Capítulo 27: Llamarada

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_ Ha pasado un tiempo desde la última vez que hablamos ¿no lo crees?

Ness mecía una de sus piernas de forma hipnótica, por algún motivo me recordaba al movimiento que hace la cola de un gato cuando asecha a su presa.

Desde que entré a la habitación, permanecí sentado y quieto. En mi cabeza, meditaba la mejor forma para que Vanessa lograra salir de la cárcel que representaba su propia mente.

_ Más o menos. Pero en estos momentos no estoy interesado en hablar contigo.- dije sin apartar mis ojos de los suyos.

Al menor ápice de miedo, Ness seguramente me arrancaría el cuello.

_ ¿Y con quien deseas hablar Iván?- preguntó de forma divertida.

_ ¿No es obvio?- contraataqué.

_ Pues…- dijo mientras hacia un ademán al señalarse de arriba hacia abajo.- Aquí me tienes. Soy Vanessa después de todo.

No pude evitar reírme de esa afirmación, y pude notar que eso le molestó.

_ Lo siento Ness, no te lo tomes a pecho, pero realmente no deseo hablar contigo. Tú no eres ella aunque luzcas igual.

_ Pero estas hablando conmigo a fin de cuentas ¿no? 

_ ¿Tengo otra opción?

El movimiento de su pierna se detuvo abruptamente.

Ness se levantó de la silla donde estaba sentada y avanzó hacia mí. Una pequeña parte de mi cuerpo se tensó al ver que se acercaba, pero mi fuerza de voluntad no iba a flaquear tan fácilmente. Menos ante ella.

_ Sabes Iván… siempre me he preguntado qué vio Vanessa en ti. Sé que eres guapo y tienes un físico que pondría a tu merced a cualquier chica; pero eres tan idealista, sentimental e inseguro que en ocasiones me provocas dolor de estómago. Pero…- dijo mientras me acariciaba los hombros con sus manos- Si fueras aquel chico rebelde que describiste aquella noche, estoy segura que hasta yo mataría por estar contigo. Y déjame decirte- Ness se acercó a mi oído y susurró- Que en estos últimos días solo he pensado en ti.

_ No debería de sorprenderte, después de todo, estas en el cuerpo de mi novia.- respondí sin apartar la mirada del frente.

_ Eres un chico testarudo. Pero he visto a otros caer.

Ness se alejó de mí hasta acercarse a la mesa y subirse a ella. Avanzó sobre sus rodillas y manos hasta quedar cara a cara conmigo.

_ Dime Iván, ¿No te gustaría tener un encuentro casual conmigo? Justo aquí, en esta mesa- señaló en tono seductor.

_ ¿Disculpa?- pregunté con la mayor incredulidad que pudo salir de mis labios.

_ Si, lo que acabas de oír. Crees que no sé que detrás de esa ventana- señaló la pared de la izquierda- Tus amigos nos están observando en este preciso instante.

_ Muy lista, chica mala.- respondí en tono divertido.

_ Puede que lo tomes en broma, pero es la verdad Iván. Ella nunca ha dejado que te toque- dijo Ness mientras se sentaba con las piernas estiradas a cada lado de mi cintura- Y no puedes imaginarte las ganas que tengo de hacerlo. Pero Vanessa es egoísta, siempre te quiso solo para ella. Es una malagradecida. La he protegido y como mínimo esperaba que me permitiera disfrutar del placer que tu le has dado en estos últimos meses.

_ Eres demasiado simple para entender nuestra relación Ness. Tú lo llamas placer, yo lo llamo amor.

_ ¿En serio?- preguntó Ness mientras uno de sus pies comenzaba a subir y bajar por mi entrepierna.- Tu puedes mentirle a los demás Iván, incluso puedes engañarte a ti mismo, pero a mí no me puedes engañar. Eres igual que todos los hombres. Sé que me deseaste a mí antes que a Vanessa, lo sé porque estuve presente cuando le contaste la indiscreción de aquel día después del accidente en la fiesta de Meyling. Así que… ¿Qué puede limitarte a que hagamos una escena aquí y ahora?- dijo Ness mientras sonreía de manera macabra.

Sé que me deseaste a mí antes que a Vanessa”… esas palabras me turbaron.

¿En serio me gustó primero Ness? Eso no lo podía creer. Pero ese comentario me sacó por un instante de mi concentración. Ness comenzaba a confundirme y si llegaba a cumplir su objetivo, acabaría bajo su control.

Luego de pensar en ello, no pude contestar nada. No podía creer como esta chica, que era idéntica a mi novia, fuera tan grotesca y sínica.

_ Puedo ser quien quieras- dijo al ver que no le contestaba.- Puedo ser Vane, si te gustan las mujeres viejas y frívolas. O puedo ser yo, si quieres pasar un momento que te hará desear más.

Ness comenzó a acercarse más a mí. Sus caderas estaban sobre las mías. Su rostro a pocos centímetros del mío, con esos ojos llenos de odio devorándome.

_ No pienses en ella. Ahora me tienes a mí.- susurró mientras me daba un pequeño beso en el cuello y comenzaba a subir su camiseta- Solo déjate llevar…

_ Estoy harto de toda esta mierda ¿sabes?- la interrumpí de forma inesperada.

Ness se detuvo de inmediato. Su camisa volvió al lugar de siempre y con la mirada llena de incredulidad me observó por un buen rato.

_ Iván…

_ Deja de estar jugando conmigo, y sobre todo, deja de ponerle tus sucias manos al cuerpo de mi novia.

Me levanté junto con ella y la coloqué violentamente sobre la mesa. Puse ambas manos a cada uno de sus costados y la observé directamente a los ojos. Por primera vez desde que entraba a esa habitación, Ness se encontraba en desventaja ante mí y lo sabía.

_ Escúchame bien psicópata. No me interesa lo que hiciste o porqué lo hiciste, lo único que quiero es hablar con Vanessa, pero tu maldita bastarda, eres peor que un dolor en las bolas y me has pasado jodiendo el poco rato que llevo aquí contigo. ¡Me importa una mierda quien seas! pero métetelo en la cabeza, no eres Vanessa. No te quiero a ti y nunca cambiará eso. Así que hazme la caridad de cerrar tu maldita boca, dejar de manosearme y desaparece de mi vista para que Vanessa venga a hablar conmigo ¿entendido?

Con una genuina mirada de asombro, Ness intentó decir algo pero cerró de inmediato la boca.Volví a tomar asiento.

Seguí observando como esa chica me observaba con ojos llenos de rencor.

_ Sigo esperando- le apresuré.

Ness se limitó a entrecerrar los ojos.

_ Sabes Iván, increíblemente eres un buen chico a pesar de todo. Finalmente me has aclarado esa duda. Pero debo decirte que siento lástima por ti.

_ ¿Y eso por qué?- pregunté a la defensiva.

_ ¿No es lógico? Te has enamorado de la persona incorrecta y ya no puedes dar marcha atrás a esos sentimientos. Puede que tú estés ilusionado con que tu amor puede alcanzar a Vanessa y traerla de vuelta, pero déjame decirte que en los cuentos de hadas, los monstruos nunca se quedan con el príncipe azul. Y lo que está frente a ti, es la peor aberración que podrás conocer.

_ ¿Crees que con esas palabras me harás retroceder o cambiar de opinión?

_ No Iván, a ti ya te hemos perdido por completo. Pero antes de que suceda algo mas, necesito que me ayudes con un pequeño favor.- Ness movió su dedo índice, invitándome a avanzar hacia ella.

Obedecí.

_ No dejes que nadie encuentre el diario- susurró en mi oído y luego me besó en los labios- Por favor.

Ness bajó de la mesa y fue directo a la silla en la que estaba sentada cuando entré a la habitación. Se sentó con las piernas juntas y la espalda erguida.

_ Bon voyage mon prince.- canturreó mientras me observaba con una mirada cansada, y de la nada, cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia adelante.

La habitación se llenó de tensión en un segundo. ¿Qué le había sucedido a Ness?

Estaba como dormida, así que me levanté y avancé hacia ella.

_ ¿Ness?- pregunté, pero no hubo respuesta. Entonces decidí arriesgarme y llamar nuevamente- ¿Vanessa?

Por un largo minuto no se escuchó nada.

Estaba dispuesto a salir de ese lugar. Ya en este punto, me sentía agotado por lo que había sucedido y mis nervios comenzaban a aflorar. Voltee para salir de esa habitación llena de demencia, cuando una suave voz llegó hasta mis oídos.

_ ¿Iván…?

Me paralicé de inmediato. Esa voz… conocía esa voz, estaba seguro de eso.

Sin importar el dolor, me apresuré a caer de rodillas para estar lo más cerca de ella.

_ ¿Vanessa?- le llamé mientras sacudía un poco sus hombros- ¿Vanessa eres tú?

Finalmente abrió los ojos.

Y ahí estaba… la chica de los ojos dulces y melancólicos que amaba. Ahí estaba mi Vanessa.

_ Oh por Dios Vanessa. Eres tu… volviste.

La abracé con todas mis fuerzas y no podía dejar de hacerlo.

_ Iván…- dijo con voz ronca- Pensé que nunca te volvería a ver.

_ Shhh, calma, ya todo va a estar bien. Tu vas a estar bien, te lo prometo- comencé a abrazarla, a acunarla contra mi pecho. No podía creer que ella estaba aquí, había vuelto gracias a mí.

_ Creo que he hecho algo malo- murmuró y las lágrimas brotaron de sus ojos.

_ No fuiste tú Vanessa.- dije con tono resuelto.

_ Si fui yo Iván…

_ ¡No!- alejé a Vanessa para que pudiera verme a los ojos- Ella lo hizo, no tu.

El espanto se dibujo en sus pálidas facciones y comenzó a temblar.

_ ¿Lo sabes?- asentí- Por todos los cielos… sabes que estoy rota.

Vanessa comenzó a llorar de nuevo e intentó alejarse de mí, pero lo impedí. Intentó forcejear, pero no dejé que se fuera de mi lado. No podía dejar que la culpa y el miedo la sumergieran nuevamente.

_ Vanessa- la llamé, pero ella seguía esforzándose por zafarse de mí- Vanessa, escúchame por favor.

_ ¡Suéltame Iván!  No quiero lastimarte.

_ Te prometí que siempre te diría la verdad Vanessa, y la verdad es que no te dejaré. No te abandonaré en este momento, no dejaré que pases por esto sola. Tú eres mía y yo tuyo, y así será siempre. No te abandonaré te lo juro.

Entonces el sonido de una puerta abriéndose hizo que me sobresaltara. Me puse en pie y coloqué a Vanessa detrás de mí para protegerla.

_ ¡Bravo!- dijo René mientras atravesaba el umbral de la puerta aplaudiendo parsimoniosamente.- Nunca dudé de que tú eras el indicado para este trabajo.

_ Recuerda lo que me prometiste.- contesté mientras veía como entraban a la habitación dos enfermeros y el doctor Salazar- Dijiste que no la lastimarían.

_ Y lo cumpliré- respondió con determinación René.

Ella se acercó a nosotros sin titubear, y cuando estaba frente a mí, me aparté para que pudiera observar a Vanessa.

_ Bienvenida pequeña, hemos estado esperando tu regreso desde hace tiempo.

René extendió su mano hacia Vanessa, y esta me observó con ojos dubitativos, suplicantes.

Asentí.

Lo más sano ahora era confiar en René, después de todo, cualquier cosa que fuera a suceder en los siguientes días, estaría bajo el control de Renato y ella.

Vanessa observó la palma que estaba tendida en su dirección, y con una expresión de angustia y aprehensión, estiró su mano y estrechó la de René.

Ignis (Abigail N.K.) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora