Y así terminó el relato de Martha.
Las lágrimas corrían por su rostro a mares. Los murmullos en la sala estaban llenos de pesar y condolencia, seguramente era a causa de la tristeza de aquel relato que mostraba la difícil vida de esa mujer frente a la viudez prematura y la sentencia de que su hija heredara el mismo mal que su difunto amado. Cosa que sucedió… pero fue peor.
_ Hay algo que despierta en mí una duda señora Solís- dijo el abogado de los Padilla- Ya hemos escuchado del romance que hubo entre el joven García y su hija, cosa que hicieron sin tomar las debidas precauciones. También acabamos de escuchar como la genética de su hija puede dar como resultado un heredero con los mismos o incluso otros problemas mentales.
_ Si.- dijo Martha- ¿Eso qué tiene que ver con lo que desea saber?
_ Entonces señora Solís ¿Cuál es la posibilidad de que en este mismo instante no se esté desarrollando dentro de su hija un bebé que traiga en su material genético algún defecto? ¿No cree que lo más saludable sea que su hija sea chequeada por uno de nuestros médicos?
No entendía a que venía esa pregunta, pero de repente lo supe. Ellos querían verificar si lo que estaba diciendo el psiquiatra era verdad. Estaba a punto de decir algo, cuando una pequeña risa, que estaba fuera de lugar en ese momento, me dejó helado.
Fue Martha quien se rió.
_ Eso es imposible señor abogado.
_ ¿Por qué sería imposible señora Solís?- dijo el abogado de los Padilla con el ceño fruncido.
_ Porque yo personalmente me aseguré que mi hija no pudiera embarazarse desde que comenzó a salir con Iván.
_ ¡Eso es absurdo!- espetó el abogado.
_ No lo es- respondió Martha- No cuando eres capaz de ponerle una inyección anticonceptiva cada tres meses a tu propia hija, mientras ella está dormida.
Estaba en shock por la firmeza en los ojos y las palabras de Martha. Incluso podía ver como el Juez tenía un nudo atravesado en la garganta al momento que dio por terminada la sesión de ese día.
Todos en el tribunal se retiraron, en cambio, yo me quedé sentado. Esperando.
¿Pero qué esperaba? No lo sabía.
Luego de unos minutos, me puse en pie. Salí por la puerta del edificio y no me sorprendió cuando encontré un auto negro esperándome con la puerta abierta.
_ Entra- ordenó René.
_ ¿Dónde vamos?- pregunté, aunque estaba seguro de la respuesta.
_ No es propio de mí admitir una derrota, pero necesito que me ayudes.
_ ¿A qué?- pregunté.
_ A traer de regreso a Vanessa.
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Ignis (Abigail N.K.)
Teen FictionUna serie de accidentes perturban la paz de una ciudad, siendo el único elemento en común el fuego. De forma involuntaria, un joven llamado Ivan quedará atrapado en medio de estos sucesos, sin tener la menor idea de que las cosas no son tan simples...