El día sábado llegó y con él un momento incómodo.
La señora Solís actuaba de la manera más tranquila como siempre. Aunque no podía dudar que, bajo esa fachada de madre ejemplar y comprensiva, se escondía una profunda preocupación por la relación que su hija y yo llevábamos.
Me comporté lo más amable que pude, aunque la gripe me estuviera matando.
_ No te ves muy bien Iván- Martha tocó mi frente.- Estas ardiendo en fiebre.
_ Mil disculpas si solo vine a causarle problemas seño…
_ Dime Martha por favor. Y no, no me has causado ningún problema. Al contrario, te agradezco que seas tan educado de venir a hablar conmigo.
_ Mamá- dijo Vanessa con tono tímido- ¿Tienes en la casa algo para la fiebre?
_ Si Vanessa, espera acá con Iván, yo lo traigo.
_ Qué vergüenza con usted Martha…- dije mientras tomaba un pañuelo para sacudirme la nariz.
_ Tranquilo.- contestó y luego desapareció de la sala.
_ ¿Te sientes mal Iván?- preguntó Vanessa en tono preocupado.
_ No, estoy bien- respondí mientras le sonreía- Solo que no te acerques mucho o te enfermaré.
Ambos reímos y comenzamos a hablar mientras la mamá de Vanessa volvía.
Me tomé dos pastillas y la fiebre comenzó a ceder. Continué charlando con la señora Solís y su hija hasta que dieron las seis en el reloj.
_ Creo que ya debes irte Iván. Tu padre debe estar preocupado.- señaló Martha.
_ Tiene razón- contesté, aunque sabía que mi padre no llegaría a casa hasta el martes por la mañana- Pase buenas noches.
_ Buenas noches- dijo la señora Solís mientras inclinaba la cabeza.
_ Te acompaño a la puerta Iván- se ofreció Vanessa.
Me fui caminando a casa, apesarado por no llevarme un beso de Vanessa conmigo. Cuando iba a visitarla y estaba su madre, debía limitarme a un beso en la mejilla o en la mano. Sabía que no era del agrado de la señora Solís, y por eso me portaba lo mejor posible para ganarme su confianza.
_ ¡Iván!- la voz de Vanessa me sacó de mis cavilaciones. Venia corriendo hacia mí a toda velocidad.
_¿Qué sucede?
_ Mi madre me pidió que te diera estas medicinas. Son muestras médicas pero te ayudaran a que no te sientas tan mal por la gripe.- Vanessa me entregó una pequeña bolsa de farmacia.
Sonreí.
_ Dile a Martha que muchas gracias. Es muy amable conmigo.
_ Tomate una de las capsulas cada 8 horas, y las pastillas blancas son una en la mañana y otra por la noche.
_ De acuerdo.
_ Ahhh… Iván…
_ ¿Si Vanessa?- ella se inclinó para estar a la altura de mi oído.
_ Mañana en la tarde iré a tu casa.
Los colores se me subieron al rostro y no fue por la fiebre. O era un tipo de fiebre que ya conocía. La idea de hacer el amor nuevamente con Vanessa atravesó mi cabeza como lo haría una bala disparada por una pistola Makarov.
_ Estaré esperándolo con ansías.- respondí.
Y después de estas palabras, ella se fue sonriendo de regreso a su casa.
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Ignis (Abigail N.K.)
Ficção AdolescenteUna serie de accidentes perturban la paz de una ciudad, siendo el único elemento en común el fuego. De forma involuntaria, un joven llamado Ivan quedará atrapado en medio de estos sucesos, sin tener la menor idea de que las cosas no son tan simples...