Luego de esa primera sesión en los tribunales, finalmente me dejaron ir a casa.
Pasé de ser sospechoso, a volverme réferi en la disputa por la libertad de Vanessa.
Mientras empacaba mis cosas que estaban en la sala de interrogatorio en la comisaria, René permanecía en silencio cerca de la puerta.
_ ¿Cuándo me dejaran verla?- pregunté mientras cerraba mi mochila.
_ Todavía no.- respondió.
_ ¿Has hablado con ella?
_ Digamos que es difícil hablar con Vanessa en estos momentos.
Me senté sobre la mesa, frente a René. Pensaba en cada palabra, cada frase, cada expresión que había visto en Vanessa. Rememoraba mis días de felicidad junto a ella, pero aún con eso, era consciente de la inseguridad que se anidaba en mi pecho.
Y daba miedo.
_ Quiero verla- susurré.- Quiero ver si ella… si ella…- las palabras se quedaron atascadas en mi garganta.
_ No estás listo- dijo René en aquel tono impasible que odiaba.
_ ¿Y quién eres tú para decirme cuando estaré listo o no?
_ Te diré algo niño estúpido, no estás listo para verla y punto. Y hasta el día que te agarres las bolas y me veas a los ojos sin titubear te dejaré hablar con ella.
_ Eres una maldita entrometida.
_ Para eso me pagan, ¿O crees que me hice pasar por una colegiala solo porque quería flirtear con algún adolescente de hormonas alborotadas?
_ Ya me voy.- dije mientras me ponía en pie y apresuraba el paso para salir por la puerta.
_ Si Iván, anda, corre mientras puedas. Y busca la respuesta que necesitas porque si tienes un ápice de duda, no dejaré que la veas.
Fui directo a casa sintiéndome molesto por la actitud de René.
¿Porque ahora que quería ver a Vanessa no dejaba que lo hiciera? ¿Acaso no era ella quien insinuaba que debía volver verla?
Para empeorar las cosas, mi padre había llegado ese día a casa para bañarse y cambiarse de ropa.
Fue él quien sugirió al Juez que ya no era necesario tenerme encerrado en el incómodo cuarto de interrogatorio de la comisaría, y aunque estaba agradecido por eso, no podía superar la molestia de haber sido usado por él.
_ El veredicto se dará pasado mañana, Iván.- dijo mi padre antes de salir por la puerta- Y tengo que confesarte que el panorama no es muy favorable.
_ Tú crees que es culpable- solté.
_ Mientras no se demuestre lo contrario…
_ Voy a mi cuarto.- le interrumpí- Mañana tengo un día difícil. Con todo esto del juicio, con costo y duermo unas pocas horas.
_ Lo sé… buenas noches hij.. Iván.
No contesté.
No podía seguir hablando con él cuando las únicas palabras que deseaba expresarle me condenarían al infierno por irrespetarle.
Entré a mi cuarto, me bañé y encendí la televisión. La noticia era la comidilla del momento y no había canal que no trasmitiera lo sucedido en el juzgado. Ahora las posturas eran distintas. Las personas comenzaban a vacilar si realmente Vanessa había realizado aquello, incluso comenzaron a poner en tela de duda la afirmación que tenían algunos miembros de la policía al vincular a Vanessa en otros cuatro incidentes relacionados con incendios.
Seguí viendo las noticias y me invadieron aun más ganas de volverme un periodista. Podía ver el poder en las palabras de esas personas, en la información que transmitían, porque, aunque no fuera totalmente cierto, las personas tomaban sus palabras como la verdad.
Apagué la televisión y me dispuse a dormir, pero las palabras de René acudían a mi mente sin darme ninguna tregua.
Duda… Miedo… La verdad… No dejaré que la veas.
Me retorcía entre las sábanas tratando de sacar de mi mente la voz de René. Pero era imposible. Me senté en el borde de la cama y comencé a buscar entre medio del colchón hasta sacar la retratera con la foto de Vanessa.
_ Vanessa… ¿Qué debo hacer? ¿Por qué no tengo el valor suficiente para verte?
Contemplé la foto entre mis manos.
Vanessa… tan hermosa como la recordaba…
Vanessa… una posible asesina…
Vanessa… mi novia…
Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa… Vanessa….
¡NO DEJARÉ QUE LA VEAS!
_ ¡NO!- grité en medio de la oscuridad de mi cuarto, mientras aventaba la retratera contra la pared.- ¡SAL DE MI CABEZA!
La risa de René me invadía la mente. Me tapé con ambas manos las orejas en busca de alivio para ya no seguir escuchándola, pero era imposible. Me estaba volviendo loco. Podía sentir el sonido burlón de su voz en mis oídos, su mofa al decirme que no volvería a verla.
_ Cállate, por favor, solo déjame en paz y cállate.- dije entre medio de jadeos y bañado en un sudor frío que me hacía temblar involuntariamente.
Los espasmos fueron disminuyendo poco a poco. Voltee en dirección al desastre de vidrios rotos que una vez fue la retratera que me dio Vanessa y pude notar algo extraño que asomaba detrás de la foto.
Como un desquiciado, me abalancé hacia ella y comencé a apartar los restos del cristal.
Sentía que el cuerpo me temblaba cuando, con manos torpes, tomé de entre los destrozos un libro de pasta café que, desde un principio, estaba escondido dentro de la retratera.
_ Por todos los cielos…
Fue lo único que pude decir al ver aquel cuaderno.
Me senté al lado de los vidrios rotos dispuesto a leer esas páginas, aún cuando una pequeña parte de mi mente me decía que no; que sería incapaz de soportar lo que estaba escrito ahí.
Pero debía leerlo.
Tal vez así sabría el porqué de esta historia; así sabría quien era en realidad Vanessa. Dentro de ese libro estarían los motivos detrás de su desaparición y captura.
Con dedos trémulos, abrí la portada de aquel cuaderno, y sin poder dar marcha atrás, comencé a leer… sintiendo una enorme nostalgia al ver aquella letra en esas pálidas hojas.
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Ignis (Abigail N.K.)
Teen FictionUna serie de accidentes perturban la paz de una ciudad, siendo el único elemento en común el fuego. De forma involuntaria, un joven llamado Ivan quedará atrapado en medio de estos sucesos, sin tener la menor idea de que las cosas no son tan simples...