún tipo de conflicto con alguien?

Nuevamente negué con la cabeza.

_ ¿Usaba algún tipo de sustancia prohibida o drogas?

_ Por supuesto que no señor Salvatierra- dije en el tono más neutro que pude usar para no dejar ver mi rabia por esa estúpida pregunta.

_ ¿Tenía novia o estaba saliendo con alguien?

Esta pregunta era la más incómoda. Recordé aquella época en donde Vanessa y Rey permanecían mucho tiempo juntos, pero decirle eso al director era como meter en problemas a Vanessa por una trivialidad.

_ Lo siento director- me apresuré a contestar- Pero la última chica con la que estuvo saliendo Rey fue con Meyling, de ahí en mas no tengo conocimiento.

_ Mmm… okey… está bien muchacho. Solo una pregunta más ¿Cómo era su relación con sus familiares?

_ Rey vivía solo con su mamá. Me contó que sus padres se divorciaron cuando él tenía cinco o seis años. La señora Mendoza obtuvo la custodia ya que el padre de Rey era un alcohólico mujeriego. Siempre fueron unidos, se apoyaban uno al otro, y aunque Rey algunas veces iba a fiestas y se tomaba una o dos latas de cerveza, nunca le causó problemas a su madre. De ahí no sé nada más.

El director asintió y luego se dispuso a sacar una tarjeta de su escritorio. Me la entregó.

_ Sé que has escuchado esto por rumores, pero debo decirte la verdad. La policía cree que no fue un simple accidente la muerte de Reynaldo, por lo tanto, estamos investigando a los estudiantes con la mayor discreción posible. Espero que comprendas y que mantengas en forma confidencial todo lo que hablamos el día de hoy. ¿Entendido?

Tomé la tarjeta sintiéndome extrañado por las palabras del director.

_ Si, entendido.

_ Bien muchacho.

El director Salvatierra me extendió una mano para que la pudiera estrechar, así que la tomé y me despedí de él. Sin embargo, se puso en pie para guiarme a la salida.

_ Si sabes cualquier cosa que sea de utilidad puedes llamarme hijo.

_ De acuerdo.

_ Pasa un buen día Iván.

_ Buen día Director.

El señor Salvatierra abrió la puerta de su oficina y ahí estaba ella… René.

Por un momento me sentí paralizado al verla en el umbral y me vi preguntándome para mis adentros si había escuchado algo de la conversación que minutos antes había tenido con el director.

_ Hola Iván- me saludó con tono despreocupado.

_ Hola.

Salí de la oficina sintiendo un profundo desagrado cuando el brazo de René rozó ligeramente uno de mis costados. Seguí caminando y no pude evitar murmurarle al señor Salvatierra.

_ ¿Por qué ella está aquí?- desafortunadamente no pude ocultar en mi voz el desagrado que sentía por René.

_ A ella también la llamamos para hacerle algunas preguntas- contestó el director, aunque podía jurar que esas palabras eran solo un monólogo ensayado, además, ella ni siquiera conocía a Rey.- Vuelve a tu clase Iván.

Fue en ese momento que voltee para observar por encima del hombro del señor Salvatierra. René seguía ahí en el umbral de la puerta, en la misma posición.

_ Adiós Iván - dijo levantando una de sus manos a manera de despedida- Creo que nos volveremos a ver muy pronto.

Las palabras de René atravesaron mi columna vertebral con un escalofrío. Voltee y seguí caminando sin mirar atrás ni por un segundo. No sabía si mi cabeza lo había imaginado, pero la imagen en donde ella sonreía e inclinaba ligeramente su cabeza en forma de broma, se repetía una y otra vez.

“Es su mirada”, susurraba una voz en mi cabeza, “Se siente como si sus ojos violaran tu ser”

Ignis (Abigail N.K.) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora